Los exagerados y hasta ridículos festejos de un cronista de Televisa y la afición por la Copa Oro ganada por México

México obtuvo su novena Copa Oro tras vencer a Panamá por 1-0 con gol de Santiago Giménez. (RINGO CHIU/AFP via Getty Images)
México obtuvo su novena Copa Oro tras vencer a Panamá por 1-0 con gol de Santiago Giménez. (RINGO CHIU/AFP via Getty Images)

México encontró una cura a la medida de sus últimos fracasos. Ganó la Copa Oro ante Panamá. Para su buena fortuna, no fue un partido gris y carente de significado. Por el contrario, el encuentro fue intenso y disputado, bien jugado a ratos de parte y parte. El toque dramático fue la joya de la corona. Santiago Giménez, de cambio, entró a resolver el partido con un gol palpitante.

Todo el contexto terminó por bordar algo parecido a una hazaña sin precedentes. Cuando, en realidad, esto debería ser lo normal. Y más en un torneo en el que Estados Unidos no llevó a sus mejores jugadores, como sí lo hizo con la Nations League. No fue más valiosa la victoria de ayer que otras del pasado. Sin rodeos, como aquellas que se han obtenido a costa de Estados Unidos: la de 2019 con Gerard Martino; la de 2011 con Chepo de la Torre, remontada incluida; la de 2009 con Javier Aguirre y un 5-0.

Pero el ambiente del futbol mexicano ha estado tan cargado de tensión en los últimos años que un triunfo así era necesario. Aunque eso conllevara el riesgo de exageración. Todo empezó desde el gol mismo. El narrador de TUDN Andrés Vaca quebró en llanto con el tanto de Giménez. No era un contexto emotivo, como lo sería un gol en Copa del Mundo o incluso un gol agónico en una Eliminatoria en la que esté en juego la clasificación (ahí también sería cuestionable, porque seguiría siendo Concacaf). Los narradores también tienen emociones propias, pero llegar al llanto por una Copa Oro no debería ser normal para el futbol mexicano y los comunicadores deberían ser cuidadosos con no difundir esa idea.

Y después la Selección Mexicana hizo lo propio con un video que pretende demostrar la forma en la que “callaron bocas”. El clip inicia con una breve compilación de las (justificadas) críticas que ha recibido el Tri en los tiempos recientes. Y luego va repasando los méritos que esta generación ha cosechado hasta llegar al título de la Copa de Oro. Para ellos, no hay que cuestionar las cosas que estén mal en el futbol mexicano, porque aquí siempre hay motivos para sonreír.

Esa es la narrativa instalada después del título. No hay nada que criticar. Claro que se enmendó un camino que únicamente podía hundirse más: Jaime Lozano corrigió la plana de Diego Cocca. Y al menos ese es un punto a favor. Con esta base de jugadores, México podía y puede jugar mejor. No hay talento abundante, pero el que existe tiene un potencial diferente al mostrado durante los últimos tres años. Pero es apenas un punto de partida. Nada para hacer fiesta.

Hoy todavía no hay nada concreto en el futbol mexicano. Se ganó una Copa Oro que contó con la venia de Estados Unidos. Caer en el espejismo únicamente puede tener las mismas consecuencias recientes: hacerse ilusiones falsas y fallar en los momentos clave. No puede ser de otro modo, por más que se trate de buscar forzadamente argumentos positivos. Hay que partir de un punto clave: México todavía tiene cuatro años sin ganarle a Estados Unidos.

La afición se reunió en el Ángel de la Independencia para festejar el triunfo del Tri. En teoría, ese festejo estaba reservado para días demasiado especiales. No para un campeonato de Copa Oro. Pero la falta de alegrías ha sido tal que, de pronto, una Copa Oro cobra una importancia capital. Este torneo no devuelve a México la corona de la Concacaf, porque no enfrentó a lo mejor. A lo mucho, y con eso habría que darse por bien servido, sirve para plantar los pies y saber cómo caminar en el futuro. Ya no parece todo tan sombrío. Esa es la gran utilidad. Sin más exageraciones.

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