Los juegos mentales de José Mourinho que ponen en cuestión su propia carrera

Jose Mourinho manager of AS Roma looks dejected during the Serie A match between US Salernitana 1919 and AS Roma at Stadio Arechi, Salerno, Italy on 14 August 2022. (Photo by Giuseppe Maffia/NurPhoto via Getty Images)
José Mourinho contiene una risa durante su último partido contra la Salernitana (Photo by Giuseppe Maffia/NurPhoto via Getty Images)

El año pasado, José Mourinho ganó la Conference League con la Roma, convirtiéndose en el primer entrenador de la historia que gana la Champions, la UEFA, la Europa League y la Conference. El mérito es enorme e imposible de rebatir. Puede que esta última competición no presente grandes rivales ni haya establecido aún su pedigrí, pero de peces pequeños que se acaban comiendo a los grandes está el río lleno. Al final de temporada, gana solo uno, ese fue Mourinho y ahí se acaban todas las discusiones.

Preguntado por la posibilidad de repetir éxito este año en la Europa League, el portugués se mostraba más cauto. Al parecer, en la Europa League juegan equipos con presupuestos impresionantes y una enorme capacidad para fichar jugadores. "Equipos que se gastan 100-150 millones de euros cada verano", en palabras del entrenador de la Roma. "La diferencia entre ellos y nosotros es como la diferencia que hay entre la tierra y Marte".

Por supuesto, tiene razón. El asunto es que esto no es nuevo y recuerda a las quejas de determinado "establishment" contra los equipos de jeques, oligarcas, etc. La Roma no tiene para fichar o desde luego no tiene lo que el Arsenal o el Manchester United, a los que les llueven los contratos millonarios. Tampoco lo tenía hace quince años, cuando Mourinho entrenaba al Chelsea de Abramovich o hace diez, cuando dirigía al Real Madrid de Florentino Pérez. Siempre ha habido equipos con mucho dinero y equipos con mucho menos. El asunto es de qué lado estás.

A Mourinho, como a cualquiera que le esté tocando vivir estos años fuera de la Premier League -con la diferencia de clubes muy consolidados como el Real Madrid, el Barcelona, el Bayern, el PSG y, quizá, la Juventus- esta diferencia de presupuestos le viene muy bien para que no le exijan cosas, pero aquí hay dos problemas evidentes: 1) Si la posibilidad de triunfo depende exclusivamente del dinero que te gastes en tus fichajes, ¿quiere eso decir que sus títulos en Chelsea, Real Madrid o Manchester United solo tuvieron el dinero como explicación?, lo que nos lleva a 2) ¿Acaso no fue su Champions con el Oporto en 2004 un ejemplo palmario de que no, no es necesario ser un club multimillonario para competir con los mejores?

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Ya sabemos que Mourinho es un mago de los discursos, pero, en el fondo, este le perjudica más de lo que le beneficia: en lo que tiene de cierto, siembra la duda sobre parte de su carrera... en lo que tiene de falso, de excusa barata, nos muestra a un técnico que ya está lejos de su mejor momento. Un técnico que podía ganar UEFA y Champions con el Oporto, que podía llevarse el triplete con el Inter de Milán, reconoce ahora que no puede ganar la Europa League con la Roma.

Otra cosa es que tengamos que tomarle en serio. No deberíamos. Lo más probable es que Mourinho esté utilizando este discurso para motivar a sus propios jugadores. Una manera de decirles: "como sois baratos, no podéis ganar", un recurso para que saquen lo mejor de sí mismos y le cierren la boca a su entrenador. Jugar para Mourinho tiene estas cosas, hay que estar preparado para todo tipo de juegos psicológicos. Lo que se dice y lo que se implica no siempre es exactamente lo mismo.

En cualquier caso, las palabras están ahí y es curioso que nunca las utilizara al revés. Algo parecido a "tengo más dinero que nadie, los mejores jugadores del mundo, estoy obligado a ganar". No, cuando ganaba era por alguna genialidad suya. Cuando pierde, quiere hacernos creer, es por el presupuesto. Todos sabemos que él no lo piensa así porque entonces no seguiría entrenando. Simplemente quiere que, si la Roma alza el título allá por mayo, todos digamos: "¡Qué barbaridad, si parecía imposible!". Y, con Mourinho de por medio, ya sabemos que imposible no hay nada.

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