Kevin Punter, el azote del Real Madrid

Madrid, 28 abr (EFE).- La eliminatoria de cuartos de final de la Euroliga que está enfrentando al Real Madrid y al Partizán de Belgrado ha tenido hasta el momento dos acciones claves, un triple casi sobre la bocina que dio la victoria al equipo serbio en el primer partido y la fea trifulca que se desató tras una falta en el segundo. En ambos casos ha sido protagonista el estadounidense Kevin Punter (Nueva York, 1993).

El base del equipo serbio se ha convertido en el catalizador del cruce con el conjunto español, en el elemento diferencial que ha inclinado la balanza en favor de los suyos y les ha permitido hacer gran parte del trabajo con la esperanza de finiquitarlo en el Stark Arena.

Nacido en el Bronx, zona donde el baloncesto toma la calle y forja el carácter, su etapa formativa la desarrolló vistiendo la camiseta de los Volunteers de la Universidad de Tennessee, que en fútbol americano dio forma al prestigioso quarterback Payton Manning pero que en baloncesto nunca ha sido de las consideradas referentes.

Su estancia allí no le valió para ser elegido en el draft de la NBA aunque sí para modificar su dinámica de tiro de la mano del entrenador Rick Barnes, que le hacía anotar 2.000 lanzamientos al día para dar forma ese arma de su juego que a día de hoy es letal.

El paso por la Liga de Verano con los Minnesota Timberwolves, como clavo ardiendo al que agarrarse para pisar la elite estadounidense, resultó insuficiente para colmar sus expectativas y fue entonces cuando decidió poner rumbo a Europa para labrarse allí un futuro.

La primera experiencia en el Viejo Continente la vivió en el Lavrio, equipo de una liga competitiva como la griega pero alejado del glamour de titanes nacionales como el Olympiacos o el Panathinaikos. Duró poco ya que el curso lo acabó en el Giants Antwerp, donde fue reclutado como recambio de su compatriota Corey Hawkins para disputar 16 partidos.

De ahí se marcharía a Polonia, al Rosa Radom. El destino podía parecer exótico pero fue decisivo para su carrera ya que le abrió las puertas de la Liga de Campeones, la competición que le lanzó a la fama en el panorama internacional.

Encuadrado su club en el grupo C, sus 21.1 puntos de media fueron insuficientes para evitar el último puesto. Sin embargo otro rival en aquella fase, el AEK de Atenas, le echó el lazo para volver a Grecia y disputar con ellos el tramo final del torneo. Todos ganaron con aquella apuesta, la entidad el título continental y él un contrato con el prestigioso Virtus de Bolonia.

Los italianos le ayudaron a convertirse en el primer jugador que lograba un doblete en la Liga de Campeones, ya que pudo repetir el levantamiento del trofeo siendo el MVP de la Final Four. Lo sufrió el Iberostar Tenerife en la final, encajando de él 26 puntos.

A esas alturas ya había demostrado que estaba para empresas mas ambiciosas y fue entonces cuando fichó por el Olympiacos, que le cortó tras la salida del banquillo de David Blatt. No desaprovechó la oportunidad para "pescarle" el Estrella Roja, con el que por fin aterrizó en la Euroliga.

No fue ese el mejor año del plantel lejos de su país, aunque él brilló lo suficiente como para embarcarse en el sugerente proyecto del Olimpia Milán junto a Sergio Rodríguez, Luigi Datome, Kyle Hines o Malcolm Delaney. Esa gran mezcla de talento les llevó a la final a cuatro, con él como uno de los referentes para lo bueno y para lo malo, pues tuvo y falló un tiro que podía haber sido ganador en la semifinal contra el Barcelona.

Finalizado aquel curso tomó una decisión con la que exhibió una enorme personalidad y que rompió todos los esquemas, bajar un escalón hasta la Eurocopa y hacerlo con el Partizán, enemigo acérrimo del que fuera su equipo, el Estrella Roja. Fue un punto y aparte, porque esta campaña el club de Belgrado ha vuelto con los mejores vía 'wildcard' y entrenado por el legendario Zeljko Obradovic.

El resto se ha visto con el paso de los meses, promediando 15.8 puntos en la liguilla y acercándose a la media contra los blancos, a los que anotó 16 en el WiZink Center en la ida y los mismos en su cancha meses después, cuando todavía no se había confirmado su presencia en las eliminatorias.

Esas cifras dieron un vuelco en el choque de apertura de los cuartos de final, donde alcanzó los 26 incluido un triple agónico que silenció al público presente en el pabellón de los madrileños. Fue protagonista ahí y también días después, cuando recibió una falta de Llull a la que siguió una tremenda trifulca.

Su participación en esa bronca le ha acarreado dos partidos de sanción, lo que le impedirá estar en el primer duelo de la final a cuatro si su equipo sella por la vía rápida el cara a cara con los blancos o ausentarse del tercer y cuarto enfrentamiento si la serie se prolonga. Consecuencias fatales para el conjunto serbio, que ha ido de menos a más y desde hace meses cabalga desbocado y sin frenos con la firme intención de proclamarse campeón.

Carlos Mateos Gil

(c) Agencia EFE