Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

México quiere organizar los Juegos Olímpicos de 2036 o 2040 y no puede apoyar a sus propios atletas

Juegos Olímpicos: México ha manifestado su deseo formal, por vía de su canciller Marcelo Ebrard, de organizar los de 2036 o 2040. (Kim Kyung-Hoon/Pool Photo via AP, Archivo)
Juegos Olímpicos: México ha manifestado su deseo formal, por vía de su canciller Marcelo Ebrard, de organizar los de 2036 o 2040.(Kim Kyung-Hoon/Pool Photo via AP, Archivo)

México lo formalizó: quiere los Juegos Olímpicos de 2036 o 2040 y ya se lo hizo saber al Comité Olímpico Internacional. No tiene sentido, pero ya pasó: Marcelo Ebrard, canciller mexicano, publicó en Twitter una carta en la que hacer oficial la petición al Comité Olímpico Internacional, presidido por el alemán Thomas Bach, a quien Ebrard visitó en la sede del organismo, Lausana, Suiza.

"El propósito de esta visita es manifestarle a usted (Bach) y al COI, de manera formal, el interés de México en organizar unos próximos Juegos Olímpicos en 2036-2040. México cuenta, en diversas ciudades y regiones, con la infraestructura deportiva, económica y hotelera para celebrar unos Juegos Olímpicos exitosos, austeros, universales y que promuevan los valores de la paz, hermandad y justicia en los que creemos”, compartió el secretario de Relaciones Exteriores.

Ebrard también agradeció la invitación en nombre del presidente López Obrador y extendió una invitación a Bach para venir a México en algún momento futuro. En sus argumentos para albergar unos Juegos Olímpicos, el canciller expuso que México tiene 129 millones de habitantes (algo que no debería ser un argumento por sí mismo) y que la economía del país ocupa el lugar quince a nivel mundial. La apuesta va reforzada, porque si no se puede en 2036, ahí estará México puesto en primer lugar de la fila de espera para 2040. Las próximas tres sedes ya están asignadas: París 2024, Los Ángeles 2028 y Brisbane 2032.

El proyecto habla de un evento austero. El problema es que esa palabra no se lleva bien con los Juegos Olímpicos. No hay país organizador que no haya hecho un gasto titánico al albergar esta competencia: los más recientes, los de Tokio, tuvieron un costo final de 13 mil millones de dólares, más del doble de los pronosticado cuando asumieron la responsabilidad en 2013. El ejemplo latinoamericano más reciente, Brasil (Río 2016), también incurrió en una falla presupuestal de la misma magnitud en dinero, pero todavía peor en cálculos: gastaron 15 mil millones de dólares, un aumento del 352% del presupuesto inicial.

Londres 2012 costó 15 mil millones también (sobreprecio de 76%) y Beijing 2008 tuvo un coste que oscila entre los 20 mil y 40 mil millones. El caso más dramático es el de Grecia, que encontró en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 el origen de una profunda crisis económica y social: el costó osciló entre 9 mil y 12 mil millones, según estimaciones que varían entre sí. Las instalaciones quedaron abandonadas como símbolo y ejemplo de un desastre logísticos y financiero de largo efecto.

Sin embargo, el costo no es lo único que no cuadra cuando se habla de México —por resaltar lo incongruente que es pensar en un evento millonario para un país con tantas otras prioridades—. En el deporte mismo se puede hablar de una ironía única: el gobierno alza la mano para organizar unos Juegos Olímpicos, pero sus atletas no tienen recursos para lo más elemental de sus competencias. Puede ser Alexa Moreno, que pagó de su bolso la preparación para Tokio, o Donovan Carrillo, cuyos patines para una competencia internacional no llegan a tiempo. O los deportistas acuáticos, de lo mejor que tiene el país, que ven en riesgo su boleto a París por una pelea de poder absurda; o los chicos de tenis de mesa, que no asisten a los Centroamericanos por la ineptitud de su federación.

Un gobierno que ignora a sus mejores deportistas quiere organizar un evento multimillonario. Se puede hablar de planes de inversión, de si habrá participación privada, pero el interés (público y privado) está puesto en un megaevento. Para eso sí hay voluntad y sí hay dinero. Los atletas quedan en el limbo. Sin apoyo ni reflectores, porque cuando se habla de deporte en México lo único que importa es quedar bien hacia afuera. La decimoquinta economía mundial, como presume el canciller, no puede encontrar la forma de pagar las necesidades elementales de sus atletas. Que si la Conade, que si las Federaciones manejadas por caciques. Da lo mismo porque no hay ganas de hacerlo diferente, pero sí hay ganas de gastar millones en un evento que nadie considera indispensable para México.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Viva México: en su reluciente camioneta llega a vaciar su bote de basura en pleno periférico