Una joven afgana supera las heridas de un atentado para ir a la Universidad

Kabul, 16 nov (EFE).- Fatima Amiri, una joven de la perseguida minoría chií hazara, perdió uno de sus ojos en un ataque suicida en un centro educativo de Kabul en el que murieron 54 personas. Un mes después, se abrió camino a una universidad en Afganistán tras conseguir una calificación sobresaliente en las pruebas de ingreso.

El sueño de la joven era estudiar informática, y por eso "luché por ella", explicó a EFE.

SUPERVIVIENTE DE UN ATENTADO

Fátima participaba, junto a cientos de estudiantes, en un examen de práctica para las pruebas de acceso a la universidad el pasado 30 de septiembre, en un instituto situado en el barrio hazara de Dasht-e-Barchi.

Un atacante suicida del Estado Islámico de Khorasan, una rama afgana de la organización terrorista, irrumpió en la clase tras un tiroteo y detonó los explosivos que portaba.

Al menos 54 personas murieron ese día, y decenas resultaron heridas. Entre ellas Fatima, que perdió el ojo izquierdo.

“Estaba por resolver la cuarta pregunta de matemáticas cuando escuchamos disparos, y las niñas comenzaron a gritar y llorar, me puse de pie para calmarles, ya que todos estaban llorando", relató la joven de 17 años.

Familiarizada con los constantes ataques dirigidos contra los hazara, Fatima trató de calmar a sus compañeros asegurando que nada pasaría.

"De repente vi a un joven disparando por todas partes (...) me escondí bajo un banco y allí ocurrió la explosión suicida", recordó la joven.

Fatima salió corriendo de la escena bañada en sangre, sola, a buscar ayuda en un hospital.

Fatima asistió dos semanas después a las pruebas de acceso a la universidad, las primeras celebradas bajo el Gobierno interino de los talibanes, para la facultad de informática. La joven hazara obtuvo una calificación de 313 en los resultados publicados hace una semana, de una escala máxima de 360.

HAZARA Y MUJER EN LA ERA TALIBÁN

Para el examen de ingreso a la universidad de 2022, las universidades limitaron las opciones a las mujeres, prohibiéndoles seleccionar facultades de periodismo, ingeniería, agricultura, veterinaria y, en algunas provincias, también ciencias políticas, en parte por la prohibición de los talibanes de tener clases mixtas.

Fatima logró su sueño de estudiar informática, pero lamentó que "otras chicas también se esforzaron por sus facultades favoritas, pero no les permitieron escogerlas y su sueño había sido eliminado”.

El futuro de las estudiantes de secundaria es todavía más complejo en Afganistán.

Han pasado 410 días desde que las escuelas secundarias para niñas quedaron cerradas por las restricciones de los talibanes, a pesar de las promesas de los fundamentalistas para la reapertura.

Con las escuelas secundarias cerradas, el puente que llevaba a las jóvenes afganas desde sus escuelas primarias hasta la universidad ha quedado completamente roto.

“Espero que las escuelas femeninas vuelvan a abrir en un futuro cercano, la única forma de construir nuestro país es la educación, y si las niñas estudian la velocidad de reconstrucción y desarrollo del país será el doble”, piensa la futura universitaria.

Muchas otras estudiantes se han desmotivado para continuar sus estudios debido a las restricciones de las mujeres y las niñas en la educación, el trabajo y la participación social.

“Nuestra clase era una de las clases con más alumnas, pero cuando las escuelas secundarias cerraron, las estudiantes ya no se sintieron motivadas para continuar", aseguró.

LAS BARRERAS

La joven afgana proviene de una familia de pocos recursos, su padre es un vendedor ambulante que vende productos en las calles de Kabul en una carretilla. Para ella, hacer la prueba y aprobarla requería de mucho esfuerzo para sobresalir entre los más de 100.000 estudiantes examinados en todo el país.

“Las materias de matemáticas hay que volver a estudiarlas en un curso preparatorio, pero la mayoría las estudié sola sin ningún entrenador ni profesor, varias veces volvía a casa por no tener dinero para pagar la matrícula”, explicó.

Fatima aseguró que estudió cada día hasta pasada la medianoche durante el último año, que coincidió con uno de los periodos más complejos de Afganistán con la caída del Gobierno, la retirada de las fuerzas internacionales, y la llegada de los talibanes al poder en agosto de 2021.

"No recuerdo haber tenido ni un solo día tuve libre en el año pasado", añadió.

Y aunque está feliz, también desea que "ojalá a todas las chicas tuviera derecho a escoger de su facultad favorita”.

(c) Agencia EFE