La sombra de 'Mad Max' asola a la surrealista nueva película de su director

George Miller, el director de Mad Max, está de vuelta a los cines con una cinta con la que vuelve a romper expectativas. Tomándose un descanso de su adrenalínica saga de acción, que rompió esquemas en 2015 con uno de los mejores y más trepidantes blockbusters de la pasada década, nos trae ahora una película mucho más pequeña en donde se adentra en el cine fantástico y en una historia más íntima y pasional.

Se trata de Tres mil años esperándote, cinta protagonizada por Tilda Swinton e Idris Elba que llega a los cines españoles a partir del 2 de septiembre. Nos presenta el relato de un genio que se encuentra con Alithea, una doctora en literatura a quien ofrece concederle tres deseos. Sin embargo, ante su indecisión por cuestiones morales, el genio entrará a contar las historias fantásticas que vivió en el pasado con las que le ayudará a tomar su decisión.

Fotograma de 'Tres mil años esperándote' (© 2022 Metro-Goldwyn-Mayer Pictures Inc. All Rights Reserved.)
Fotograma de 'Tres mil años esperándote' (© 2022 Metro-Goldwyn-Mayer Pictures Inc. All Rights Reserved.)

La idea, la mezcla del fantástico con reflexiones vitales sobre el amor y la soledad que van surgiendo a lo largo de este conglomerado de relatos surrealistas, me parece buena. Sin embargo, ha sido una película con la que no he conectado. Y creo que la culpa, más que de esta historia en sí, recae en mis expectativas y en el legado que arrastra su director tras Mad Max.

Siendo sincero, me he aburrido mucho con Tres mil años esperándote. Más allá de mis expectativas, creo que sí presenta problemas serios de ritmo y le cuesta generar interés por lo que está aconteciendo en pantalla. La mayor parte del tiempo sentía que estaba viendo una sucesión de imágenes oníricas propias de un anuncio de colonias que me decían entre y poco y nada, pero, llegado al tramo final, su discurso cobraba sentido y me conmovía. Fue entonces cuando pensé que no se trataba de una mala película, sino que yo le venía exigiendo algo muy diferente a lo que propone.

Fotograma de 'Tres mil años esperándote' (Elise Lockwood, cortesía de Deaplaneta)
Fotograma de 'Tres mil años esperándote' (Elise Lockwood, cortesía de Deaplaneta)

Después de siete años sin una nueva película de George Miller tras la adrenalina de Mad Max: Furia en la carretera, me acerqué al cine esperando una experiencia con unas vibraciones similares. Pero, evidentemente, esta no es una película de acción que busca hacernos vibrar en la butaca, sino una historia más íntima que usa el fantástico para trasladarnos reflexiones vitales. Lo único que busca es sorprendernos con la belleza de sus imágenes y hacernos conectar con sus protagonistas. Y lo consigue, pero el camino hasta llegar a este punto se hace cuesta arriba.

Si no hubiera tenido tan en mente el trabajo de Miller en Mad Max, muy posiblemente me hubiera enfrentado a Tres mil años esperándote de una manera diferente, pero al final es imposible que la sombra de esta cinta se le eche encima. Y es que más allá de esta franquicia protagonizada por Mel Gibson y Tom Hardy, el cineasta siempre ha demostrado un gusto exquisito tras las cámaras y nos ha hecho vibrar hasta con películas infantiles musicales como Happy Feet. Pero aquí no hay nada de ese ritmo endiablado, solo una historia íntima y fantástica que por su toque tan onírico y surrealista se percibe como algo extraño y difícil de digerir.

Creo que todo amante del género fantástico, especialmente los que buscan propuestas exóticas y diferentes que rompan la regla, encontrarán una excusa para disfrutar de Tres mil años esperándote. Al final, por atípica que puede ser su propuesta, y por aburrida que se haga en sus primeros compases, no deja de ser una historia sobre un genio contándote sus aventuras y relatos amorosos en tiempos remotos. Y si le sumamos lo entrañables que son los personajes de Swinton y Elba y lo bien que cuajan sus mensajes sobre la soledad y el amor en el ser humano, queda una conjunción de elementos que son todo un disfrute cinematográfico. Pero, como digo, no deja de ser una película con problemas serios de ritmo a la que la sombra de las anteriores películas de su director, especialmente Mad Max, le pasa factura.

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