Listo o no, llegó el momento de un joven equipo estadounidense

DOHA, Catar — Juntos comparten la cordial cercanía de hermanos de fraternidad. Están bendecidos con piernas sanas y rostros sin arrugas. Lo único que conocen es esa sensación de gran confianza.

Es la selección de fútbol masculino de Estados Unidos, y son jóvenes, muy jóvenes. Con una edad promedio de 25 años y 214 días, será el segundo equipo más joven de las 32 plantillas que estarán presentes el domingo cuando comience la Copa del Mundo en Catar, según Gracenote de Nielsen, un proveedor de datos. Solo Ghana, con un promedio de 25 años y 108 días, tiene una selección de 26 hombres más jóvenes.

Son el primer equipo estadounidense de la Copa Mundial perteneciente a la generación Z. El tiempo dirá si representan, como muchos esperan, una generación dorada. Por ahora, al menos, tienen su juventud, la posibilidad infinita del mañana y esa agradable sensación ansiosa de que podrían estar en el comienzo de algo muy, muy bueno.

“Uno de ellos no sabía quién era Prince”, afirmó sobre sus compañeros más jóvenes, el mediocampista Kellyn Acosta, quien a sus 27 años es uno de los jugadores más viejos de la selección. “Uno dice: ‘Un momento, ¿cuántos años es que tienes?’”.

Por supuesto, la edad es solo un número, y solo cuenta una parte de la historia cuando se evalúa a un equipo contra sus oponentes. Sin embargo, para un grupo de jugadores, podría ser un dato narrativamente significativo, una señal de un lugar en un proceso de desarrollo. En términos más generales, y quizás más preocupante para la selección estadounidense de este año, las estadísticas históricas muestran que un excedente de jugadores jóvenes no es un buen augurio para el desempeño de un equipo en una Copa del Mundo: en los últimos 12 mundiales, solo cinco selecciones —Polonia (1974, 1982), Brasil (1978), Suecia (1994) y Alemania (2010)— terminaron en las cuatro primeras posiciones con plantillas cuya edad promedio era menor de 26 años, según Gracenote de Nielsen.

Por lo tanto, este torneo llega en un momento fascinante para los hombres estadounidenses. Nunca la selección de Estados Unidos había reunido tantos jugadores que compiten con los mejores equipos en las mejores ligas del mundo: hay un ganador de la Liga de Campeones, pero también hay jugadores que han levantado trofeos en Inglaterra, Alemania, Francia e Italia. Pero al mismo tiempo, estos son atletas que claramente aún se están descubriendo a sí mismos, todavía están formando su personalidad y ascendiendo al punto más alto de sus habilidades.

¿Están listos para el mayor evento deportivo del mundo? ¿O el torneo les ha llegado unos años antes de tiempo?

Estados Unidos llegó a la Copa del Mundo con una de las plantillas más jóvenes del torneo. Pero ¿estará esta nueva generación de estrellas recibiendo su oportunidad cuatro años antes de tiempo? (Michelle Rohn/The New York Times)
Estados Unidos llegó a la Copa del Mundo con una de las plantillas más jóvenes del torneo. Pero ¿estará esta nueva generación de estrellas recibiendo su oportunidad cuatro años antes de tiempo? (Michelle Rohn/The New York Times)

“Vemos nuestra juventud como una ventaja”, afirmó el defensa Walker Zimmerman, quien debutará en la Copa del Mundo a los 29 años. “Sabemos que tenemos la energía, la intensidad y la capacidad para causarles problemas a los equipos”.

Pero ¿qué tan jóvenes son estos jugadores?

Christian Pulisic, el capitán y mejor jugador del equipo, nació el 18 de septiembre de 1998, el día en que se estrenó “Una pareja explosiva” en los cines. El delantero Jesús Ferreira nació el 24 de diciembre de 2000, cuando “Independent Women Part I” de Destiny’s Child era la canción más popular en Estados Unidos. El delantero Gio Reyna nació el 13 de noviembre de 2002, cinco meses después de que la selección de Estados Unidos, capitaneada por su padre, Claudio, fuera eliminada por Alemania en los cuartos de final de la Copa del Mundo en Corea del Sur.

“Estaba en el vientre de mi mamá”, afirmó Reyna sobre el partido que le puso fin a esa participación, una derrota por 1 a 0 contra Alemania que incluyó una notoria mano en la línea de gol. “Solo sé que los robaron”.

