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Julia Sebastián, en Tokio 2020: la nadadora a quien le cortaron el pelo como Sansón pero ganó más fuerza

Julia Sebastián y un corte de cabello que tiene una explicación técnica para rendir mejor
Instagram Julia Sebastián

Julia Sebastián tiene el recuerdo grabado: “No conocía la nieve”. Lo dice al rememorar aquella tarde remota en que le aseguró a sus padres: “No quiero ir al viaje de egresados a Bariloche, prefiero enfocarme en nadar”. La protagonista de esta historia lleva un nombre tatuado en sus costillas, que bien podría haber escrito Gabriel García Márquez en sus novelas: María Cándida. Como en en el libro Cien Años de Soledad, los nombres son heredados y fue Mario Cándido Sebastián quien marcó un linaje que llegaría a su nieta, más allá del nombre.

Mario Cándido fue olímpico en los Juegos de Londres ’48 y Helsinki ’52 en waterpolo. Su parecido físico, el vínculo con el agua y el camino deportivo llevó a crear ese apodo familiar para Julia: “María Cándida”. Tenían una gran relación, pasaban los fines de semana juntos, pero cuando Julia tenía 8 años, Mario Cándido falleció...

“Salíamos mucho a caminar”, recuerda su nieta, que mañana a las 7.45 participará de la serie 3 de los 200 metros pecho (ya quedó eliminada de los 100 metros estilo pecho, tras finalizar séptima en su serie, con un tiempo de 1:09.35). “A esa edad no entendía que mi abuelo había sido tan groso, pero después me identifiqué con él”. Julia crecía y empezaba a hacerle preguntas a su abuelo olímpico, a entender el deporte como una pasión que transforma vidas, pero el tiempo se terminaba para Mario, que fue entrando en una profunda depresión hasta que se sumergió en las aguas que no tienen retorno. “Tenía un montón de experiencias, pero no era tanto de contarlas”, lo describe Julia, y resume: “Siempre está presente, aunque hoy tengo que hacer mi camino”.

Julia Sebastián se quedó con el oro en los 100 metros pecho
Odesur 2014


Julia Sebastián y una historia familiar que retrocede hasta Londres '48 (Odesur 2014/)

Ese camino nació en el agua: “Empecé a nadar de chiquita. Era una obligación, porque tenía que hacer algo a la tarde, después del colegio. Mi familia me lo impuso, junto con algo artístico y aprender inglés”. Su primer entrenador fue Roberto Ortiz. “Fue como un padre para mí”, resume Julia. Roberto era empleado bancario y apasionado por la natación. “Apenas vi a Juli me di cuenta de sus condiciones, cuando un chico tiene otra sensibilidad en el agua se nota, ella era diferente al resto”, recuerda Roberto, pero al poco tiempo también vio el lado B: “Era muy reticente a cada sesión de entrenamiento. Yo le dije a la familia que tenemos un pura sangre para dar la vuelta a la manzana, porque no quiere entrenarse”.

Roberto cuenta que los padres apoyaron mucho a la reticente nadadora. Así lo explica ella: “Mi familia es mucho paz y amor, nunca me impusieron nada. Pero me decían: ‘Probá un par de meses más, mirá que después vienen tal competencia’. Y así me fueron llevando”. En esa transformación para dar rienda suelta al pura sangre, Julia hizo un cambio muy grande a los 16 años: “Llegué a pesar casi 100 kilos, fue como tocar fondo”.

Ese cambio la llevó a perder 30 kilos de peso y ganar toneladas de confianza. Ya a los 17 años la convocaron a la selección nacional y viajó al Campeonato Sudamericano de Perú. La chica que hacía un año la empujaban para meterse a la pileta, se subió solita a lo más alto de podio. Julia Sebastián volvería de Perú siendo campeona sudamericana: “Eso fue una gran motivación, ahora tenía un objetivo”.

El viaje de egresados a Bariloche quedó descartado cuando se presentó la oportunidad de ir a los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. “Fue el sacrificio en mi carrera que más me marcó”, reconoce Julia, “pero no me arrepiento de nada”. Aunque aún quedaban varios reveses que soportar.

