El misterio que puso fin a dos sueños mundialistas femeninos

Aminata Diallo en París el 10 de octubre de 2022. (James Hill/The New York Times)
Aminata Diallo en París el 10 de octubre de 2022. (James Hill/The New York Times)

VALENCIA, España — Aminata Diallo estaba siendo escoltada desde su maloliente celda de detención a una sala de interrogatorio dentro del Hôtel de Police en Versalles, Francia, donde escucharía por primera vez el nombre de Tonya Harding.

El nombre de Harding es tristemente célebre en los deportes, por supuesto. Harding, patinadora artística estadounidense condecorada, fue una figura central en el infame caso del ataque a su mayor rival a pocas semanas de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994. El escándalo –un ataque repentino y violento de un hombre misterioso, acusaciones y negaciones, titulares de tabloides– atrajo la atención mundial y, años más tarde, una película sobre Harding. Pero para Diallo, la jugadora de fútbol francesa de 28 años que estaba siendo conducida por las escaleras de una estación de policía, la mención de su nombre –“¿Has oído hablar de Tonya Harding?”– solo produjo una mirada en blanco.

Sin embargo, Diallo pronto entendería que la policía tenía motivos para preguntar eso.

La rival de Harding, Nancy Kerrigan, había sido atacada por un hombre que la golpeó en las piernas para intentar impedir que compitiera. Ahora, en Francia, una generación después, la policía sospechaba que había un motivo similar detrás del ataque contra Kheira Hamraoui, compañera de equipo de Diallo en el club francés París Saint-Germain (PSG). Hamraoui había sido sacada a rastras del automóvil de Diallo en una fría noche de noviembre de 2021 y, al igual que Kerrigan, golpeada en las piernas en un claro intento de lesionarla.

Pasaron casi un año y otro periodo de detención para Diallo antes de que la pregunta espontánea del oficial de policía se convirtiera en una acusación formal. En septiembre, los fiscales acusaron a Diallo de agresión con agravantes en el ataque a Hamraoui. Los documentos del caso y las filtraciones a los medios de comunicación franceses han acusado a Diallo de ser la autora intelectual de un ataque premeditado. El objetivo, según esa teoría, era eliminar a una rival de Diallo por un puesto en la alineación del PSG, uno de los mejores equipos del fútbol femenil, y en la plantilla de la selección francesa, que estará entre las favoritas en la Copa Mundial Femenina, que iniciará el 20 de julio.

“A mucha gente le gustaría que fuera yo, pero esa no es la realidad”, dijo Diallo en una entrevista en España, donde ha estado intentando resucitar su carrera. “Tonya Harding, ella lo hizo. Yo no lo hice”.

La estación central de policía en Versalles, donde Aminata Diallo fue llevada para ser interrogada, el 29 de noviembre de 2021. (James Hill/The New York Times)
La estación central de policía en Versalles, donde Aminata Diallo fue llevada para ser interrogada, el 29 de noviembre de 2021. (James Hill/The New York Times)

Dudas y preguntas

No sorprende que el caso –con sus paralelismos con un escándalo de hace décadas, sus temas raciales y de rivalidad profesional y su inusual elenco de atletas femeninas de élite y personajes de dudosa reputación– siga atrayendo interés ni que haya generado proyectos documentales rivales.

La culpabilidad o inocencia de Diallo no está más clara hoy que en aquella mañana en la estación de policía de Versalles. Todavía no se ha anunciado la fecha del juicio, pero las consecuencias continúan expandiéndose.

Se han terminado amistades, así como al menos un matrimonio. Dos vestuarios fueron divididos. Diallo fue exiliada de París. Hamraoui también se convirtió en una exiliada a su manera, condenada al ostracismo por algunas de sus compañeras de equipo y finalmente forzada a abandonar su club.

El caso de la policía al parecer se basa en mensajes de texto enviados por Diallo, algunas búsquedas sospechosas en la web y una afirmación de al menos uno de los hombres acusados en el ataque de que había estado actuando en nombre de Diallo, aunque admitió que la orden no había llegado directamente de ella.

Diallo y su equipo legal insisten en que los cargos son resultado de las acciones de una fuerza policial desesperada por obtener condenas en un caso de alto perfil, un caso construido con conexiones débiles y fuentes no confiables.

Diallo afirmó que ve las ofertas de los documentales como una especie de compensación por todo lo que ha perdido, como la privacidad y el anonimato que solía disfrutar como una profesional del fútbol constante, aunque poco espectacular, y, a nivel más material, por el nuevo contrato con el PSG que ella insiste que estaba prácticamente garantizado antes de que el ataque cambiara la trayectoria de su carrera y su vida.

“Creo que para ellos es interesante sea o no culpable”, dijo Diallo sobre los cineastas que la han contactado.

Los cargos que enfrenta –tres cargos de agresión con agravantes y asalto criminal– se produjeron después de su segunda estadía bajo custodia y fueron acompañados por una orden de no ingresar a París ni relacionarse con sus excompañeras de equipo en el PSG. Por eso estaba en España esta primavera, mordisqueando patatas bravas y camarones al ajillo en un restaurante junto a la playa en Valencia, con su carrera salvada solo por un contrato a corto plazo para jugar con el Levante, el cual ya culminó.

Hamraoui también se fue del PSG; fue liberada al final de la temporada luego de que no se le ofreció un nuevo contrato. Su salida no fue tranquila: al partir, acusó al club de haberla aislado por tratarla de manera distinta a sus compañeras de equipo, de victimizarla nuevamente.

