¿Y si Miguel Induráin no es el mejor ciclista español de la historia?

Miguel Induráin entrega un trofeo conmemorativo a Alejandro Valverde con ocasión de la Vuelta a España de 2009 (Photo by Tim De Waele/Getty Images)
Miguel Induráin entrega un trofeo conmemorativo a Alejandro Valverde con ocasión de la Vuelta a España de 2009 (Photo by Tim De Waele/Getty Images)

Cinco Tours, dos Giros de Italia, un oro olímpico contrarreloj y hasta tres medallas en distintos mundiales en ruta. El palmarés de Miguel Induráin nos lo sabemos todos los aficionados al ciclismo de memoria y aún habría que sumar tres Voltas, dos Dauphiné y dos París-Niza. No solo eso: Miguelón se convirtió en una figura clave para entender la transformación del deporte español, asociada a los Juegos Olímpicos de Barcelona, y presentó un nuevo tipo de competidor que no existía antes en nuestro país, con la excepción, quizá, de Severiano Ballesteros.

El ciclismo español siempre había estado en el mapa, por supuesto, pero como un ciclismo de aguerridos escaladores, de imprevisibles luchadores sin capacidad de organización. Figuras erráticas como Bahamontes o como el propio Ocaña, pese a su clase deslumbrante. Incluso Delgado tenía ese aura de genio poco fiable, capaz de llegar tarde incluso al prólogo en el que salía el ultimo, para desesperación de patrocinadores. Induráin era otra cosa. No solo un ganador, sino un dominador. Un tipo serio, calculador y a la vez tremendamente inteligente sobre la bici. Un fuera de serie.

Ahora bien, ¿son sus cinco Tours suficientes para considerarle el mejor ciclista español de la historia? El "Triki" Beltrán, excorredor de tantísimos equipos en los noventa y en los 2000, compañero de Lance Armstrong en los más negros años del US Postal, abría la puerta a la duda este lunes en el diario Marca: "Alejandro Valverde ha sido el mejor de todos los tiempos", afirmaba el jienense. No es el único en pensarlo: la leyenda del "Bala" se agiganta conforme van pasando sus últimos meses como profesional. Hay quien piensa que su versatilidad le separa del resto y hay quien piensa que solo el número de victorias (133 como profesional) ya le coloca en otro escalón.

El gran problema del murciano en este debate es la importancia de esos triunfos. Valverde ganó una Vuelta a España -aunque pudo ganar muchas más-, se ha impuesto en dieciséis etapas de grandes vueltas, se ha llevado cuatro monumentos -Lieja, cuatro veces, eso sí-, dos Dauphinés, tres Voltas, una Vuelta al País Vasco y, sobre todo, fue campeón del Mundo después de haber subido antes hasta en seis ocasiones al podio, algo que ningún ciclista ha conseguido jamás. Siempre se ha dicho de él que podría haber ganado San Remo, Flandes, Lombardía... pero digamos que nunca le ha puesto demasiado interés.

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Piense lo que piense Beltrán, parece que los enormes méritos de Valverde -no vamos a hablar de sus sanciones por dopaje- no llegan para competir con Induráin. Miguel suma lo mejor de los tres grandes candidatos que le suceden: no solo Valverde sino dos figuras tal vez demasiado infravaloradas: Alberto Contador y Óscar Freire. Contador siempre tendrá a sus espaldas el sambenito del "chuletón de Irún" que se inventó López Cerrón para justificar su positivo por clembuterol durante el Tour de Francia de 2010. La mancha del dopaje y, sobre todo, el empeño en una defensa absurda, han condenado la imagen de un corredor cuyo palmarés es sencillamente espectacular.

Contador tiene las mismas grandes que Induráin -dos Tours, dos Giros y tres Vueltas-, pero hay que recordar que ganó ese Tour de 2010 y el Giro de 2011, aunque luego fuera desposeído de ambos triunfos por la sanción correspondiente. En otras palabras, Contador se subió nueve veces a lo más alto del podio de una gran vuelta. Tres, tres y tres. Nadie, jamás, ha conseguido ganar tres veces cada una de las grandes. El que más cerca estuvo fue el todopoderoso Bernard Hinault, con cinco Tours, tres Giros y dos Vueltas.

A sus resultados en grandes hay que sumar numerosísimas victorias en vueltas por etapas de primer nivel. Contador ganó País Vasco, Tirreno, París-Niza y se quedó varias veces a un paso de la Volta y de la París-Niza. Las carreras de un día no le interesaron nunca, tal vez su único error. Contador podría haber competido en Lieja y Lombardía con los mejores. Aun así, la mácula del dopaje acaba con todo. Un desastre absoluto de relaciones públicas, más allá de la propia falta de deportividad. Ganó casi tanto como Miguel en grandes vueltas, pero manchó su nombre para siempre.

El tercer posible rival de Induráin en este ránking histórico sería, como hemos dicho antes, Óscar Freire. Freire, al igual que decíamos del navarro, tiene el encanto del corredor distinto. No ha habido en toda la historia del ciclismo español un corredor como él. Hablamos de un tres veces campeón del mundo, de un sprinter que llegó a ganar la regularidad en el Tour de 2008 y que se impuso tres veces en San Remo. Se trata de un perfil que desconocíamos en España y que no hemos vuelto a ver. En su singularidad, más que en su número de triunfos, reside el sentido de su candidatura.

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