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Si eres madridista, tienes que entender lo que está haciendo Luis Enrique

ZARAGOZA, SPAIN - SEPTEMBER 24: Luis Enrique Martinez, head coach of Spain looks on prior to the UEFA Nations League League A Group 2 match between Spain and Switzerland at La Romareda on September 24, 2022 in Zaragoza, Spain. (Photo by Eric Alonso/Getty Images)
Luis Enrique saluda a la afición de La Romareda antes del partido entre España y Suiza. (Photo by Eric Alonso/Getty Images)

El problema de que todo tenga que ser blanco o negro es que los aficionados más entusiastas de Barcelona y Real Madrid se sienten obligados a tomar partido en cada cuestión según le vaya a su equipo. En el caso de la selección, el debate se fija permanentemente en Luis Enrique, con el convencimiento de que es un antimadridista declarado. El mismo Luis Enrique que jugó cinco años (doscientos trece partidos) en el Real Madrid y que tiene como fijo en su banda derecha al único titular español que coloca Ancelotti en el equipo blanco: Dani Carvajal.

Diría que el desencuentro viene de muy lejos: Luis Enrique no era el jugador más querido del Bernabéu aunque no se le pudiera echar nunca en cara su dedicación ni su entrega. Llegó como delantero centro estrella, se tuvo que adaptar a la posición de extremo y acabó como lateral por las dos bandas. Nunca rechistó. Clemente le utilizaba de media punta en la selección, posición en la que también le puso Van Gaal a partir de su segundo año en el Barcelona. Un chico para todo.

Es curioso que un jugador tan polivalente -se podría decir caótico- consiguiera convertirse en un continuador de la ortodoxia como entrenador en el Barcelona. O al menos aparentarlo. El Barcelona de Luis Enrique, incluso el que ganó el triplete, siempre fue un equipo muy mal entendido. Ni hacía juego de posición ni le interesaba lo más mínimo ni consideraba pecado salir con tres puntas desequilibrantes que a veces presionaban en defensa y muchas otras veces, no. Le fue de maravilla y sus contras eran letales.

Ahora bien, que los barcelonistas le sientan como un hijo pródigo y los madridistas como un enemigo irreconciliable no deja de ser llamativo. Lo que está haciendo Luis Enrique en la selección tiene mucho de la filosofía del Barcelona -el gusto por la posesión, por el ataque, por las bandas...- pero tiene mucho más de la del Real Madrid o al menos de la del Real Madrid de los últimos años, el de las cinco Champions. No solo es que tenga al mismo lateral centrando al segundo palo a ver si algún compañero le gana la espalda a la defensa, sino que comparte esa sensación de vértigo y de fragilidad. De constante arriba y abajo, paradón del portero propio y aguijonazo al más mínimo despiste ajeno.

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No acaba ahí la cosa. Aparte de que un partido de España recuerde mucho más a un partido del Real Madrid que al de cualquier otro equipo (acabamos de clasificarnos con un gol en el minuto 88, solo con eso debería valer para aceptar la comparación), el propio proyecto de Luis Enrique como seleccionador es idéntico al de la dirección deportiva y el cuerpo técnico madridistas al menos desde la llegada de Ancelotti: apostar por los jóvenes y quitarse de en medio a jugadores cuyo máximo ya ha quedado atrás.

Luis Enrique dejó de llamar a Sergio Ramos más o menos a la vez que Florentino Pérez decidió no renovarlo. Dejó de llamar a Isco cuando vio que Ancelotti no contaba con él y todo indica a que el futuro de Asensio en la selección y en el Madrid van por el mismo camino. En su lugar, apuesta por la juventud. En el caso del Madrid, por la juventud brasileña (Vinícius, Rodrygo o Militao), la francesa (Tchouamení, Camavinga) o la uruguaya (Fede Valverde). En el caso de Luis Enrique, pues lo que los clubes españoles vayan sacando.

El concepto, en cualquier caso, es el mismo: si eres bueno, no puedes ser demasiado joven. No existe eso. Te voy a dar la responsabilidad y no voy a andar rescatando a viejas glorias que te ocupen el puesto. Crecerás conmigo. En el partido contra Portugal de la Nations League, cuando más cerca estaba la eliminación y el carrusel de críticas contra el seleccionador, Luis Enrique se la jugó con Pedri (19 años), Gavi (18), Nico Williams (20) y Yeremy Pino (19). El equipo empezó a ser otro, consiguió romper el partido y, en el cara o cruz, salió cara.

La fe de este seleccionador en sus promesas es exactamente la misma de Ancelotti y Florentino cuando dicen "Casemiro es buenísimo, pero, no pasa nada, está Tchouamení". En la selección faltan grandísimos jugadores como Iago Aspas, jugadores solventes como Nacho y el habitual montón de jugadores en racha según el momento (ahora mismo, se me ocurren Berenguer y pocos más). Ahora bien, todos hemos visto a una selección española con Aspas y Nacho caer en octavos de un Mundial ante Rusia después de batir el récord del mundo de pases horizontales.

Hay proyectos que tienen límites por arriba y por abajo. El suelo del equipo por el que apuesta Luis Enrique es potencialmente más bajo por la inexperiencia de muchos de sus jugadores. Lo bueno es que su techo no lo conocemos. Si los chavales del Madrid ganaron una Champions imposible hace solo unos meses, ¿por qué no van a hacer lo mismo con el Mundial los chavales de España?

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