Minnesota United vs New York RB, una guerra en la nieve sin excusas, porque el espectáculo está primero

Minnesota United y New York Red Bulls brindaron un partido bien jugado e intenso, a pesar de que jugaron en un campo repleto de nieve. (Rich Graessle/Icon Sportswire via Getty Images)
Minnesota United y New York Red Bulls brindaron un partido bien jugado e intenso, a pesar de que jugaron en un campo repleto de nieve. (Rich Graessle/Icon Sportswire via Getty Images)

Lo de Minnesota United y New York Red Bulls fue una auténtica guerra en la nieve. Bien entendido el término, porque ambos equipos compitieron con honor y lealtad pese a la adversidad más molesta que pueda existir en un partido de futbol: las condiciones climáticas. Se dice que la lluvia es experta en arruinar partidos de futbol, pero lo que pasó en el Allianz Field, casa del Minnesota, fue otra cosa, el último nivel de la incomodidad futbolística: el balón tuvo que ser naranja para distinguirse, porque el campo estaba totalmente emblanquecido de nieve.

Y en esos términos es difícil pensar en un buen partido: porque no es apropiado pensar en un juego de pases, con el balón al piso, y la docilidad en el trato que eso implica. Pensar en nieve es pensar en un juego de sobrevivencia: hay que tratar de no cometer errores y esperar que el de enfrente lo haga. La nieve apenas dejó ver las áreas y el contorno del círculo central, pero eso no impidió que hubiera futbol del bueno en este partido.

De hecho, en diversos momentos, la nieve le dio mayor dinamismo a la pelota y al juego, como cuando Lewis Morgan, extremo neoyorkino, bombeó un balón sobre la salida apresurada del arquero Dayne St. Claire, y pudo llegar a ese balón en tiempo y forma gracias al efecto veloz que adquirió el pase que le mandaron. Si el contexto del partido invitaba a avivar los sentidos, entonces todo tenía que aprovecharse, y más para estos dos equipos, que han tenido un inicio turbulento. El New York todavía no puede ganar en el torneo, pues tiene un empate y dos derrotas. Mientras, con un juego pendiente, tiene una victoria y un empate. En este juego, como locales, se podía decir que ellos llevaban mano, porque siempre es una ventaja jugar en casa y conocer de antemano el clima y la cancha, pero después de eso viene lo más importante: jugar al futbol.

El gol inicial llegó para los anfitriones en un tiro de esquina y fue un desahogo total, porque los de casa veían cómo New York intentaba más con la enjundia como sustento. No eran organizados, pero sí incisivos, y a la larga, el futbol sabe premiar ese talente. El primer gol corrió a cargo de Bongokuhle Hlongwane. Un rebote en el área, provocado por la abundancia de nieve, desencadenó el gol. El zaguero remató tras el rechazo del portero y quedó patente que con la nieve toda gesta tiene un aire de romanticismo, y de furia. En la celebración una escena explicó la tensión, y algarabía, de jugar en un estadio inundado: Michael Boxall celebró pateando la nieve en dos ocasiones, como diciendo: "al diablo con los inconvenientes, venimos a jugar futbol".

No había pretextos por el campo de juego, como cabría esperar de manera regular cuando un partido se juega así. Todos salen a decir que el clima no benefició a nadie y que, si lo hizo, fue a los locales, porque esa excusa la calza a todos. Ninguno de los dos equipos se preocupó por eso. El ánimo de ganar fue tan grande como la capa de nieve, que para el segundo tiempo dejó de ocupar tanto espacio, pero sus efectos todavía permanecían en el césped y en los movimientos de los jugadores. El empate llegó con un cabezazo contundente del colombiano Andrés Felipe Reyes. New York de a poco a dejado de lado la melancolía de jugar en una ciudad cosmopolita y no estar al nivel; el año pasado entraron a postemporada y son un rival visto con seriedad. Lo mismo que Minnesota, un destino que tiene las luces de otras franquicias, pero que anida un proyecto sólido.

Morgan insistió de nueva cuenta. Podía verse que quería aprovechar este partido para dar un golpe sobre y decir "presente, aquí estoy y este soy" —y se encontró, en cambio, con la figura de un sereno y decisivo St. Claire—. Pero los de la Gran Manzana tienen un problema: no generan tanto como sería deseable, y las ocasiones que tienen no terminan en gol. De ese modo es muy complicado pensar en ser mandamás de la liga o al menos de meterse entre los mejores de la conferencia. Minnesota intentó con tiros de larga distancia y con jugadas elaboradas, pero ya todo estaba dicho. El generoso futbol decidió repartir puntos entre dos equipos que no hicieron muecas, que jugaron y pelearon como si no tuvieran las narices heladas.

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