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Maxi Rescia: el capitán de Futsal que ayuda al equipo “desde la sombra” y sueña con volver a ser campeón

Maxi Rescia, figura de la selección de futsal que se inició en el club Pinocho
Maxi Rescia, figura de la selección de futsal que se inició en el club Pinocho

Crecieron en cada ciudad y cada pueblo allá lejos y hace tiempo, a medida que lo hacían las poblaciones y la gente sentía la necesidad de agruparse, de tener un lugar común que le sirviera de refugio y contención, de distracción y de punto de encuentro. También de espacio de juego y actividad física. Los clubes de barrio son un ingrediente indispensable de nuestra esencia, porque al margen de sus funciones básicas lentamente fueron convirtiéndose en forjadores de carácter, en un ancla donde se ata para siempre la pertenencia, en símbolos de identidad.

Maximiliano Rescia (33 años) creció y amasó su personalidad en Pinocho, uno de esos clubes que se erigen en representantes de un modo de vivir, en poseedores del espíritu de comunidad que habita un barrio. En su caso de Buenos Aires, aunque podría ser en cualquier punto del país. “Nací en Coghlan pero me crié en Villa Urquiza, ahí fui al colegio y sigo teniendo a mis amigos”, recuerda uno de los capitanes de la selección argentina de futsal que este domingo buscará el bicampeonato del mundo ante Portugal en Lituania. Y en cada intervención con los dientes apretados, en cada cruce salvador, cada vez que marca la cancha para indicarle al rival que no podrá pasar, deja impreso el sello de quien por encima de cualquier otra cosa está defendiendo el orgullo de los suyos, más allá de cuántas cámaras de televisión lo apunten o cuántos neones lo iluminen.

Pinocho fue desde siempre el hogar del actual dueño de la camiseta albiceleste número 5. Llegó a la sede de Manuela Pedraza al 5100 con 15 años, fue campeón en quinta y en cuarta división, y a los 17 ya jugaba en Primera, donde continuó ganando títulos: hasta cinco al hilo, hasta que en 2008 una llamada desde Italia le hizo apurar la despedida. Entonces armó las valijas, se fue a seguir creciendo al otro lado del océano y desde aquel día nunca dejó de hacerlo.

“Soy un jugador que intenta ayudar al resto de sus compañeros, muchas veces desde la sombra, luchando cada pelota como si fuera la última y dejando todo en cada jugada”, se define a sí mismo quien en los últimos tres años ha cambiado de península para jugar en Levante, el equipo valenciano que esta temporada perdió por penales la final de la Liga Nacional ante el Barcelona después de ir ganando hasta 54 segundos antes de que sonara la chicharra.

Tiene razón, Rescia. Su tarea no suele llevarse los focos que le apuntan a los habilidosos y los goleadores. Apenas lleva convertidos dos tantos en este torneo, en el 11-0 inaugural ante Estados Unidos. Pero su tarea es esencial. Aquel chico de Pinocho que comenzó su carrera en la posición de pivot hoy es un cierre de categoría internacional. Tanto es así que capitanes y entrenadores de la liga española lo eligieron como el mejor en su puesto en la temporada 20-21.

Las posiciones en futsal, vale aclarar, no son tan fijas como las del fútbol grande. El cierre carga con muchas de las responsabilidades defensivas cuando el equipo no tiene la pelota pero debe transformarse en cuanto la recupera. La evolución del deporte dinamizó el juego incorporando las rotaciones permanentes dentro de la pista. El último hombre puede iniciar la jugada, pero luego de dar el primer pase debe moverse, y cuando vuelva a entrar en acción seguramente estará en otro sector del campo. Ocurrió en el segundo gol contra Brasil en semifinales. Rescia arrancó la maniobra en el borde de su área y acabó tirando el centro que remató Borruto. “Llegué a España hace varios años siendo otro tipo de jugador y aquí crecí mucho”, reconocía el día que recibió el premio a su trayectoria anual.

Pero si Pinocho es la casa natal de Maxi Rescia y Levante la que habita en estos tiempo, la selección argentina es su segunda residencia. Internacional desde 2009, ya ha disputado más de 150 partidos y el actual es su cuarto Mundial: “Vestir esta camiseta es sin dudas la alegría más grande, una sensación inexplicable en la que se mezclan el orgullo de mostrar lo que somos, de representar a los míos, y también un modo de ‘volver’ al país por un rato”.

Lituania le llegó en un momento muy especial al jugador porteño. Su segundo hijo nació apenas cuatro días antes de embarcarse rumbo a España para iniciar la larga preparación rumbo a la defensa del título obtenida hace cinco años en Colombia. “No es el primer contratiempo en mi carrera, ya me tocó vivir situaciones personales difíciles. Estoy en un buen momento de mi carrera y voy a dar mi mejor versión dentro de la cancha”, avisó antes de viajar rumbo al Báltico. Y lo está cumpliendo con actuaciones notables.

En el partido decisivo ante Portugal, su seguridad, su concentración, su firmeza y su garra serán tan indispensables como su capacidad para darle salida limpia a la pelota y llegada peligrosa cuando merodea el área de enfrente. Nadie duda que Maxi Rescia pondrá todas estas virtudes sobre la pista, como lo hacía en Pinocho, donde aprendió que no hay mayor satisfacción que jugar para defender a los amigos, a su gente, para hacer feliz al barrio.