“Además del trauma que sufrí esa noche, tuve que enfrentarme a esta indiferencia, a esta crueldad, por no decir a una forma de abuso contra mí”, escribió Hamraoui en un libro publicado recientemente que ha sido seriado en el diario deportivo francés L'Equipe.

“Ya nadie en la plantilla me habla y el PSG tiene un único objetivo: que me vaya lo antes posible”, dijo Hamraoui. “Me tratan como si tuviera la peste”.

En España, la vida de Diallo se convirtió en una versión simplificada de lo que tuvo antes. Aparte de las sesiones de entrenamiento, pasaba la mayor parte del tiempo sola en un apartamento alquilado (el PSG, propiedad de Catar, le había proporcionado una casa y un automóvil, el mismo que estuvo involucrado en el ataque). Diallo no destacó en su nuevo equipo y a menudo fue utilizada como jugadora sustituta, un papel que agradeció y aceptó.

Los detalles de su caso, filtrados a los medios de comunicación franceses, pintan a Diallo como la fuerza impulsora del ataque a Hamraoui. Se dice que los hombres acusados del ataque le dijeron a la policía que creían que estaban actuando en nombre de Diallo, quien conducía el automóvil cuando fue interceptado para sacar a Hamraoui a la fuerza y golpearla en las piernas con una barra de hierro. Los mensajes de texto de Diallo denigrando a Hamraoui fueron descubiertos luego de que la policía confiscó su teléfono celular y su computadora, al igual que las búsquedas en línea con frases como “romper una rótula” y “cóctel mortal de drogas”.

En una entrevista en noviembre en las oficinas de sus abogados en París, poco después de ser acusada formalmente, Diallo ofreció explicaciones. Dijo que la policía había ignorado todos los comentarios positivos sobre Hamraoui que Diallo había hecho a amigos y colegas. Aseguró que las búsquedas en línea no eran inusuales para una deportista preocupada por las lesiones y la salud.

Pero Diallo también sostiene que su raza y sus orígenes –es una mujer negra de un barrio de clase trabajadora en Grenoble– habían llevado a la policía a sacar conclusiones precipitadas no solo sobre ella sino también sobre otros.

Eligiendo bandos

Entre sus protestas de inocencia, Diallo señaló mensajes enviados por su exagente, Sonia Souid, quien también representa a Hamraoui. Diallo argumentó que esos mensajes socavan la teoría de la policía de que ella orquestó el ataque por celos profesionales.

En uno de ellos, una nota de voz enviada unas dos semanas antes del ataque y reproducida a un periodista de The New York Times, Souid le decía a Diallo que se había reunido con el director deportivo del PSG. El club estaba complacido con el rendimiento de Diallo, le informaba Souid, y estaba ansioso por hacerle una oferta para extender su contrato, el cual estaba a punto de expirar, por dos temporadas.

Souid, quien es una de las agentes más influyentes del fútbol femenil en Francia, dijo en una entrevista que, aunque las negociaciones no habían comenzado, el club había dejado claras sus intenciones.

Pero semanas después del ataque de noviembre de 2021, la relación de Souid con Diallo terminó en una reunión llena de lágrimas. La jugadora le informó a la agente que ya no podía ser representada por ella debido a sus vínculos con Hamraoui. En marzo de 2022, Souid afirmó que se reunió con investigadores policiales. Se negó a revelar lo que le preguntaron, pero dijo que la reunión la había dejado conmocionada.

“Las preguntas que me formularon me hicieron pensar que había sucedido algo terrible”, contó Souid.

Excluidas

A medida que continúa la investigación, y mientras Diallo y Hamraoui –ambas actualmente sin contrato– esperan los próximos acontecimientos, el mundo del fútbol avanza hacia lo que será el evento más grande del fútbol femenil este año, la Copa Mundial Femenina.

Diallo no estará allí; había sido una jugadora marginal en la selección nacional de Francia al momento del ataque, y el escándalo de su caso y su larga ausencia de las canchas –sin mencionar las órdenes judiciales de mantenerse alejada de sus excompañeras del PSG– pusieron fin a su carrera internacional.

Hamraoui, quien jugó para Francia a principios de este mismo año, en febrero, tenía la esperanza de abrirse camino en la selección francesa que se dirigirá a Australia y Nueva Zelanda a pesar de que su presencia en el equipo no sería universalmente bienvenida por algunas, incluido un grupo de jugadoras del PSG cercanas a Diallo y que seguían indignadas por las tempranas insinuaciones de Hamraoui de que otras jugadoras del club podrían haber estado involucradas en su ataque.

Souid, la agente de Hamraoui, había albergado un optimismo similar. “Las estadounidenses son múltiples campeonas de la Copa del Mundo, y no todas las jugadoras se llevan bien”, dijo esta primavera.

Pero cuando el nuevo entrenador de Francia, Hervé Renard, anunció su plantilla preliminar para el torneo, el nombre de Hamraoui no estaba en ella.

Por ahora, ambas futbolistas esperan que se aclare quién tiene la responsabilidad final de lo sucedido esa noche oscura en esa calle angosta, por el fin de su asociación con el caso y con Harding. Hasta entonces, Hamraoui continuará con su carrera futbolística y Diallo seguirá defendiendo su reputación.

“No me estoy escondiendo”, dijo Diallo antes de partir hacia otra noche en su apartamento silencioso, sola con sus pensamientos y su furia.

c.2023 The New York Times Company