Lucas Pouille, el tenista que tiró las raquetas a la basura, dormía una hora por noche y tomaba solo en los bares y ahora celebra su renacer: jugará en Roland Garros

Lucas Pouille en Roland Garros: un reencuentro con las emociones y las buenas sensaciones
Lucas Pouille en Roland Garros: un reencuentro con las emociones y las buenas sensaciones - Créditos: @Twitter @rolandgarros

Última fecha de la clasificación de Roland Garros. Cancha 14. Atrona el “Lucas, Lucas, Lucas”. En la tribuna, una mujer rompe en llanto. Ha pasado momentos hermosos, pero también fue parte del calvario. Debajo, en la silla, luego de la batalla final y de conseguir el objetivo (jugar el Grand Slam que lo apasiona), se esconde debajo de su gorra y también llora. El Abierto de Francia, su main draw, arranca este domingo, pero en rigor, ya comenzó. Siempre hay historias conmovedoras. Como la de Lucas Pouille.

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Tenía 24 años y estaba en el mejor momento de su carrera. Se había metido entre los top 10. Con cinco títulos, diseminados en cancha dura, pasto y polvo de ladrillo. Era una de las grandes esperanzas del tenis francés. Lucas Pouille divertía en la cancha y su estilo y carisma provocaban admiración. Todo le salía fácil. Campeón de la Copa Davis en 2017, definiendo él la final con Bélgica. Alguna vez, allá por 2016, tuvo un cruce con Juan Martín del Potro en Wimbledon, donde cuestionó una decisión del Ojo de Halcón y no paraba de protestar, ante lo que el tandilense le disparó un “cállate” que sorprendió a todos. Más a él.

Le tocó atravesar una tormenta de pérdida de confianza en ese mismo 2018, producto de una lesión de espalda y fugas mentales que lo sacaron de eje. Pero no le temió a las decisiones importantes. Y buscó asesoramiento en su compatriota Amelie Mauresmo, doble campeona de Copa Davis, coach y actualmente directora de Roland Garros. A muchos, en esa época, les llamaba la atención que Pouille convocara a una entrenadora mujer que no fuese de su familia, como era el caso de Andy Murray, por ejemplo. Aunque Amelie también llegó a conducir al escocés. Pouille era el único hombre del top 100 con una coach mujer. “Los tiempos han cambiado, Murray había sido el primero en tener una entrenadora mujer y por ello recibió críticas. Los hombres entrenan a las mujeres, ¿por qué no al revés? No se trata de ser un hombre o una mujer, se trata de conocer el tenis, de tener un buen estado mental. Ella es una campeona, una gran entrenadora”, afirmó Pouille en esa oportunidad. Cuestión de carácter, le llaman. Y de convicciones.

La emoción de Lucas Pouille al entrar en el main-draw de Roland Garros
La emoción de Lucas Pouille al entrar en el main-draw de Roland Garros - Créditos: @Twitter @rolandgarros

Pero así como en 2018 pegó el salto y llegó a ubicarse entre los mejores 10, la vida le puso nuevos obstáculos. Y no fue hace tanto, al contrario. Llegó 160° a Roland Garros 2022 y luego de perder en el debut con el checo Zdenek Kolar, le siguieron otras dos derrotas en Challengers que volvieron a impulsarlo a aguas profundas. Pero peor aún que aquel derrumbe cuatro años antes. Depresión, noches de insomnio y hasta pasar largo tiempo en los bares bebiendo en soledad. La peor combinación para una persona de vida común, potenciado en su caso por tratarse, además, de un deportista profesional. Estrepitosa caída. Humana y deportiva. No volvería a jugar hasta enero de 2023, año en el que sólo participó en challengers. El ranking seguía cayendo como la cotización del peso argentino: llegó hasta el puesto 678° hace dos semanas. Pero ¿qué de su vida?

Hace unos meses, en una entrevista con L’Equipe, Pouille abrió su corazón y confesó su calvario. “Entré en una depresión que me llevó después de Roland Garros, durante los torneos en Inglaterra, a dormir apenas una hora por la noche y a tomar solo. Me sentía en un lado oscuro. De pronto, de estar entrenando para encontrar la mejor forma, terminé en un hospital de Niza durante dos semanas en una cama hiperbárica para ayudarme a curar más rápido, rodeado de enfermos, moribundos, cánceres terminales… Yo estaba ahí por una fractura de costilla, pero me daba mucho miedo. No podía pegar un ojo, me hundía, me despertaba con los ojos desorbitados. Después de una semana sin dormir, tiré todas mis raquetas a la basura y le pregunté a mi familia: ‘¿Les parece normal que a los 28 años, y siendo padre, llore todas las noches en mi habitación de hotel cada vez que pierdo?’

“Encima, les mentía. Porque cuando me preguntaban si me pasaba algo, les decía que era alergia. Y no hablaba sobre lo que me pasaba con nadie. No era la mejor receta. En un momento dije basta. Llegué a pensar que iba a terminar en un manicomio. Por mi salud mental, tuve que parar”. Pouille admitió cómo se produjo ese click: le entró un mensaje en el celular y al verlo, le apareció una foto de su hija. Y eso lo hizo replantearse un montón de cosas. Sintió que todavía era muy joven y tenía una vida por vivir.

