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Juan Lebrón-Alejandro Galán: viaje a la intimidad de la pareja número 1 del pádel mundial

Juan Lebrón y Alejandro Galán, una fórmula exitosa
Juan Lebrón y Alejandro Galán, una fórmula exitosa

Son atléticos, veloces, explosivos, son la pareja número uno. Son españoles, flacos, altos (1,85 m), son Alejandro Galán y Juan Lebrón. Juegan al pádel, hablan de pádel, respiran pádel. Están compitiendo en el Mendoza Premier Padel, la quinta fecha del reciente circuito mundial, que la semana pasada también se jugó en Madrid, donde ganaron. Y antes en París, donde ganaron. Y previamente en Roma, donde ganaron.

Y la primera fecha del circuito se inició en Doha, donde les fue mal... salieron subcampeones. Es que también son humanos. Se desvelan: a uno le gusta el dulce de leche, el otro no sabe bailar. Los numero uno del mundo, también viven afuera del pádel. Y de eso hablan, se ríen, se gastan y se admiran.

Alejandro Galán y Juan Lebrón, en un debate antes de un punto
Alejandro Galán y Juan Lebrón, en un debate antes de un punto - Créditos: @Marcelo Alvarez

-¿Quién juega mejor al fútbol?

Juan Lebrón, al instante, responde: “¡Yo!”. Alejandro Galán lo mira, abre la boca, no dice nada, la cierra y sonríe.

-¿Quién baila peor?

Alejandro, se anticipa firme: “¡Yo!”. Y agrega: “Bah, no lo sé… pero para contestar una rápido. Quería apuntarme una, tío”.

-¿Quién se duerme más tarde?

Juan, más tímido, más bajo: “Y, yo…”

-¿Por qué?

“Porque no concilio el sueño…”, contesta el nacido hace 27 años en El Puerto de Santa María, Cádiz, Andalucía.

-¿Quién es más fuerte en el gimnasio?

Alejandro no se apura pero contesta con respeto: “Creo que yo…”. El madrileño es el más chico de los dos, si no en altura, al menos en edad (26 años), aunque más grande en contextura física. Si bien compiten en un deporte de parejas, es común que en las prácticas realicen enfrentamientos uno contra uno. Se los llaman “cruzados”, porque se utiliza media cancha de cada lado de la red, pero en los rectángulos que se ubican cruzados.

Juan Lebrón, en acción
Juan Lebrón, en acción - Créditos: @Marcelo Alvarez

-¿Quién gana cuando juegan un “cruzado”?

Juan salta nuevamente veloz: “Mira, mira, que te voy a decir… el score está muy alto, pero no sé para que lado”. Alejandro retruca, con voz baja pero punzante: “La verdad es que, para que no se desgaste la pareja, yo lo dejo ganar”.

Juan no entra en la broma y agrega más serio: “Te digo una cosa, no tiene nada que ver… Muchas veces gano yo, otras gana él. Porque tenemos días en que uno anda mejor que el otro. Pero quien gane da igual, porque el pádel es en pareja”.

En lo que sí coinciden ambos es en dos aspectos. El primero, ninguno quiere contar por dónde le buscan meter puntos a su compañero. Y segundo, en que los dos se encuentra muy pocos puntos débiles.

Juegan juntos desde el inicio del 2020, año en el que se convirtieron en mejor pareja de esa temporada, atípica por la pandemia. Para ello ganaron seis títulos del World Padel Tour (WPT), el principal torneo de esos años. Llegó el 2021 y subieron la vara ganando siete títulos, incluido el Master de fin de año (similar al Master del tenis). Este 2022, en el Premier Padel, solo llevan perdido un partido en cuatro torneos y medio jugados. Mientras que en el WPT también viene primeros, pero seguidos muy de cerca en la Race (el ranking que a fin de año marca al número uno), por la pareja argentina, Agustín Tapia y Daniel Gutiérrez. Es que recordemos, son humanos.

-¿Quién es mejor contando chistes?

Alejandro: “Él”. Juan: “Sí, sí, yo… bueno, me defiendo”, explica Lebrón entre sonrisas. Sí es el más expresivo, si Alejandro es medido, Juan parece no poder ocultar lo que siente. Muestra más el enojo, la alegría, si le cae bien alguien se lo dice de inmediato, si la música que suena le gusta lo muestra con el cuerpo.

Son distintos. Se complementan. “Con el tiempo nos hemos ido conociendo mejor y ahora sabemos disfrutar más los momentos juntos”, explica Juan. Si le vienen a preguntar algo en inglés, Juan se para detrás de Alejandro y lo mira, este da un paso al frente y responde por ambos con exactitud. “Pero yo estoy cuando hay que hablar en italiano”, salta Juan. Y Alejandro agrega con una sonrisa: “Cierto, y Juan también habla muy bien el argentino”.

-¿Qué gustos comparten?

Juan, sin dudar: “¡El dulce de leche!”.

Alejandro: “Yo soy más del chocolate, pero hoy probamos esos libritos… [la factura hojaldrada rellena de dulce de lecha y espolvoreada con azúcar impalpable], ¡riquísima!”.

Juan: “Yo soy goloso… me tengo que controlar, claro, pero me gusta lo dulce”.

-¿Juegan a la Play?

Juan: “Sí, ahí es mejor él…”.

Alejandro: “Pude ser, pero la verdad ya hay poca Play”.

Juan, lo mira y sonríe: “Bueno, los días de lluvia sale FIFA”.

Alejandro, sin mostrar su año menor, con voz calma, como si tuviera una década más: “Sí, pero ya estamos grandes, hay menos tiempo para la Play”.

-¿Quién cocina peor?

Juan: “Jajaja, a la par…”.

Alejandro reformula: “Los dos cocinamos igual de mal… o igual de bien”.

Por último. ¿Qué admiran uno del otro?

Alejandro: “Admiro la competitividad de Juan, es voraz. Y la cantidad de recursos que tiene, la gente no se imagina todo lo que puede hacer con la pelota”.

Juan: “Admiro jugadas imposibles que hace… pero vamos a lo que da más resultado, que es el trabajo”.

Sin querer, ambos, volvieron solos al deporte que casi los absorbe. Recuerdan ahora que también se admiran como personas, que a pesar de ser números uno, son más que jugadores.

Juan: “Sí, cierto, afuera de la cancha admiro la humildad de Ale, es una gran persona”.

Alejandro: “Yo la bondad que tiene, querés que te diga: Juan es un trozo de pan”.