Lionel Messi y el fichaje del siglo: al Inter Miami para disfrutar la vida y el futbol, porque lo merece

Lionel Messi festejando, con la Copa Mundial, ante el público del Estadio Madre de Ciudades en Santiago del Estero, norte de Argentina, en marzo pasado. (Hernán Cortez/Getty Images)
Lionel Messi festejando, con la Copa Mundial, ante el público del Estadio Madre de Ciudades en Santiago del Estero, norte de Argentina, en marzo pasado. (Hernán Cortez/Getty Images)

Es el fichaje estelar de todos los tiempos. Lionel Messi cerrará el telón en Miami. Jugará en la Major League Soccer con el Inter. El mito argentino y el club han confirmado el destino final de una carrera brillante hasta la médula. No le falta nada por ganar y se deleitará en un futbol que lo tendrá como principal atractivo todos los días a todas horas. El sueño que comenzó en Barcelona a los trece años terminará en el futbol profesional de mayor crecimiento en el presente siglo.

La bofetada con guante blanco colmó el anuncio oficial del Inter Miami: una recopilación de todas las afirmaciones, teorías y rumores de los últimos meses. Que iba al Barcelona. Que era seducido por los millones de Arabia Saudita. Todas y cada una de esas hipótesis se derrumbaron. Eligió no volver a padecer el maltrato de hace dos años: "Fue durísimo lo que viví hace dos años al salir del Barça. Uno de los motivos que recién expliqué es no volver a pasar por todo eso. Fue una etapa muy fea", explicó Messi a Mundo Deportivo, en la entrevista en la que hizo oficial su destino. Y tampoco lo convenció el insípido futbol saudita.

No hay críticas que valgan. Messi ha ganado el derecho supremo a hacer cuanto quiera, en el futbol, e ir adonde le plazca. Su legado está más allá del juego, del bien y del mal. Y en Miami se sentirá no como en casa, basta de figuraciones; se sentirá directamente en casa: arropado por una comunidad enorme de paisanos suyos que le harán sentirse como nunca se sintió ni en Barcelona. Entre gente como él, en su cultura, mates y asados. Messi ha cerrado la deuda que tenía con Argentina, la de ganar el Mundial, y no parece que el retiro sea una opción a corto o mediano plazo. Si ganaba la Copa en Qatar, iba a seguir en la Albiceleste —así se lo contó a Jorge Valdano—.

Tenía el nivel para seguir jugando en la élite de Europa porque, aunque no gozó en sus dos años en el PSG, en el Mundial barrió el piso a su antojo. Y en el Inter Miami lo miran con doble lente: el económico y, sobre todo, el deportivo. La franquicia, que compite en la MLS desde 2020, es ambiciosa desde el día uno: colocar un equipo de futbol en una ciudad atractiva, corazón latino, en la que nunca faltan los reflectores. Pero se han ausentado los resultados. Esta temporada marchan últimos de la Conferencia Este. El reto está ahí.

Se ha convertido en un tópico gracias a la serie de Netflix sobre los Bulls de Chicago, pero lo de Messi en Miami será un The Last Dance en toda regla. El ídolo global, atemporal, irrepetible, con una misión final: empezar de abajo, con un club que aún no camina, y que lo quiere todo. No es lo mismo que jugar en Arabia Saudita, en donde se habría aislado por completo —incluso con el atractivo de una nueva rivalidad con Cristiano Ronaldo, quien nuevamente quedará a la sombra del argentino—. En la MLS, Messi tendrá casi todo a su favor: respaldo, una lupa de admiración (no de juicio) en cada partido, y una vida apacible, disfrutable, fuera del campo. Además, por supuesto, de un entorno competitivo que lo blinda para seguir brillando a un muy bien nivel.

En la MLS, en la Leagues Cup, en cada posible partido amistoso, la historia será él. La película puede intuirse. Conferencia de prensa llena. El rostro radiante de quien ya no adeuda nada y juega para disfrutar. La camiseta diez en las manos y una fotografía para toda la eternidad: Messi con los colores del equipo que hace un lustro no existía. Dirán que está acabado. Se arrepentirán. Dirán que sólo se fue por dinero. A nadie le importará. Es Messi y ha cargado con los insultos más infames del futbol en las últimas dos décadas. Merece estar en un destino a su altura. Uno en el que será disfrutado, respetado. No lo abuchearán como en París ni le echarán la culpa de todo como en Barcelona.

La última carretera está a la vista. Quienes lo valoraron siempre, sin cegarse por odios irracionales, gozarán el cierre de obra entre nostalgia, recuerdos y presente, porque Messi no ha dejado de saber jugar al futbol y porque, no lo duden, tiene el Mundial de 2026 en las pupilas. Es el fin de una historia única. Es momento de disfrutar, para él y para todos.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Insólito: tormenta se lleva un tianguis entero en Veracruz, México; lo desapareció en segundos

¿TE APASIONA LA MLS? SÍGUELA AQUÍ