Marruecos, la selección que no ganó el Mundial, pero sí el corazón del mundo entero

Marruecos se despidió de Qatar 2022 con una honorable derrota contra Francia. (REUTERS/Molly Darlington)
Marruecos se despidió de Qatar 2022 con una honorable derrota contra Francia. (REUTERS/Molly Darlington)

Se fue Marruecos de Qatar 2022. Pero se van con el honor de un campeón sin corona. Nadie los ponía ni siquiera como caballo negro. O muy pocos, porque después de todo éxito consumado es fácil subirse al barco y sacar el pecho. Ellos arruinaron varias quinielas. Les criticaron por jugar a la defensiva, pero en el partido más caliente del Mundial demostraron que les sobran argumentos para atacar y poner contra las cuerdas al mismísimo campeón del mundo.

De entrada, tenían que pelear un pasaje en un grupo con dos equipos siempre amenazantes: Croacia y Bélgica. Pasaron primeros y, como augurio de mala suerte, el cruce los maldijo con un partido en contra de España. Nada fue lo suficientemente malo como para tener impacto en un equipo que estrenó entrenador en Walid Regragui hace cuatro meses. Mostraron más carácter que La Roja y avanzaron a unos Cuartos de Final que ya eran históricos.

Fans de Marruecos en Dusseldor, Alemania, observando el partido de Semifinales contra Francia. (REUTERS/Thilo Schmuelgen)
Fans de Marruecos en Dusseldor, Alemania, observando el partido de Semifinales contra Francia. (REUTERS/Thilo Schmuelgen)

Sí, incordiaron a la lógica. Se habla de procesos, planes a largo plazo, métodos que deben cuajar en un tempo determinado y que, si no se cumplen, solamente pueden tener el fracaso como resultado. Pues ellos volvieron a las bases con el tiempo encima: echaron a Vahid Halilhodžić y trajeron a alguien que conocía la idiosincrasia marroquí de los pies a la cabeza. Regragui dotó al equipo de las herramientas tácticas para competir ante los mejores, unió al grupo, y hasta pidió que las madres de los jugadores acompañaran a sus hijos a la concentración.

Todo en uno: motivador, conocedor y estratega. No hubo cabida para egoísmo en esta selección de Hakimi, Amrabat, Ziyech, Bono, Saiss, En-Nesyri y Boufal. Ahora todo el mundo los conoce, por si es que antes no los habían tomado en serio. Vencieron a Portugal con autoridad y nunca les representó una molestia tener a Cristiano Ronaldo enfrente. No había autoridad que les fuera imposible de desafiar. Y así llegaron hasta unas Semifinales de Copa del Mundo.

Fans palestinos al oeste de Jerusalén apoyando a Marruecos. (REUTERS/Ammar Awad)
Fans palestinos al oeste de Jerusalén apoyando a Marruecos. (REUTERS/Ammar Awad)

Sí, los golpearon rápido, pero se repusieron y encerraron a Francia en su portería. Saben jugar con balón y sin él. ¿Cómo no admirarles, si hicieron que todo su país gritara por ellos e inundara las callas de luces y gritos? Marruecos es más que una revelación: es la materialización del sueño que todos los fans del futbol han tenido alguna vez.

Ahora el reto será titánico para los Leones del Atlas: mantenerse en la cima del futbol mundial. Nunca se les volverá a ver del mismo modo y es lo más normal: ya han hecho historia en una Copa del Mundo, y eso no se los va a poder quitar nadie. Toda África vio reflejados sus mejores sueños en la gesta marroquí de Qatar. Lucharon con el alma de la Camerún de 1990, el Senegal de 2002 y la Ghana de 2010. Se dijo durante muchos años que el futuro de este juego estaría en el continente africano. Otros dijeron que esa premisa estaba destinada a fracasar.

Fans de Marruecos, en Casablanca, se lamentan por la derrota de su selección contra Francia en Qatar 2022. (REUTERS/Silvio Castellanos)
Fans de Marruecos, en Casablanca, se lamentan por la derrota de su selección contra Francia en Qatar 2022. (REUTERS/Silvio Castellanos)

Hoy la realidad se impone: Marruecos acabará la Copa del Mundo entre las cuatro mejores selecciones de todo el orbe. Y todavía les queda el partido por el tercer lugar contra otro rival igual de honorable: la Croacia de Luka Modric. Llegaron al penúltimo día del calendario y lo van a seguir disfrutando. Quien piense que un Mundial únicamente se trata de vencer está perdiendo el tiempo. Un Mundial, ante todo, se construye de recuerdos: de algo que, dentro de muchos años, seguirá en nuestra memoria y presumiremos haberlo atestiguado. Y Marruecos es eso, una reserva de épica que nos acompañará a todos por el resto de nuestros días.

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