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Un mercado de mínimos deja a Koeman a merced de sus apuestas

Barcelona, 1 sep (EFE).- El Barcelona cerró un mercado veraniego de mínimos, centrado sobre todo en las salidas para aliviar sus maltrechas arcas, y dejó a Ronald Koeman con una plantilla llena de carencias que el neerlandés deberá suplir con sus apuestas personales.

Ante la desbandada en el ataque provocada por las rocambolescas salidas de Leo Messi y Antoine Griezmann, Koeman ha encontrado cobijo en dos compatriotas: el polivalente Memphis Depay y el delantero de área Luuk de Jong, reclutado sobre la bocina.

Memphis ya ha demostrado en el arranque de la temporada que llega para mandar en la delantera, con nada menos que dos goles y tres asistencias en solo tres partidos oficiales. Además, el exjugador del Olympique de Lyon es el único que parece creer en sus posibilidades como líder.

La llegada como cedido de De Jong, sin sitio en el Sevilla, da una alternativa nueva al equipo, con mucha presencia en el área y fortaleza aérea, y de paso puede aliviar la presión goleadora sobre Depay, más ahora que los flancos del ataque azulgrana están desguarnecidos.

Y es que cayó lesionado Braithwaite, siempre discutido por su calidad, Griezmann regresó al Atlético al límite del plazo o más allá y los dos jugadores más desequilibrantes, Ansu Fati y Ousmane Dembélé, siguen recuperándose de graves lesiones.

También espera en la enfermería otro fichaje a coste cero, el argentino Sergio 'Kun' Agüero, un depredador histórico que no sabe si le quedan aún goles en las piernas, aunque el oficio de nueve no se olvide nunca.

Otra incógnita se llama Philippe Coutinho. El brasileño, el fichaje más caro de la historia del club, tiene esta temporada el último tren para revertir su continuo fracaso en el Camp Nou. Koeman confía en él, aunque no se sabe si por voluntad o por necesidad.

El único extremo apto para competir es Yusuf Demir, un talento de 18 años que llegó en verano para el Barça B, rápidamente enamoró a Koeman en la pretemporada y que, de repente, por una mezcla de méritos propios y falta de candidatos, se ve con el dorsal 11 del Barcelona a la espalda.

La precocidad de Demir no es un caso aislado en esta plantilla de Koeman, quien ve en algunos jóvenes una solución a la alarmante falta de estrellas. Ahí están los casos de Nico González (19 años) y Gavi (17 años), centrocampistas que están por delante en la rotación de Miralem Pjanic y de Riqui Puig.

Precisamente la medular es la línea más solvente del equipo titular gracias al trío formado por el capitán, Sergio Busquets, la estrella neerlandesa Frenkie de Jong y Pedri González, un 'veterano' de 18 años.

El problema es que fuera de ellos tres, Koeman no tiene mucha alternativa al no contar ni con Pjanic ni con Puig ni con Álex Collado. El primer suplente es Sergi Roberto y, después del de Reus, las alternativas son Nico y Gavi.

Alternativas es lo que ha perdido el Barcelona con la marcha de Emerson al Tottenham dos meses después de ser fichado. La operación fue favorable económicamente, pero volvió dejar a Sergiño Dest y al comodín Óscar Mingueza como únicas opciones en el lateral derecho.

La vida después del verano sigue igual en la defensa azulgrana excepto por la incorporación de Eric García, también a coste cero, un canterano del Barça con muy poco bagaje en la élite pese a su estancia en el Manchester City inglés.

Así, Piqué sigue siendo el faro de la zaga, flanqueado por García, Araujo y Lenglet, y Jordi Alba permanece como el único lateral izquierdo del equipo. La situación de Umtiti tampoco ha variado: ni contaba antes para Koeman ni lo hace ahora, pero no quiso salir del club.

La plantilla se cerró con el seguro alemán Marc-André Ter Stegen en la portería y Neto como recambio, sin ninguna novedad ya que Iñaki Peña tampoco consiguió este verano un dorsal del primer equipo.

Así, el club perdió a Leo Messi y a Antoine Griezmann y no pudo subir en nivel en ninguna de las líneas. Koeman tiene en sus manos una de las plantillas más justas del Barça de los últimos tiempos, pero cuenta con algunas opciones de su confianza como válvulas de escape.

Miquel Muñoz

(c) Agencia EFE