Ni Marc Márquez valora en su medida lo que ha hecho este fin de semana

MISANO ADRIATICO, ITALY - OCTOBER 24: Marc Marquez of Spain and Repsol Honda Team celebrates with his trophy during the race of the MotoGP Gran Premio Nolan del Made in Italy e dell'Emilia-Romagna at Misano World Circuit on October 24, 2021 in Misano Adriatico, Italy. (Photo by Steve Wobser/Getty Images)
Photo by Steve Wobser/Getty Images

El pasado 15 de septiembre, Marc Márquez volvía a caerse, esta vez en el circuito de Misano. No una, sino dos veces. Misano es uno de esos circuitos que a Márquez tanto se le atragantan desde su lesión a principios de 2020, un circuito lleno de curvas a la derecha, la gran pesadilla del ocho veces campeón del mundo. Lo de Márquez con los circuitos de este tipo no es algo nuevo, pero se ha acentuado desde la operación en el hombro, hasta el punto de que él mismo ha insinuado en varios momentos de una dificilísima temporada que no sabía si podría volver a ser competitivo allí.

Las caídas de aquel sábado corroboraban su teoría. Márquez, que estuvo a punto de quedarse en la Q1, solo pudo pasar a la Q2 siguiendo la rueda de Bradl, piloto de pruebas de HRC... y aun así fue solo séptimo. Joan Mir, el vigente campeón del mundo, se enfadó muchísimo: "No entiendo cómo alguien que ha ganado ocho mundiales no puede hacer las cosas solo", dijo, después de que Marc intentara coger su estela en un par de ocasiones. Pese a que en la carrera, Márquez mejoró sus prestaciones y acabó cuarto, se puede decir que el fin de semana de Misano fue un fin de semana horrible para él. Un ejemplo más de sus limitaciones. Un paso atrás después de su segundo puesto en Aragón, circuito "de izquierdas" donde los haya.

Márquez no tardó en sacarse de encima las malas sensaciones: a las dos semanas, estaba ganando en Las Américas, uno de sus tantos circuitos fetiche. Por supuesto, eran excelentes noticias: en un año que se suponía de transición tras no poder competir en 2020, esta era su segunda victoria y su tercer podio. Teniendo en cuenta, además, cómo Yamaha y Ducati le han comido el terreno a Honda y los terribles problemas que están teniendo todos los pilotos de esta última escudería, hablamos de un resultado magnífico. Solo que, ay, era otro circuito con curvas a izquierdas, decían los críticos... y las dudas seguían de cara al futuro, por mucho que el presente pareciera enderezarse.

Y, así, más de un mes después de sus caídas y sus problemas, Marc Márquez volvía este fin de semana a Misano. Por supuesto, todo el mundo estaba pendiente del duelo entre Fabio Quartararo y Francesco Bagnaia, y era lógico que así fuera. Pero, a veces, el presente nos ciega un poco y no nos deja ver las señales del futuro. Márquez llegó a Misano con la idea de hacer un podio. Necesitaba hacer un podio "a derechas" antes de acabar la temporada. Lo que nadie -ni él mismo- esperaba era una victoria, por mucho que Bagnaia se cayera por el camino.

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El triunfo es importantísimo. El propio Márquez quiso rebajar la euforia con unas declaraciones que van en la línea de lo que viene diciendo todo el año: "Aún sigo conduciendo con un brazo y medio", "pensé que a estas alturas ya iba a poder conducir como quería y solo lo consigo a ratos"... No son las palabras de alguien eufórico, precisamente, sino de alguien que sabe que sigue habiendo un problema. Ahora bien, si con ese problema, con una moto más lenta, y con sus rivales jugándose el todo por el todo en una carrera rapidísima, es capaz de ganar... ¿qué pasará cuando esté al cien por cien y en Honda se pongan las pilas?

Es normal que Márquez no quiera robarle protagonismo a Quartararo en su gran día, pero también es normal que los aficionados nos emocionemos. Durante este largo año y medio, ha habido dudas muy razonables de si Marc iba a poder volver a competir por el título. Dudas que hemos tenido todos y que se ve que el piloto, un perfeccionista absoluto, sigue teniendo. Ahora bien, nada hace pensar ahora mismo que en 2022, Márquez no vaya a salir como gran favorito junto al propio Quartararo, que llevaba ya varios años llamando a la puerta y no conseguía tirarla hasta este mismo domingo.

Se prevé un Mundial apasionante, desde luego. Un Quartararo lleno de confianza, dispuesto a defender su título, contra un Márquez hambriento y luchador, después de un invierno que le vendrá de maravilla para descansar el hombro, acertar con la terapia necesaria y volver aún más fuerte en primavera. Esto sucede muchas veces en deporte: el triunfo llega antes que las sensaciones. De hecho, a menudo, es el triunfo lo que hace que las sensaciones mejoren. De repente, te das cuenta de que puedes hacer cosas que creías que eran imposibles.

Márquez ya sabe que puede ganar "a izquierdas" y "a derechas". Puede ganar con la mejor moto y con una moto del montón. Con diecisiete años y con veintiocho. Contra Jorge Lorenzo y contra Fabio Quartararo. Nadie le va a devolver estos dos años perdidos, pero quedan ante sí muchos más en los que agrandar su leyenda. Esto, insisto, no estaba nada claro hace apenas unos meses. Hablamos de un hombre que se ha caído más de veinte veces en lo que va de temporada... más las que ha salvado en el último momento. Con Rossi retirado, Moto GP necesita a un gran campeón como Márquez para elevar las audiencias y el interés en un momento en el que la Fórmula 1 renace de sus cenizas. Este fin de semana se ha decidido mucho más que el título de campeón... por mucho que incluso Marc se niegue a reconocerlo.

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