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El problema de Luka Doncic no son los cubatas sino los árbitros

SAITAMA, JAPAN - JULY 29: Head coach Aleksander Sekulic of Team Slovenia pushes Luka Doncic #77 away from the referee at half time in a Men's Preliminary Round Group C game against Japan on day six of the Tokyo 2020 Olympic Games at Saitama Super Arena on July 29, 2021 in Saitama, Japan. (Photo by Gregory Shamus/Getty Images)
Photo by Gregory Shamus/Getty Images

En la semana de la salud mental en los Juegos Olímpicos, Luka Doncic hizo algo muy saludable a los veintidós años: emborracharse con unos amigos en una habitación de hotel -presuntamente-. El escándalo que surgió de aquello supongo que es comprensible en tiempos de moralinas pero no se puede todo: reivindicar el derecho de los deportistas a ser personas normales y a la vez criticarlos por hacer lo que todo chaval haría en esa circunstancia. Están los libros sobre el Dream Team del 92 llenos de noches de cigarrillos, cartas, whisky y resacas épicas. Mal no les fue.

Tampoco le está yendo precisamente mal a Luka Doncic en Tokio -ni a Cristina Ouviña, por cierto, de donde salió la filtración y que este jueves jugó un partido antológico ante Serbia-. Del esloveno sabemos que tiene problemas para cuidar su físico en general y una cierta tendencia a engordar y sobre todo a hincharse. Ahora bien, el dominio que tiene sobre un cuerpo de por sí privilegiado compensa todos los excesos nocturnos. O los compensa al menos a los 22 años, conforme vaya avanzando su carrera tendrá que tomarse las cosas de otra manera.

El problema de Doncic, pues, no son los cubatas ni el vodka ni las noches entre risas con los amigos. Después de tres años metido en esa burbuja de profesionalismo extremo que es la NBA, con sus millones de dólares y sus entornos exclusivos, le viene muy bien recuperar las amistades de la adolescencia. Quien se divierte fuera de la cancha, más posibilidades tiene de divertirse dentro y, así, Luka promedia en sus dos primeros partidos 36,5 puntos en menos de 30 minutos de juego, a lo que añade 9 rebotes, 6 asistencias y 2,5 tapones, una estadística sorprendente. Su equipo, Eslovenia, no solo ha ganado los dos encuentros sino que ha anotado 234 puntos entre los dos, algo que no se veía en un equipo no estadounidense desde el Brasil de Óscar Schmidt en Seúl 88.

Lo que necesita mejorar Doncic, y no es nada nuevo, es su actitud respecto a los árbitros. Es desesperante verle quejarse todo el rato de cada acción en el juego. Lo sorprendente es que, de momento, no haya acabado descalificado ninguno de sus encuentros. Si los árbitros NBA ya le cogieron la matrícula en la liga estadounidense, dejándole a una técnica de una suspensión de un partido, en el baloncesto FIBA la cosa es más compleja aún porque apenas se respetan supuestas jerarquías. Adam Silver puede decir "cuidado con las estrellas, son las que nos dan de comer", pero Hamane Niang en ningún caso podría dar una orden así, ni siquiera insinuarla.

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¿Se imaginan el escándalo de tener a Doncic protestando todo el rato para acabar recibiendo la técnica un rival? No puede ser. El listón ha de ser el mismo para todos. Y así, Luka se llevó una en el primer partido y otra en el segundo. Hubo un momento ante Japón en el que pareció que le caía la segunda pero el árbitro se lo pensó dos veces. Dos técnicas en dos partidos que su equipo ha ganado por un total de más de cincuenta puntos parece excesivo. No es solo la protesta, que es algo habitual en muchas otras estrellas, sino la forma de protestar, un cierto aire de prepotencia, de incredulidad, que roza continuamente la falta de respeto.

Doncic no suele tener problemas de faltas porque no es un defensor demasiado agresivo -dejémoslo así- pero hay que recordar que dos técnicas descalifican al jugador para el resto del partido. Si eso te pasa contra Japón o en un partido dominado contra Argentina, bueno, mal está... pero si te pasa en un calentón de segundo cuarto en el cruce de cuartos de final o en el de semifinales, la avería que le haces al equipo es tremenda, como tremendo es el daño sobre tu reputación. De "Wonder Kid" puedes pasar a "niño consentido" en un momento y sería una pena en un jugador de su enorme talento.

De hecho, si hiciéramos una encuesta entre los aficionados de cualquier equipo acerca de lo que tiene que mejorar Luka, es posible que alguno apuntara a su forma física -esa sensación de agotamiento que desprende demasiado habitualmente- pero la mayoría le reprocharía la actitud sobre el campo. Doncic es un elegido que tiene todo el derecho a comportarse como si fuera un elegido a la hora de jugar al baloncesto. Otra cosa es en su relación con los árbitros, a los que debe un respeto que no les tiene. Fiarlo todo a que se cortarán por ser quien es parece peligroso. Bien harían el entrenador y sus compañeros en explicárselo con claridad: no más gestos, no más risas irónicas, no más brazos extendidos, no más técnicas. Estos Juegos tienen que ser sus Juegos, el estandarte de una propuesta insólita en el mundo FIBA. Bajo ningún concepto se puede permitir estropearlo por una rabieta.

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