"Mantequilla" Nápoles: la leyenda del boxeo que murió en el olvido

"Mantequilla" Nápoles reinó durante diez años como el mejor peso welter del mundo. (Getty Images)
"Mantequilla" Nápoles reinó durante diez años como el mejor peso welter del mundo. (Getty Images)

José Ángel “Mantequilla” Nápoles llegó a México con una ilusión irremplazable: convertirse en campeón del mundo. Pero la realidad excedió sus propios anhelos. No solo cumplió con aquella primera encomienda. Su talento y carisma lo elevaron al santuario de leyendas boxísticas del país. Es uno de los campeones de peso welter más grandes de todos los tiempos. Su trágico final no le hizo justicia a la dorada carrera que escribió página a página en los ensogados.

Cuando Fidel Castro prohibió el boxeo en Cuba, hacia 1961, Nápoles era apenas un talento en ciernes. Había disputado 21 peleas como profesional y el destino era más bien incierto. No es que pelear fuera lo mejor que supiera hacer: era lo único. Ante tamaño dilema, el naciente púgil no tuvo otro remedio que escapar de su tierra natal. En su mapa, tenía un punto fijo: México, la tierra de campeones en la que el boxeo era casi una religión.

Se instaló en suelo azteca ese mismo año. De ahí en adelante su ascenso fue imparable. El Mantequilla integró lo mejor de dos escuelas: la técnica y pulcritud cubana con el arrojo pirotécnico de México. Sus combates tenían todos los ingredientes del manjar: lucidez y violencia, una fórmula que pocos boxeadores han dominado con tanta precisión. El 21 de julio del 62 hizo su debut victorioso en México ante Enrique Camarena.

En una época en la que obtener oportunidades por cinturones mundiales no estaba al alcance de cualquiera, Nápoles tuvo que labrar su camino con mucha paciencia. En total fueron 64 combates (60 victorias y 4 traspiés) los que recorrió Mantequilla para disputar las coronas CMB, AMB y The Ring ante Curtis Cokes en el Foro Inglewood de California.

Aquel triunfo fue conmovedor. Cokes no salió al último round (cuando las peleas eran a 15 asaltos) y toda la gloria fue de Nápoles. Quizá los recuerdos, quizá la nostalgia de su tierra; imposible saberlo, pero Mantequilla rompió en llanto al sonar el campanazo que lo anunciaba como ganador y nuevo campeón. En México, la afición ya le había entregado su corazón. Y él pagó ese amor con la misma moneda: le pidió la nacionalidad mexicana al presidente Díaz Ordaz y solicitó que antes de sus combates se entonara el Himno Nacional mexicano.

Tras cinco defensas exitosas, Billy Backus le arrebató sus títulos de las 147 libras el 3 de diciembre de 1973. Los recuperó al año siguiente, en la revancha, para dar muestra de una valentía a prueba de derrotas. En los tiempos de Mantequilla, el boxeo era así. no importaba perder, siempre y cuando el orgullo prevaleciera para levantarse y regresar a la candela.

No conforme con mandar en la categoría welter, Nápoles fue en busca de otra categoría. Aceptó el reto de Carlos Monzón, el todopoderoso campeón del mundo en peso mediano. La diferencia de tamaño le jugó en contra: el púgil argentino lo derrotó en el sexto round por nocaut. Su prestigio quedó intacto, tanto así que Julio Cortázar lo utilizó de inspiración para el cuento ‘La noche de Mantequilla’.

No importaba tanto la derrota como el legado que, a esas alturas, ya era suyo. Volvió a su división para sellar cuatro defensas más antes de su retiro. El 6 de diciembre de 1975, Nápoles cerró el telón. Se despidió con una dolorosa derrota frente a John Stracey que significó también el adiós a su reinado como el mejor peso welter de la década.

Nápoles no limitó su estrella al ámbito boxístico. Era una celebridad en la vida popular. Participó en una película con el Santo, tuvo su propio cómic, y hasta Don Ramón, mítico personaje de El Chavo, lo reconoció como su ídolo. La fama se esfumó con el tiempo y Mantequilla vivió un calvario. Entre las fiestas y las apuestas, dilapidó la fortuna que ganó arriba y abajo del ring.

En su vejez, contrajo diabetes y tuvo principios de Alzheimer, además de padecer un enfisema pulmonar. En los últimos años de su vida, perdió su casa y sólo la caridad evitó que se quedara en la calle. Las últimas entrevistas que concedió eran muy tristes y lo decían todo sobre su estado de salud: no podía articular palabras y apenas entendía lo que escuchaba. El 16 de agosto de 2019 José Ángel López perdió la vida. Cubano de nacimiento, Mantequilla y su boxeo enamoraron a México de norte a sur.

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