Miguel Herrera alza la mano, otra vez, para dirigir a la Selección Mexicana y ya aburre

Miguel Herrera en 2019, cuando dirigió su última final: América contra Rayados. Las Águilas no pudieron campeonar. (REUTERS/Henry Romero)
Miguel Herrera en 2019, cuando dirigió su última final: América contra Rayados. Las Águilas no pudieron campeonar. (REUTERS/Henry Romero)

Miguel Herrera quiere volver a la Selección Mexicana y no se cansa de decirlo cada vez que puede. Le preguntan, es verdad, y por eso siempre saca el tema en todas las entrevistas que le hacen. Y él se siente muy a gusto con esas preguntas porque así tiene la oportunidad, una y otra vez, de ser el candidato eterno a la silla del Tri.

Incluso cuando Gerardo Martino tuvo problemas de salud, Herrera estuvo ahí para alzar la mano: “Martino está en las puertas de Qatar; sería realmente una tragedia lo que tenga que suceder, pero si no tiene salud obviamente tendría que hacerse a un lado", soltó en marzo del año pasado en una entrevista con ESPN, en la que también recordó que nunca le cerraría las puertas a la Selección. Lo volvió a decir, de nuevo, dos semanas antes del Mundial.

“La gente de Selección Mexicana me dijo ‘como saliste de selección, tu nombre siempre va a ser un común denominador en la mesa, siempre vas a estar con los candidatos’. He oído mucho que Gerardo Martino se va cuando termine el mundial. Por supuesto que me gustaría. Reitero, los resultados tampoco me sacaron de la selección", dijo en otra entrevista con ESPN.

Y ahora, para no dejar al 2023 sin que el país conozca su propósito, ha vuelto a hacerlo. Y fue un poco más lejos. Pero primero lo primero: quiere entrenar a la Selección Mexicana. "Estoy muy contento por lo que he hecho, por lo que he trabajado para estar en el siguiente proceso, hoy pueden decir que me estoy candidateando porque no hay técnico en la selección, porque no tengo trabajo, sé que no soy el único, puede ser que no esté en ese proceso y estoy consciente de lo que pasó", contó en entrevista con TUDN.

Hasta ahí, nada del otro mundo. Miguel Herrera viene diciendo que quiere volver a la Selección prácticamente desde que fue despedido (en 2015, por golpear en un aeropuerto al narrador Christian Martinoli). No importa que haya alguien en el cargo o no (si la silla está vacía mejor para él). Pero ahora también dijo que su Selección Mexicana, la del Mundial de Brasil 2018, ha sido "la mejor rankeada" desde 1978 hasta 2022.

Aunque recordó que no se logró el quinto partido, no perdió oportunidad para colgarse una especie de medalla: "Dentro de la clasificación (tabla general de cada Mundial) de 1978 para acá, el técnico mejor rankeado soy yo. Entré de bomberazo e hicimos las cosas bien". Herrera también dijo que no está peleado con TV Azteca, pero reconoció que con Martinoli y Luis García, los dos comentaristas principales de esa televisora, nunca habrá "buena química".

No miente el Piojo cuando dice que entró de urgencia y, en esos términos, hizo un buen Mundial; que además contó con mucha emotividad: las atajadas de Ochoa a Brasil, la victoria contra la Croacia de Modric, y el "no era penal" como coartada para justificar un partido que México perdió, precisamente, desde el pizarrón, cuando Países Bajos se arremolinó en el área mexicana sin que desde el banquillo se ofreciera alguna solución.

México llegó al mismo lugar de siempre y no hay "clasificación" que valga para justificar otro Mundial más en el que el cuarto partido fue el límite. El Tri quedó oficialmente en el décimo lugar de ese torneo, pero al final, quedar en el lugar diez da lo mismo que quedar en el 16: el quinto partido se sigue viendo desde la barrera. Aunque, claro está, después de lo visto en Qatar, todo aquello vivido en 2014 es un paraíso.

Herrera quiere dirigir a la Selección Mexicana, aunque su último título haya sido hace cuatro años (Apertura 2018, con el América). Se fue del América por la puerta de atrás y de Tigres, también. En Nuevo León no pudo ganar nada ni dejar un estilo, pese a contar con una plantilla ultrapoderosa y con un respaldo directivo de tal importancia que le fueron cumplidas todas sus peticiones de jugadores. En Tijuana lo hizo bien por allá de 2016 y 2017. Pero no ganó nada y, al final, se confirmó lo que se sospechaba: Xolos era un trampolín para volver al América. Pero después no ha encontrado el trampolín para volver a su otro cargo soñado, el de la Selección. Le seguirán preguntando. Él dirá lo mismo, aunque ya sea aburrido escucharlo pedir un cargo para el que no ha hecho méritos en donde más importa, en la cancha y lejos de los micrófonos.

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