Maxime Cressy cometió 25 doble faltas en un partido en el ATP de Dubai, superando el récord negativo que le pertenecía a Guillermo Coria

La doble falta es, probablemente, el error más frustrante que existe para un tenista (profesional y, también, amateur). No sólo porque de esa manera se le obsequia al rival un punto “gratis”, sino porque suele minar la confianza del que la comete. Se trata de un error no forzado que, muchas veces, dificulta el resto de los golpes y carga de tensión al que lo padece. A lo largo de la historia profesional en el mundo de las raquetas se observaron numerosos casos de tenistas que terminan sufriendo el deporte, precisamente, por no poder desanudarse de ese obstáculo técnico y emocional.

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Un exquisito jugador que tuvo recordados problemas con el saque y las doble faltas fue Guillermo Coria. Número tres del mundo en 2004 y ganador de nueve títulos (entre ellos, los Masters 1000 de Hamburgo 2003 y Montecarlo 2004), el exjugador nacido en Venado Tuerto terminó padeciendo un sinfín de problemas con su saque. En septiembre de 2005, en la cuarta ronda del US Open, derrotó al chileno Nicolás Massú por 6-4, 2-6, 6-7 (5-7), 6-2 y 6-2, cometiendo 20 doble faltas. Tiempo después, el actual capitán del equipo argentino de Copa Davis dijo que los problemas con su saque se profundizaron cuando su entrenador, el español Josep Perlas, quiso cambiarle la técnica del golpe.

En su momento, tal fue la dificultad del finalista de Roland Garros 2004 con el servicio que en 2006 registró un récord negativo: cometió 23 doble faltas en un partido de tres sets. Fue por la cuarta ronda de Montecarlo, ante el alemán Nicolas Kiefer. Pese a ello, el Mago, por entonces 9° del ranking, triunfó por 6-7 (5-7), 6-4 y 6-3. Luego, en cuartos de final, cayó con Rafael Nadal por 6-2 y 6-1.

“Coria dio una muestra de solidez mental al superar un difícil compromiso ante el alemán Nicolas Kiefer y también al sobreponerse a un karma que no lo abandona: los graves problemas en su saque”, publicó LA NACION el 20 de abril de 2006, tras el encuentro en Montecarlo.

Pero este martes, aquella frustrante marca de Coria fue superada. ¿Dónde? En la primera ronda del ATP 500 de Dubai. El estadounidense Maxime Cressy, de 25 años y una de las mejores 40 raquetas del mundo (de hecho es el 36° del ranking), perdió con el canadiense Felix Auger-Aliassime por 7-6 (7-4), 3-6 y 6-3, cometiendo..., 25 doble faltas. Es la mayor cifra de esos errores en un partido a tres sets.

Nacido en París pero nacionalizado estadounidense, Cressy alcanzó el puesto 31° en agosto del año pasado. Ganó un título ATP, en Newport 2022, y disputó otras tres finales (Melbourne y Eastbourne 2022; Montpellier, durante la primera semana de este mes). Cressy ya había mostrado dificultades con su servicio en su último torneo jugado, en Marsella, cometiendo 26 doble faltas en dos partidos. Sin embargo en Dubai, para su frustración y preocupación, profundizó el problema.

Las dobles faltas, muchas veces, generan crisis de confianza en los tenistas. La bielorrusa Aryna Sabalenka, por ejemplo, en enero del año pasado en el torneo de Adelaida, lloró en medio de un partido al no poder detener la cadena de errores. Cometió 61 errores no forzados, incluidas 21 dobles faltas, y perdió con la sueca Rebecca Peterson por 5-7, 6-1 y 7-5. La bielorrusa que quedó expuesta con su servicio: sacó al menos 10 veces de abajo, cometió 21 dobles faltas y le quebraron nueve veces. Pero esa debilidad no le impidió superarse: en enero pasado conquistó su primer Grand Slam, en Australia. En 2022 había registrado 428 dobles faltas, 151 más que cualquier otra jugadora.

¿El ace más lento de la historia?

El saque de Cressy ya había llamado la atención en otra oportunidad aunque por otro motivo... El jugador diestro y de 2,01m fue el autor del servicio que -al menos en las redes sociales- bautizaron como el “ace más lento de la historia”. Fue el año pasado, durante la derrota ante su compatriota Christopher Eubanks por la primera ronda de Indian Wells. En una jornada muy ventosa, Cressy sacó desde el lado par con tanto efecto que la pelota hizo un trayecto totalmente inusual que sorprendió a Eubanks y ni le permitió tocar la esfera amarilla, generando las risas y los aplausos del público.