Julián Quiñones, el delantero que ha vuelto una costumbre anotarle a Chivas. Y por eso Atlas lo adora

Julián Quiñones celebrando su gol contra Chivas en los Cuartos de Final del Clausura 2023 de la Liga MX. (ULISES RUIZ / AFP)
Julián Quiñones celebrando su gol contra Chivas en los Cuartos de Final del Clausura 2023 de la Liga MX. (ULISES RUIZ / AFP)

Julián Quiñones es una pesadilla para Chivas. El delantero colombiano ya intimida con su mera presencia y ese es el mérito futbolístico más grande al que pueda aspirar un jugador en el ámbito individual: que su nombre sea tomado con cautela por sus rivales. Y hay motivos de sobra, pues desde su llegada a la ciudad de Guadalajara, en el Apertura 221, Quiñones le ha marcado cinco goles el Rebaño Sagrado. El de ayer fue especial en todo sentido: contexto, forma y momento.

El primer tiempo había sido convulso. Atlas se salvó de ponerse en desventaja gracias a Camilo Vargas, otro de los héroes del bicampeonato, que le atajó un tiro penal a Víctor Guzmán. Previamente, en una jugada polémica Ozziel Herrera fue derribado dentro del área y el árbitro Marco Antonio Ortiz dejó la decisión en manos del VAR, en donde negaron la existencia de infracción (el debate reside en que Herrera venía cayéndose desde antes de recibir la patada de Jesús Orozco, pero el contacto existió).

Con el orgullo herido, y en esta ocasión sin la etiqueta de favoritos, los rojinegros volvieron a las bases, a la escuela que les dio dos campeonatos para romper una sequía histórica y, luego, para reafirmar esa superioridad el año pasado de la mano de Diego Cocca. La cátedra que decidieron impartir fue la más famosa: la del juego directo. La conocen todos en el futbol mexicano y todavía no se la aprenden, como si no existiera antídoto para un plan que se ejecuta con perfección entre todos sus participantes.

Todo nace, casi siempre, de los pies de Camilo Vargas o de algún defensor. La idea es clara: buscar al gladiador del área que hay arriba: Julio César Furch. Y el argentino, que por algo tiene nombre de emperador, deberá encargarse de hacer lo más complicado, pelear con el alma contra los defensores rivales y, una vez vigilado y medido el larguísimo envío de balón, utilizar toda su fuerza y destreza para bajar el balón. En eso es un experto, una suerte de versión local de Edin Dzeko: Furch aparta totalmente a su marcador y cumple con su tarea. Y llega la dinamita, la tragedia anunciada.

Siempre está ahí Julián Quiñones y, de hecho, es difícil entender por qué nadie lo marca, por qué aparece con tanta libertad si su peligro es patrimonio del futbol mexicano. Todos en el Estadio Jalisco, la que fuera casa de ambos durante cincuenta años, sabían lo que iba pasar y lo sabían porque se ha visto demasiado, y tenían razón, pasó al pie de la letra. Sin interrupciones, sin alguna señal de que Chivas pudiera bloquear la jugada que han patentado sus enemigos de toda la vida, los académicos, a los que les queda mejor que nunca el apodo cuando se trata de ejecutar un plan: son unos maestros del juego directo, la descarga y el remate de primera intención.

Con esas bases bien ejecutadas se fueron con la ventaja al mediotiempo. Al volver del descanso, no le faltaron ganas ni enjundia a Chivas, conscientes de que aunque quedaban tres tiempos por delante, y dos de ellos en casa, el próximo domingo, un clásico no se pierde ni se deja a la deriva. Y no fue suficiente. Si en el primer tiempo los bombazos de Brian Lozano fueron una amenaza constante, antes y después del gol, para el arquero Miguel Jiménez, la realidad es que Chivas estuvo lejos de generar peligro real, más allá del kilometraje de unos jugadores dispuestos a soltar hasta la última gota de sudor en un partido que así lo demandaba.

Fue el propio Quiñones quien estuvo más cerca de anotar su segundo gol en la cuenta, pero su potente disparo pegó en el travesaño de Jiménez. Y también Herrera, después de una gran jugada colectiva, estuvo pudo sellar un 2-0 que habría puesto las cosas peores para Chivas. Todavía está todo por decirse, pero en el Atlas tienen a un ídolo y se llama Julián Quiñones, el delantero que le tiene tomada la medida a Chivas y al que deberán frenar si todavía quieren aspirar a las Semifinales.

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