Juegos Paralímpicos. Pablo Giménez, el atleta solidario que se rapó en vivo para ayudar a un nene de siete años que padece cáncer

Pablo Giménez, el atleta de Pergamino que compite en Tokio 2020 en lanzamiento de bala y jabalina
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Disfruta, se divierte e intenta no pensar. Canaliza todo lo que le sucede externamente en sus entrenamientos, con los lanzamientos. La vida lo sorprendió con golpes que podrían haber dejado knock out a cualquiera. Él, resiliente como pocos, soportó, respiró hondo y continuó. Hoy, integra la selección de atletismo en los Juegos Paralímpicos de Tokio, un objetivo que jamás soñó pero que no cambia por nada. Fue 9° en la prueba de lanzamiento de jabalina, su primera estocada paralímpica. Con los nervios del debut superados, aspira a dar su mejor versión en bala y así, seguir creciendo en este mundo que apenas comenzó a transitar.

Pablo Gimenez, luego de uno de sus entrenamientos en Tokio
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Pablo Gimenez, luego de uno de sus entrenamientos en Tokio (Instagram @pablo.gimenez.71/)

Pablo Giménez es lanzador de jabalina y bala clase FS7. Es uno de los once integrantes del equipo de atletismo presentes en Tokio. Este viernes, a las 7.10 de la mañana (hora argentina) disputará la final de lanzamiento de bala donde aspira a quedar entre los primeros puestos. “Apuntamos a meter un podio, y si no se da, a tratar de estar entre los primeros seis. Creo que todos llegamos igual de competencia, el Covid frenó a todos por igual y la escasez de competencia fue para todos la misma. No hay excusas y vinimos acá a dar lo mejor”, señala el atleta, de 37 años.

Profesional, dedicado y pasional. Así se tomó este nuevo desafío el lanzador de Pergamino, que comenzó su camino en el atletismo hace tres años. Su vida siempre fue el fútbol, el básquet y los amigos. De familia humilde y trabajadora, cariñosa y solidaria. Un accidente de tráfico le cambió la vida, y lejos de detenerse en lo que éste le quitó, miró su cicatriz -a la que llamó raspón- y avanzó. Hoy es el número 1 del ranking argentino de lanzamiento de bala paralímpica, ganador de la medalla de bronce en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019, y tiene París 2024 como su meca.

Si bien hoy su calendario pasa por las competencias y entrenamientos del atletismo, su corazón y cabeza acompañan su solidaridad. Giménez, quien cumplirá 38 años en en los próximos días, además de agradecer, da. No espera nada a cambio, pero siente que su experiencia puede ayudar a otros, que los gestos pueden cambiar vidas y que estar presente y asistir a quienes más lo necesitan son actitudes invaluables.

Un video en el que se lo ve al lanzador raparse en plena videollamada recorrió las redes sociales. En éste, se lo ve a Giménez hablar con un nene -Tomás, de siete años-, hijo de un compañero suyo del colegio. Tomi padece de cáncer y recientemente le encontraron un tumor en la pierna, por lo que la amputación fue la respuesta más sana para combatir esta enfermedad. Por eso, frente a este escenario, el padre se contactó con Pablo para ver si le podía enviar un mensaje de aliento frente a este panorama.

Pablo Gimenez. Atleta Paralimpico
Instagram @pablo.gimenez.71


Pablo Gimenez. Atleta Paralimpico (Instagram @pablo.gimenez.71/)

Giménez, quien sufrió la amputación de su pierna izquierda debajo de la rodilla, no dudó. Además, de haber atravesado esa situación, es padre y sabe lo que es sufrir por un hijo. En 2006, perdió un hijo. Un dolor que buscó canalizar por el deporte, siempre apoyado por Ana (19 años), Lucila (13) y Benjamín (9), las luces de su vida. Su familia es su sostén, su prótesis de cariño;, ellos, junto a su novia, su mamá y sus hermanos, forman un núcleo de amor y contención.

“Es el hijo de un amigo de Pergamino, a quién hacía diez años que no veía. Me contactó por redes sociales y me contó su historia, todo lo malo que estaba pasando su hijo. Él sabía de mi accidente y me preguntó si le podía mandar un video a tu hijo. Soy padre, cómo no lo iba a ayudar. Le hice un video por el tema de la pierna, lo alenté, le mostré que se podía. Nos empezamos a llamar, a hablar y tratamos de coordinar para conocernos, y que venga al Cenard a despedirme. Pero justo estaba con la quimio y no llegamos a conocernos en persona, por eso lo llamé y me rapé con él en vivo. Ahora lo operaron, están buscándole una prótesis, pero no pude preguntar bien. Está con muletas. Estaba ampollado, con la boca y los labios lastimados”, le describe a LA NACIÓN.