Lucas Pouille le agradece el apoyo a la gente en París
Lucas Pouille le agradece el apoyo a la gente en París - Créditos: @Twitter @rolandgarros

Y así fue. Primero se dio aliento con una ilusión a mediano plazo: poder ser parte de los Juegos Olímpicos de París 2024. No sólo por ser francés: es el único certamen en el que todavía no participó. Muy consciente de todo: “Quiero intentarlo. Aunque sé que podría tener una recaída y ese sería el final”.

El renacer en Roland Garros

Llegó Roland Garros. Con un wild card entró en la qualy. Tres partidos para terminar de amigarse con el tenis. Tres partidos para meterse nuevamente en el torneo que siempre soñó ganar. Pasó el primer filtro (Thomas Machac, de República Checa) por 7-5 y 6-3. Luego derrotó al chino Chun Hsin-Tseng por 5-7, 6-3 y 6-0. Y el cierre fue ante el austríaco Jurij Rodionov por 1-6, 7-5 y 6-0. Todos los encuentros en la cancha 14. Todos con el acompañamiento del público. Con sensaciones especiales.

Fue muy especial su celebración. Su esposa, Clemence Bertrand, se desmayó en la tribuna de las emociones, pero Lucas ni se enteró hasta después del encuentro. “Esta clasificación significa todo. Todo por lo que volví a jugar al tenis a fin de año. Clasificarse para un Grand Slam significa mucho para tu nivel de juego. Estoy muy orgulloso de mí mismo y feliz. Por mí, por toda la gente que me ha estado ayudando durante meses para intentar volver. Ganar delante de mi familia, de mis amigos y de toda esa gente es una liberación. No recuerdo haber vivido nunca algo así”, dijo Pouille luego de la última y decisiva victoria.

Y recordaba las vivencias de un año atrás, cuando cayó en la primera rueda contra Kolar en cuatro sets. “Recuerdo que eran las 22.30, las 23, y estaba con amigos, mi entrenador y mi mujer, cenando. Nadie decía una palabra, mi cabeza estaba gacha, repitiéndome, como todos los días: ‘¿Qué haces en la cancha?’ La verdad es que no fue un buen momento, pero hoy sonrío y estoy contentísimo. Por todo lo que me están dando los aficionados, es fantástico...”

Lucas Pouille y su casamiento en 2019 con Clemence Bertrand, la impulsora de su regreso
Lucas Pouille y su casamiento en 2019 con Clemence Bertrand, la impulsora de su regreso - Créditos: @Twitter

Cuando le cuentan de la situación de Clemence durante el partido, Pouille confiesa: “Todavía no la he visto. No los veo demasiado porque en el 3-0, me encontré con los ojos de mi hermano y lo vi un poco conmovido, lo que me emocionó. Intento no mirar a nadie más que a mis entrenadores, que estaban un poco menos emocionados, porque si no me abruma y es un poco demasiado. Ella (Clemence, su novia de toda la vida y con quien se casó en 2019 en Coté de Azur) ha estado ahí todos los días, ha vivido a mi lado durante doce años, ha vivido el tenis, ha estado ahí en los buenos y en los malos momentos, así que tampoco es fácil para ella cuando no me va bien, pero siempre lo ha sobrellevado. Ella me impulsó a volver al tenis. En París-Bercy de 2022, cuando fuimos para estar en la despedida de Gilles Simon, Clemence me vio disfrutar y me dijo: ‘¿Ves, no creo que se haya acabado todavía?’ Todo esto es gracias a ella”.

Un punto ganado, la explosión de la gente

Pouille siente que está de regreso. La gente lo conmueve. “Desde el momento en que salté al campo, hubo una oleada de emoción que me costó controlar desde la primera pelota del calentamiento. Pero eso fue lo que me dio fuerzas para remontar y luchar al principio del segundo set. No hay palabras para describir este apoyo”. Enseguida, aclara que físicamente siente el desgaste por jugar tres días seguidos. “Espero no debutar el domingo. Cada día descubro un poco más de dolor en mi cuerpo, en el pie, en el brazo, en todas partes. Es sobre todo por la tensión y las emociones. Voy a tener que relajarme mucho”.

En la despedida, le dicen que Carlos Alcaraz y Daniil Medvedev están esperando un rival surgido de la clasificación. Sonríe. “Si puedo evitar jugar contra ellos, también estaría bien, ¿no? Sé que la gente me apoyará, pero además ya no estaré en la cancha 14 (risas). Sería en la Chatrier o en una cancha grande, donde lo único que harán será correr. Si es contra ellos, será un infierno en serio...

Lucas Pouille llegó como 670° del mundo a Roland Garros
Lucas Pouille llegó como 670° del mundo a Roland Garros - Créditos: @Twitter @rolandgarros