Reyna, que cumplió 20 años esta semana, el defensa Joe Scally y el mediocampista Yunus Musah, ambos de 19, son los tres jugadores estadounidenses que aún no tienen la edad requerida para comprar legalmente bebidas alcohólicas en Estados Unidos.

Su compañero de equipo Brenden Aaronson, de 22 años, señaló este año que la selección, aunque joven, no carecía de experiencia. Muchos de ellos, incluido Aaronson, se convirtieron en jugadores profesionales cuando eran adolescentes, y muchos de ellos juegan en la actualidad en competiciones nacionales repletas de presión como la Liga Premier de Inglaterra y en torneos continentales de élite como la Liga de Campeones (Hubo 10 estadounidenses presentes en plantillas de equipos de la Liga de Campeones durante esta temporada).

“Muchos de los muchachos del equipo han participado en juegos muy importantes en su carrera hasta el momento”, afirmó Aaronson. “Es una plantilla joven, pero creo que se podría decir que hay muchas almas viejas en este equipo”.

Eso no ha evitado que algunos de los jugadores (ligeramente) mayores se sientan unos ancianos en comparación con sus compañeros. “Algunos de estos chicos ni siquiera habían nacido cuando ocurrieron los ataques del 11 de septiembre”, afirmó el defensor DeAndre Yedlin, de 29 años.

Yedlin, un veterano de la Copa del Mundo de 2014 en Brasil, es el único jugador en la plantilla con experiencia previa en un Mundial, resultado directo del desastroso fracaso de la selección al no clasificar al evento en 2018 en Rusia. Esa humillación —la primera ausencia de Estados Unidos en una Copa del Mundo desde 1986— causó una revisión total de la selección.

Atrás quedaron el antiguo cuerpo técnico y los otrora jugadores incondicionales. (De esa época solo quedan cinco jugadores: Yedlin, Pulisic, Acosta, Morris y Ream). En su lugar ha llegado una cosecha de prospectos no probados y un nuevo eslogan de mercadeo —“Only Forward” (“Solo hacia adelante”)— que busca orientar la marca del equipo hacia el futuro.

Los estadounidenses tienen el potencial, pero es posible que todavía no tengan la casta. Su juventud colectiva, por supuesto, es una decisión consciente del entrenador Gregg Berhalter. Sin embargo, no es que exista exactamente un grupo de estrellas estadounidenses a punto de cumplir 30 años exigiendo ser elegidos antes que la plantilla actual. La carencia de jugadores dignos de ser selección nacional nacidos entre principios y mediados de la década de 1990 ha llevado a los expertos a hablar de una “generación perdida” en el programa.

Eso ha obligado a que, en los últimos años, los jugadores jóvenes hayan tenido que aprender sobre la marcha, y transitar por los altibajos con pocos veteranos sabios en quienes apoyarse. Pero esa prueba de fuego ha sido una experiencia que los ha unido. Los miembros de la selección juegan videojuegos juntos en línea. Pasan el rato juntos durante viajes por carretera. Aseguran no tener camarillas exclusivas en el equipo.

“Como equipo, nuestra mayor fortaleza es nuestra química y esa hermandad que tenemos para poder defendernos unos a otros”, afirmó el mediocampista Weston McKennie, de 24 años. “Todos nos conocemos desde hace mucho tiempo. Durante nuestro crecimiento siempre hemos jugado juntos o nos hemos enfrentado. Algunos de nosotros incluso hemos vivido juntos”.

Las escuadras de la Copa del Mundo suelen incluir a jugadores jóvenes para proporcionar una sacudida de energía a un grupo de veteranos, pero a menudo son relegados de manera segura a la banca. Los jóvenes estadounidenses, en cambio, constituyen el núcleo del equipo de Berhalter.

La inexperiencia hace que algunos se pregunten si quizás esta Copa del Mundo llegó demasiado pronto para esta selección estadounidense en particular, y si sus aficionados deberían depositar sus esperanzas en el Mundial de 2026, el cual será organizado en conjunto por Estados Unidos, Canadá y México, y en el que este joven núcleo de jugadores estadounidenses será mayor, más experimentado y, presumiblemente, un poco mejor.

Los jugadores, al menos, afirmaron que no tenían tiempo para pensar de esa manera.

“Para nosotros, el momento es ahora”, afirmó McKennie. “Para nosotros, se trata de poder dejar nuestra huella y trabajar hacia nuestra meta, que es cambiar la manera en que el mundo ve el fútbol estadounidense, y creo que el momento de poder hacer eso es ahora”.

© 2022 The New York Times Company