Después de tanto ganar, Lewis Hamilton se empeña en no saber perder

HUNGARORING, MOGYOROD, HUNGARY - 2022/07/31: Lewis Hamilton of Mercedes AMG Petronas F1 Team  in the paddock before  the F1 Grand Prix of Hungary. (Photo by Marco Canoniero/LightRocket via Getty Images)
Lewis Hamilton, en boxes, antes del inicio del pasado Gran Premio de Hungría (Photo by Marco Canoniero/LightRocket via Getty Images)

Me atreveré a decir que no ha habido en la historia un piloto más exitoso que Lewis Hamilton. Siete títulos del mundo, más grandes premios ganados que nadie, más podios, más poles, más puntos, más años consecutivos (quince y contando) ganando al menos una carrera, con mejores y con peores coches. Lo que ha hecho Hamilton en la Formula Uno, justo en el momento en el que más coches competitivos y más dinero hay en juego es una locura. Tanto que se nos olvida demasiado a menudo. Y si se nos olvida es, ni más ni menos, porque nos negamos a verlo como el campeonísimo que probablemente sea.

Las razones en España del desencuentro son obvias: el enfrentamiento con Alonso en 2007. Ahí empezó y terminó la carrera de Hamilton de los Pirineos para abajo y es una verdadera pena. Siempre se dice que Hamilton ha ganado seis títulos con Mercedes porque los demás coches no eran rivales, pero es que eso, hasta cierto punto, siempre ha sido así. Senna ganaba con McLaren porque McLaren dominaba al resto; cuando dejó de dominar, se fue a Williams. Alonso ganaba con Renault cuando el R25 y el R26 eran bólidos diferenciales. Schumacher se paseaba con su Ferrari cuando no había más alternativa al campeonato que su compañero de equipo...

Criticar a un piloto porque su coche es muy bueno es absurdo. El mero hecho de que haya ganado carreras durante todos los años que ha competido, cuando sabemos que no siempre ha tenido, ni de lejos, el mejor coche, lo dice todo del británico. Ahora bien, dejando aparte estas cuestiones, hay que reconocer que Lewis no nos lo pone fácil para admirarle. De tanto ganar, ha acabado no sabiendo perder. Hay un mínimo de elegancia que exigimos en todos nuestros grandes campeones... y Hamilton no la tiene. Sus últimas declaraciones son una clara demostración al respecto.

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Ocho meses después de perder el campeonato de 2021 en Abu Dhabi ante un Verstappen que fue superior durante todo el año aunque no lo fuera, irónicamente, en la última carrera, el británico sigue empeñado en que fue todo una conspiración en su contra. No consigue entender que la Formula Uno es una competición y que en las competiciones pasan cosas que uno no controla de antemano, por eso las ven millones de espectadores. Uno no controla que Lafiti se estrelle contra un muro y no controla en qué momento decide la dirección de carrera que se retira un Safety Car.

A sus 37 años, Hamilton podría aprovechar cada entrevista para recordarnos su grandeza, para pasarnos por la cara sus títulos, sus victorias, su excelente rendimiento de los últimos dos meses con un Mercedes que no hace más que mejorar o explicarnos cómo George Russell está aprovechándose de su experiencia para mejorar como piloto. No sé, algo bueno, lo que fuera. Sin embargo, en declaraciones recogidas por el diario As, se empeña en insistir en la derrota, en que todos le veamos como un perdedor y un perdedor frustrado.

Ni una felicitación a Verstappen, ni un "tuvimos mala suerte" -que la tuvo, eso no lo discute nadie-, todo es insistir en el agravio personal: "Cuando supe por qué se habían tomado las decisiones que se tomaron, pensé en retirarme", dice, sin explicar por qué se tomó la decisión de reiniciar en la última vuelta de la carrera, pero insinuando que no fue ningún afán competitivo, sino la necesidad de "los poderosos de la Fórmula Uno" de fastidiarle a él y a su equipo por el mero hecho de ser él y su equipo, algo completamente absurdo.

Si algo tendría que hacer Hamilton es no sacar el tema y evitar contestar al respecto. Sacar pecho de las victorias y no patalear como un niño pequeño porque en vez de ocho campeonatos del mundo tiene siete. Es la única manera de ganarse el corazón de la gente y de que sus críticos se vean obligados a reconocer su grandeza. Este tipo de declaraciones no hacen más que empequeñecerse y su empeño en ver gigantes por todos lados donde solo hay molinos más o menos torcidos no le gana ninguna simpatía. No se puede ir de Don Quijote con 103 carreras ganadas. No se puede ir de antisistema cuando caíste de pie con 23 años en un McLaren. Alguien que le quiera debería recordárselo antes de que sea aún más tarde.

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