“Nos prometimos cuando vuelva a Pergamino que nos íbamos a juntar para conocernos e íbamos a salir a comer algo. Tomi quería un pancho, así que cuando vuelva un pancho será”, añade.

Pablo Giménez disfruta su primera participación olímpica en Tokio 2020
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Pablo Giménez disfruta su primera participación olímpica en Tokio 2020 (Instagram @pablo.gimenez.71/)

Es generoso de alma. Así lo criaron y así busca transmitirlo. Atiende al llamado de LA NACION en plena noche de Tokio y a días de su última competencia. Se muestra calmo, disfrutando de la experiencia, confiado en su trabajo y consciente de todo lo que le resta aprender y mejorar. Es compañero y alienta a todos los integrantes de la delegación, para quienes no guarda elogios. Y, sobre todo, apoya a su compañero de habitación, Gabriel Sosa, quien al día siguiente iba a tener su debut. (El velocista finalmente fue descalificado por adelantamiento durante la partida).

-¿Cómo fueron tus comienzos en el atletismo? ¿Alguna vez lo habías practicado?

-Empecé como un hobby, una manera de sentirme útil después del accidente. Estaba entrenando, y a su vez cobraba una pensión mínima y trabajaba como seguridad del club. Cuando empecé a intensificar mis entrenamientos, le pedí al secretario de deportes de Pergamino y al intendente una ayuda, porque con los entrenamientos la prótesis y la media de silicona se fueron desgastando y su costo de mantenimiento es muy caro. Ellos me lo negaron. Ahí conocí a Carlos Alberto Rodríguez, presidente de Copar (Comité Paralímpico Argentino) quién me invitó a entrenar con ellos y bueno, acá estamos. Nunca había hecho atletismo, solo en el colegio. Sabía de oído lo que era la jabalina y la bala, y con 35 años empecé a practicar y se volvió mi pasión.

-¿Con qué mundo te encontraste cuando comenzaste a involucrarte?

-Yo venía del mundo del fútbol, y mi sueño siempre fue ser parte de la selección de fútbol. Y hoy, viendo que integro el equipo argentino de atletismo, es un orgullo enorme, algo que nunca soñé y que me cambió la vida. Si lo tuviera que volver a elegir, lo volvería a hacer. El atletismo me llevó a sacar lo mejor de mí, a conocer lugares y personas buenas, chicos del mismo palo que uno y la verdad que eso es lo bueno. Cuando me cerraron las puertas, jamás me rendí. Encontré un descampado y ahí fui a entrenar solo hasta la llegada de Rodríguez. El atletismo fue mi cable a tierra y me dio ese hambre por superarme y por demostrarles a mis hijos que, por más que a uno le falte una pierna, un brazo, uno tiene que vivir igual y seguir para adelante.

Giménez, en la ceremonia inaugural de los Paralímpicos
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Giménez, en la ceremonia inaugural de los Paralímpicos (Instagram @pablo.gimenez.71/)

-Siendo ya un atleta paralímpico, ¿Cuáles son tus objetivos?

-Mi primer objetivo o sueño es, que yo sé que esto no termina acá. El año que viene está el Mundial, el otro los Juegos Parapanamericanos en Chile y después la cita en París 2024. Todo apunta ahí, y a tratar de escalar un podio. Todavía hay mucho por corregir y aprender, y un atleta alcanza su plenitud física recién a los seis años de carrera. Yo voy por tres, así que me quedan tres para aprender, escuchar y crecer para llegar bien a Francia.

-¿Cómo pudiste manejar y trabajar lo sucedido con tu accidente y no perder la motivación? ¿Qué te enseñó el atletismo?

-Primero fue saber que si tenés un sueño, una discapacidad no te lo tiene que impedir. Segundo, el deporte fue fundamental, me formó como atleta y como persona. Te enseña en tu totalidad. El atletismo me dio un objetivo al cuál aspirar, pero sin dejar de lado mis valores, el compañerismo, la solidaridad. Uno siempre tiene que ayudar sin pedir nada a cambio y estar dispuesto a ayudar a los demás. Así me enseñó mi mamá. Cuando uno ayuda es porque se siente bien con uno mismo, y gracias al deporte encontré contención y utilidad. Y, al sentirme bien, busco ayudar, inspirar y contagiar.