Los Juegos de Londres 2012 eran el gran objetivo, cerraba la historia. “María Cándida” llevaba la sangre familiar a una cita olímpica 60 años después. Era el final perfecto para una novela de García Márquez. Pero el destino no siempre escribe desenlaces felices. Y lo peor no fue no clasificarse, sino que había logrado una marca que podría permitirle ir a Londres, dependiendo de decisiones de la Federación Internacional. La posibilidad de recibir una invitación era real, pero nunca llegaba. Los meses se consumían antes de los Juegos, luego semanas y llegó el último día sin que la bendita invitación brindara un final feliz. “Fue muy desgastante esa espera”, recuerda Julia, “y luego todo hablaba de Londres. Londres en la tele, en la radio, en las publicidades. Yo ya no quería ver más nada. Entonces les dije a mis papás: ‘ya fue la natación, voy a empezar a estudiar”.

Allí de nuevo recibió el sostén de Alejandra, su mamá, y de Mario, su papá. “Siempre con mucha suavidad” -explica Julia- “Como diciendo vamos un poquito más y vemos…”. Ese “vemos” fue clasificarse a los pocos meses al Campeonato Mundial de Pileta Corta en Turquía. Las brazadas se fueron acumulando y llegó un nuevo año olímpico. Así como de Londres 2012 quedó a 30 centésimas de ser invitada; en Río 2016 logró clasificarse por 9 centésimas. “Es un deporte que se pule en los detalles”, explica Julia, “no solo en la técnica y el entrenamiento, sino en la alimentación y el descanso. Uno hace todo excelente para mejorar, porque se necesita ese nivel de excelencia”.

Parecía que el cuento llegaba a su fin. Casi tres cuartos de siglo más tarde, la nieta accede al territorio olímpico de su abuelo. Pero esta no es una sola historia, sino una trilogía. Porque llegaría a un escalón arriba de unos Juegos Olímpicos.

“Somos menos nadadores, pero la calidad es superior, porque no hay límite por país. El nivel es fuertísimo. Quizás superior a unos Juegos Olímpicos”, describe la propia nadadora, que fue convocada a la flamante ISL. ¿Qué es esta sigla? La Liga Internacional de Natación (International Swimming League). La ISL es a la natación internacional lo que la NBA es al básquet. Creada en 2019, reúne a poco menos de los 300 mejores nadadores de todos los estilos, de todo el planeta.

Es la primera gran posibilidad de convertirse en un deportista profesional, en un deporte cuyas principales competencias estaban dentro del ámbito federativo. Es decir, el Comité Olímpico Internacional puede dar -en el mejor de los casos- una inolvidable medalla dorada, pero ni un peso. En cambio, la ISL la componen franquicias deportivas privadas que contratan a los nadadores con un sueldo para formar el equipo más competitivo posible. Julia fue la única argentina junto con Santiago Grassi en ser convocados, pero solo ella renovó contrato para la temporada 2022. Así resume Julia su experiencia: “Me cambió la cabeza más que los Juegos de Río”.

Y se explaya: “La ISL me hizo crecer, porque estuve un mes y medio sin nadie de mi entorno, pero entrenándome y compitiendo contra los campeones olímpicos y mundiales. Ahí importaba mucho quién llegaba primero a la pared, realmente se necesitaba un resultado. Y la verdad, eso a veces pesa”.

Respecto del peso, el volumen y la hidrodinamia, y antes del último capítulo de esta trilogía, toca contar una anécdota. Luis Minccioti es el tío de Julia, quien le puso el apodo “María Cándida”, y tiene algo más que decir en esta historia: “Julia tenía un pelo hermoso, largo hasta la cintura. Pero cuando se lo enrollaba todo bajo el gorro de natación le quedaba enorme, y eso la frenaba en el agua. Yo le decía, el día que te lo cortes, vas a bajar todos los récords”.

Pero Julia temía repetir la historia de Sansón y al cortar su larga cabellera, perder su fuerza. Sin embargo, cuando se fue a vivir a Brasil para seguir creciendo en la natación, la humedad de la ciudad de Santos fue más convincente que su tío. “¡Acá llueve casi todos los días y no se me secaba más!”, se ríe Julia. ¿Y ayudó a nadar más fuerte? “Y sí, cambia, al final un poco de lo que decía mi tío es verdad”.

Ahora sí, el tercer capítulo. Mario Cándido fue a Londres ’48 y Helsinki ’52, su nieta “María Cándida”, no podía ser menos. Con su historia ya escrita en Río, ahora suma el capítulo de Japón. “En Río fue una participación, ahora voy a buscar una semifinal… mejor aún, una final olímpica”, había dicho antes de los Juegos. No pudo ser en los 100 metros. Ahora, tocan los 200 metros. Allí buscará un lugar en la historia.