Manu Ginóbili ingresó en el Salón de la Fama del básquetbol: la emotiva noche en la que su leyenda se hizo eterna

El bahiense Manu Ginóbili, de 45 años, ingresó en el Salón de la Fama del básquetbol, en Springfield, un sitio reservado sólo para leyendas
El bahiense Manu Ginóbili, de 45 años, ingresó en el Salón de la Fama del básquetbol, en Springfield, un sitio reservado sólo para leyendas

SPRINGFIELD, Massachusetts.- Laureado en el rincón del mundo donde nació el básquetbol. Leyenda entre leyendas. Emanuel David Ginóbili dio el último gran salto que se puede lograr hacia la eternidad. A los 45 años, Manu ingresó en el prestigioso Salón de la Fama del básquetbol. Retirado en 2018, consiguió este brinco hacia la perpetuidad en, apenas, su primera “opción como elegible”, ganándose la aprobación del exigente comité del Naismith Memorial Basketball Hall of Fame. El bahiense, junto con otros doce protagonistas de la clase 2022 (como por ejemplo Tim Hardaway y el entrenador George Karl), llegaron a lo máximo, donde también se encuentran Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, Shaquille O’Neal y Scottie Pippen, entre tantos otros.

Ginóbili es el primer argentino en conseguirlo, claro, pero lejos de ensalzar sus logros individuales, su mensaje fue claro: no hubiera llegado tan alto sin el sostén de sus compañeros. No se hubiera convertido en un superhéroe con musculosa sin la inteligencia y la pasión de sus equipos de la Generación Dorada, de San Antonio Spurs, de Kinder Bolonia, de Reggio Calabria, de Estudiantes de Bahía Blanca, de Andino de La Rioja. El impulso fue personal, pero el contagio fue colectivo. Y así lo expuso en una noche muy especial.

Emanuel Manu Ginóbili ingresa formalmente al Salón de la Fama de la NBA, un sitio reservado para los mejores jugadores de la historia que brillaron en la liga estadounidense de básquet y donde, hasta ahora, no hubo argentinos. 10/09/22
Emanuel Manu Ginóbili ingresa formalmente al Salón de la Fama de la NBA, un sitio reservado para los mejores jugadores de la historia que brillaron en la liga estadounidense de básquet y donde, hasta ahora, no hubo argentinos. 10/09/22

“Creo que después de esto no hay nada más. Más arriba, el cielo. Es realmente impresionante. Uno no tomaba realmente dimensión de lo que significaba, pero cuando estás in situ te das cuenta de la dimensión de todo. Y al lado de quienes estará, porque entrás en el Salón de la Fama y ves a Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, Wilt Chamberlain. Y que tu hermano esté compartiendo el mismo lugar con los monstruos que uno, cuando era chiquito, pensaba que eran marcianos… Bueno, tener un hermano marciano no está nada mal . Estar acá, donde se creó este hermoso deporte, y ver que Manu va a estar ahí presente, es realmente inenarrable. Es como estar en Disney y que tu hermano sea Mickey Mouse”. La narración, ante LA NACION, es de Leandro Ginóbili, uno de los hermanos de Manu, presente en Springfield para la inducción de Manu.

Ginóbili decidió que la celebración sea conjunta y para nada individual. Por eso estuvo arropado por lo más valioso que tiene. Por su familia (obviamente estuvieron Marianela Oroño, su mujer; y también sus hijos, Dante, Nicola y Luca, quienes el sábado por la noche lo ayudaron a Manu a colocarse el emblemático saco naranja que habitualmente le entregan a los galardonados). Y muchos de sus mejores aliados dentro de la cancha. Varias piezas de los tiempos dorados del seleccionado argentino, como Luis Scola, Fabricio Oberto, Chapu Nocioni, Pepe Sánchez y Gabriel Fernández. Por entrenadores que lo marcaron, como Julio Lamas y Huevo Sánchez. Y por compañeros con los que llegó a dominar la NBA, con cuatro anillos de los Spurs, como Tony Parker y Tim Duncan, que ingresó en el Hall of Fame en 2020 y, ahora, fue parte del protocolo de la ceremonia dándole la “bienvenida” al argentino.

A metros del río Connecticut, el magnetismo que ostenta el Salón de la Fama que lleva el nombre del profesor James Naismith (creador del básquetbol en 1891) y que anualmente recibe a 200.000 visitantes, también se traslada a unas diez cuadras, hasta la Symphony Hall, una sala de conciertos construida entre 1911 y 1913, originalmente conocida como “El Auditorio”, donde, por lo general, se realiza la ceremonia de inducción al Hall of Fame. Con excelente acústica, arquitectura del Renacimiento griego y capacidad para 2600 personas, fue el escenario de una noche histórica para el deporte nacional, en la que Manu Ginóbili dejó un mensaje emocionante durante su discurso, resaltando los valores del básquetbol y, sobre todo, del trabajo en equipo.

Los fanáticos de Ginóbili, atentos a un momento histórico para su ídolo
Los fanáticos de Ginóbili, atentos a un momento histórico para su ídolo

Decenas de camisetas de los Spurs con el número 20 y del seleccionado argentino de fútbol ilustraron las escalinatas del Symphony Hall un buen rato antes del comienzo de la celebración. Los fanáticos de Ginóbili, separados por una pequeña valla, disfrutaron del desfile de los distintos protagonistas por la alfombra roja. Los integrantes de la Generación Dorada aparecieron todos juntos. “Son los Beatles”, gritó un mexicano admirador de Scola y compañía. Ginóbili, que entró por otra puerta, lució zapatillas especiales para la ocasión, con el detalle de los años en los que ganó los anillos de la NBA (’03, ‘05, ‘07 y ‘14) y el oro olímpico con la selección (2004).

Dentro del teatro, el clima fue el ideal, de camaradería, ojos humedecidos y aplausos. Hubo figuras de otros tiempos participando del festejo, como Reggie Miller, Isaiah Thomas, Alonzo Mourning, Charles Barkley, Chris Mullin, Rudy Tomjanovich (dos veces campeón como entrenador con los Rockets, autor de la famosa frase: “Nunca subestimes el corazón de un campeón”), Gary Payton, Ben Wallace... Las butacas de pana roja y con detalles de madera, las pantallas gigantes en los extremos del escenario, el juego de luces de colores, las arañas colgadas de los techos decoraron un evento extraordinario, en el que un argentino (el deportista ideal, sin duas) se convirtió en el más aclamado.