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La ovación de San Mamés culmina el año en que Benzema despejó todas las dudas

BILBAO, SPAIN - DECEMBER 22: Karim Benzema of Real Madrid CF celebrates after scoring his team's first goal during the LaLiga Santander match between Athletic Club and Real Madrid CF at San Mames Stadium on December 22, 2021 in Bilbao, Spain. (Photo by Ion Alcoba/Quality Sport Images/Getty Images)
Photo by Ion Alcoba/Quality Sport Images/Getty Images

Es raro que un estadio aplauda a rabiar a un jugador contrario. Más raro aún cuando el equipo local va perdiendo, cuando ese jugador ha sido la clave para esa derrota y cuando, además, ni los equipos ni sus aficiones tienen una relación especialmente cordial en lo deportivo. Sin embargo, no es tan raro que eso suceda en San Mamés. "La Catedral" tiene un largo historial de ovaciones a rivales, incluso a rivales madridistas: Di Stefano, Juanito, Gordillo, Laudrup o Zidane han salido del estadio entre aplausos, demostrando que se pueden dejar al lado los colores y reconocer el talento ajeno sin que nadie te retire el carnet.

Ayer, le llegó el turno a Benzema. No fue para menos. De hecho, Ancelotti podría haberle cambiado en el minuto ocho y de todas maneras le habría caído la misma ovación. El francés marcó los dos goles -uno de ellos impresionante- que decidieron el partido y se confirmó como el "pichichi" de la liga, con quince tantos. Sin Messi de por medio, es más que probable que, a sus 34 años y después de doce temporadas ya en el Madrid, por fin consiga su primer trofeo de máximo goleador, acabando por fin con el mito que ha acompañado toda su carrera: un buen delantero con problemas de cara al gol.

Benzema nunca tuvo problemas de cara al gol. Lo que le pasó a Benzema es que tenía al lado a Cristiano Ronaldo, que era el gol personificado. En la comparación -el perro y el gato- palidecía. Aun así, en este tiempo con el Madrid ha conseguido 299 tantos, lo que supone uno cada dos partidos. No es una media despampanante, pero está por delante de Raúl González, Carlos Santillana, Fernando Morientes y varios otros delanteros que pasaron a la historia precisamente por "tener gol". Una vez se ha apartado de la sombra del portugués, hemos descubierto a un jugador superlativo en más aspectos de los que ya conocíamos.

La ovación de San Mamés fue el broche de oro a un año 2021 maravilloso para el francés. ¿Al nivel de un Balón de Oro? Esas discusiones son absurdas. No podemos andar racionalizando lo que no deja de ser un concurso de popularidad. Benzema ha jugado muy bien con el Madrid y muy bien con Francia. ¿Ha jugado mejor que otros? Qué más da. El caso es que se ha consolidado a su edad como un referente del fútbol europeo y mundial, paso que le costaba dar, pese a ser el delantero centro que más años ha jugado como titular en el Real Madrid, cosa que no es en absoluto fácil.

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De Benzema se ha dudado desde que fichó del Olympique Lyonnaise en el verano de 2009. Fue uno de los primeros fichajes de la segunda era de Florentino Pérez y ahí sigue, inamovible en el número nueve. Sin embargo, mediáticamente, el chico era una ruina. Lo sigue siendo, de hecho. Sin llegar a los excesos de Nicolas Anelka diez años antes, a Benzema siempre le faltó "venderse", le faltó algo de complicidad con la grada y, sobre todo, simpatía con la prensa. No cayó de pie, vaya, y le costó un tiempo rehacerse.

Sin Benzema, no se entienden las cuatro Champions del Madrid en cinco años, pero apenas se habla de ello, porque Benzema es el típico jugador que parece que "no hace nada". En un tiempo en el que comentaristas y espectadores están obsesionados con los jugadores eléctricos, regateadores, que encaran uno contra uno, a Benzema le pasaba algo parecido a lo que le pasa ahora a Griezmann: no llamaba demasiado la atención... y eso hacía pensar que no estaba involucrado en el juego.

Entender un primer toque, un desmarque, un pase al hueco, una pausa o un control de balón es muy complicado cuando hablamos de la urgencia del área. Es normal que la gente desesperara con Benzema porque Benzema era el delantero centro del Real Madrid o eso ponía su dorsal. El asunto es que, en realidad, su labor era otra: organizar el ataque, no culminarlo. Buscar la manera de enganchar con el medio campo, situarse en la mejor posición posible para iniciar o conducir el contraataque y, sobre todo, despistar a los rivales para que el devastador Cristiano se hinchara a goles.

Marchado el portugués, hay que dejar claro que, sin Benzema, el Madrid no habría ganado la liga en 2020 ni la habría competido hasta el último segundo en 2021. Desde luego, no iría líder ahora mismo de la competición. Del mismo modo, sin Benzema, Francia no habría ganado la Liga de las Naciones. Sin ese gol que se saca de la nada justo después del 0-1 de Oyarzabal, Francia podría haberse pasado más y más minutos atascada sin encontrar la portería de Unai Simón. Su año ha sido maravilloso, sin matices, y nos obliga a mirar su carrera de otro modo, como si hubiéramos sido nosotros los que nos hubiéramos perdido algo en el camino. En San Mamés no necesitaron análisis alguno, vieron esa barbaridad de goles, vieron esa barbaridad de jugador y se levantaron a aplaudir. Debería pasar más veces. Desgraciadamente, cuando sucede, acaba siendo noticia.

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