El espantoso arbitraje de la Liga MX que se evidenció con sangre en el Cruz Azul vs Tigres

El arbitraje de la Liga MX lleva un tiempo sin ser el de mejor calidad, ahora exhibió sus carencias en la falta de unificación de criterios. (Foto: Mauricio Salas/Jam Media/Getty Images)
El arbitraje de la Liga MX lleva un tiempo sin ser el de mejor calidad, ahora exhibió sus carencias en la falta de unificación de criterios. (Foto: Mauricio Salas/Jam Media/Getty Images)

Durante el partido entre Cruz Azul contra Tigres en la ida de los cuartos de final de la Liga MX, el arbitraje salió a relucir y no por su buena actuación. El árbitro central del encuentro, Fernando Hernández, juzgó una patada del delantero felino, Nicolás López, con tarjeta roja, mientras que Cristian Tabó, quien dio un golpe casi igual, solamente vio el cartón preventivo.

Lo que un día es al otro no: así se ejemplifica muy bien una de las causas más importantes del pésimo arbitraje mexicano, la volatilidad en el criterio para tomar decisiones. Este mal se ha arraigado tanto en el balompié nacional, que ni siquiera con la ayuda del VAR se ha podido corregir. De esta falta de consistencia devienen otros problemas como la confusión en el campo, pérdida de tiempo, o la posibilidad de tener desventajas deportivas.

Transcurría el minuto 58 y los Felinos buscaban ampliar su ventaja. En uno de esos intentos, el ariete uruguayo, Nicolás López, intentó impactar el balón a la portería, pero elevó demasiado su pierna y golpeó el rostro del defensor peruano, Luis Abram, dejándolo tirado y con sangre en el rostro.

El arbitro central no juzgó la acción en primera instancia, pero el VAR lo llamó y cambió su decisión: expulsó al Diente. La polémica expulsión también derivó en reclamos por parte de Miguel Herrera, a quien de igual forma echaron.

La sanción se basó en el criterio de Fernando Hernández, y si se toma el reglamento al pie de la letra, la decisión era aceptable. No obstante, todo explotó en el Estadio Azteca cuando no juzgó de la misma forma a Cristian Tabó.

Poco después de que López viera el cartón rojo, el extremo cruzazulino, en su afán de impactar el balón para empatar, se lanzó de media chilena y contactó con la cabeza de Juan Pablo Vigón, quien cayó al césped de inmediato. Tabó solo vio la tarjeta amarilla a pesar de los lógicos y fuertes reclamos de los elementos regiomontanos.

Tan solo fueron 2 minutos los que tardó Hernández en cambiar su criterio: la diferencia fue la sangre. El reglamento de la Comisión de Árbitros señala que una falta con excesiva fuerza será sancionable de tarjeta roja. Y sí, ambas lo fueron, pero, ¿por qué solo expulsó al elemento de Tigres?

"Las entradas o disputas del balón que pongan en peligro la integridad física de un adversario o en las que el jugador se emplee con fuerza excesiva o brutalidad deberán sancionarse como «juego brusco y grave» (faltas de extrema dureza)", se lee en el reglamento.

El VAR ha servido para evidenciar, aún más, las carencias de los árbitros mexicanos. (Foto: Alfredo Lopez/Jam Media/Getty Images)
El VAR ha servido para evidenciar, aún más, las carencias de los árbitros mexicanos. (Foto: Alfredo Lopez/Jam Media/Getty Images)

Esa duda de por qué uno salió afectado y otro beneficiado, se genera por la falta de un criterio uniforme y es uno de los síntomas del pésimo arbitraje que tiene el balompié nacional. Ya no se sabe con certeza qué es sancionable con tarjeta roja y qué con carton amarillo, y de eso los futbolistas no tienen la culpa.

Sí, el bajo nivel de la liga se podrá justificar por las malas contrataciones, el mediocre sistema de competencia, los excesivos extranjeros, o la falta de un descenso deportivo; pero el arbitraje sigue ganando terreno como otra de las principales causas.

Nicolás López se perderá el juego de vuelta en el Esatdio Universitario, mientras que Tabó sí podría ver actividad. (Foto: PEDRO PARDO/AFP via Getty Images)
Nicolás López se perderá el juego de vuelta en el Esatdio Universitario, mientras que Tabó sí podría ver actividad. (Foto: PEDRO PARDO/AFP via Getty Images)

Antecedentes directos

Cuando las jugadas son nuevas, el error —hasta cierto punto— es comprensible y corregible; sin embargo, este tipo de acciones ya se han manifestado con anterioridad. En las semifinales del Apertura 2021, Juan Ignacio Dinenno fue el protagonista.

Cuando Pumas visitó a Atlas para disputar el juego de vuelta de la serie, Dinenno fue severamente golpeado en el rostro por el defensor rojinegro, Anderson Santamaría. Ambos disputaron el balón por los aires cuando el codo del peruano se impactó directamente en la cara del ariete universitario; el arbitro central, Jorge Pérez Durán, no sancionó ni falta, pues para él no representó juego brusco y grave, aunque la sangre y los moretones aparecieron de inmediato.

Luego, en el mismo compromiso, Dinenno se lanzó de chilena y golpeó a Jesús Angulo, quien cayó noqueado. La diferencia es que el delantero sí vio la tarjeta roja. Las jugadas, si bien son diferentes, tienen la misma etiqueta, emplearon fuerza excesiva y pusieron en riesgo la integridad del jugador.

Arturo Brizio, Presidente de la Comisión de Árbitros, salió a defender a su silbante alegando que las decisiones que se tomaron en el Estadio Jalisco habían sido las correctas. En ese momento otra duda nació: ¿qué está mal, los árbitros o el reglamento por su ambigüedad?

Sinceramente ese trabajo es el que menos debería preocupar a las plantillas, estrategas o aficionados. Cada quien tiene su labor, pero al parecer unos no la cumplen de la mejor manera. Y no porque los demás sí lo hagan, pero en esta ocasión toca señalar a los silbantes.

Ante la algidez que vivieron los Tigres en el reciente duelo de eliminatoria contra Cruz Azul, uno de los referentes del conjunto norteño se manifestó. Nahuel Guzmán pidió que se tengan los mismos criterios a la hora de sancionar.

Ese dialogo entre jugadores, técnicos y elementos del campo con los silbantes parece desgastante, pero la frustración por decisiones incongruentes lo vuelve necesario.

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