Muerte e inseguridad asedian Rosario

Rosario (Argentina), 29 sep (EFE).- Rosario, la ciudad natal de argentinos ilustres como Fito Páez o Lionel Messi, está asediada por la muerte. Los homicidios, en su mayoría vinculados al narcotráfico y hechos de inseguridad, son parte del decorado que cada mañana presencian los rosarinos entre nuevos tiroteos y asesinatos.

“Creo que hace unos cuantos meses que la violencia no ha parado. Es mucha la violencia y da miedo lo que se vive en Rosario”, cuenta a Efe Ana María, madre de Sebastián Cejas, asesinado en la puerta de un hospital para quitarle su auto.

“Fue un día terrible. Mi esposo debía hacerse diálisis, lo fuimos a buscar con mi hijo y en la puerta del hospital aparecieron cuatro personas, me sacaron del vehículo y a mi hijo, los otros tres, lo tenían retenido del lado del conductor. No pude ver nada y solo atiné a gritar su nombre”, rememora.

Ella entró en estado de conmoción durante toda esa escena y recién pudo reaccionar una vez que los delincuentes huyeron con el automóvil.

“El auto arrancó y vi a mi hijo tirado en el suelo. Salí corriendo a los gritos hasta la puerta del hospital pidiendo ayuda. Mi hijo estaba tirado en el piso, boca abajo, con un brazo estirado e inmóvil. Lo llevaron a terapia intensiva e intentaron reanimarlo en dos ocasiones, pero la tercera vez quedó”, recuerda con voz quebradiza.

Sebastián Cejas se repartía entre su trabajo como cocinero y acompañar a su papá en sus tratamientos médicos. Al ver que empujaban a su mamá fuera del auto, decidió enfrentarse a los asaltantes a golpes de puño, pero le dispararon a quemarropa en el pecho y cayó tendido en el asfalto.

Lamentablemente, Sebastián pasó a formar parte de la estadística récord que Rosario y sus alrededores vienen acumulando desde principio de año. De momento, se contabilizan 217 homicidios dolosos, con una tasa de 14,43 muertos cada 100 mil habitantes. La cifra supera ampliamente a Buenos Aires, que siendo la ciudad más poblada del país apenas llega a los 3,3 fallecidos por asesinatos.

De acuerdo con el último informe mensual del Observatorio de Seguridad de Pública (OSP), de la provincia de Santa Fe, durante este año nueve de cada diez víctimas en Rosario fueron agredidas con armas de fuego, en donde el 70,8 % de los ataques estuvieron relacionados con el crimen organizado.

“SIN CONVICCIÓN POLÍTICA”

Las bandas de narcotraficantes mantienen en vilo a la sociedad en su lucha por el control de distintos territorios dentro de la ciudad, que en algunos casos se encuentra incentivada por la propia complicidad policial y en otros, la inseguridad se cuela por las zonas liberadas.

La asociación civil de Familiares y Víctimas de Inseguridad en Rosario, creada hace cuatro años para prestar contención y acompañamiento a damnificados por la violencia, considera que en 2012 existió un quiebre en la convivencia pacífica del hampa traduciéndose en mayor distribución de armas de fuego, desembocando en asaltos y enfrentamientos armados en las calles.

“La inseguridad empezó con fuerza a partir de 2012, porque se quebraron los acuerdos entre las distintas bandas (del narcotráfico) y en los últimos cinco años incrementó la violencia, donde también han sido atacadas instituciones como el Consejo (Deliberante) o el Centro de Justicia Penal”, explica a Efe el presidente de esa asociación, Ezequiel Lowden.

En 2017, Lowden sufrió en carne propia la inseguridad diaria que respira Rosario cuando un delincuente armado le perforó la arteria femoral para poder robarle su vehículo. Terminó al borde de la muerte bajo internación y baipás de por medio.

La asociación está integrada por 20 familias atravesadas por la tragedia que buscan transformar en acciones sociales, proyectos y pedidos de justicia. También ayudan a las personas a navegar la burocracia estatal, que significa ser víctima de la falta de seguridad en las calles, sobre todo en aspectos de atención legal y psicológica.

“Creemos que no hay decisión política, además de convivencia entre la política, la Policía y el Poder Judicial. Las veces que nos hemos reunido con los distintos actores vemos falta de acuerdos para poder legislar en cosas mínimas como perseguir a quienes porten armas en la calle o realizar controles más fuertes”, concluye el presidente de la ONG.

Las cifras del OSP establecen que más de la mitad de las muertes violentas intencionales (77,9 %) fueron planificadas, es decir, los sicarios tienen alta demanda “laboral”. Los números pronostican un crecimiento continuo, que ante la falta de acción política, los muertos serán un decorado estadístico.

Augusto Morel

(c) Agencia EFE