Joel Sclavi, el pilar de los Pumas al que hubo que convencer de jugar al rugby, que puede volver a ser campeón de Europa y se propone estar en la final del Mundial de Francia

Con 1,85 metros y 145 kilos, Joel Sclavi es un toro al encarar; este sábado procurará volver a ser campeón de Europa por La Rochelle.
Con 1,85 metros y 145 kilos, Joel Sclavi es un toro al encarar; este sábado procurará volver a ser campeón de Europa por La Rochelle. - Créditos: @LIONEL HAHN

Más de 3000 personas se agrupan para despedir al equipo, que viaja a Dublín para afrontar el partido más importante de la temporada. La final de la Champions Cup entre Leinster y La Rochelle en la capital irlandesa se lleva buena parte de la atención del fin de semana, en la primera vez que se repiten los finalistas en años consecutivos. En gran parte del sur de Francia los clubes de rugby son un símbolo de la ciudad y Stade Rochelais, orgullo de la urbe ubicada en la costa occidental, a 180 kilómetros de Burdeos, no es una excepción. Se respira rugby en cada esquina. Los colores negro y amarillo caracterizan a un equipo que atraviesa el mejor momento de su historia y este sábado, a partir de las 12.45 y con transmisión por ESPN 3 y Star+, intentará retener el título de campeón europeo.

“Es una ciudad chiquita, de 75.000 habitantes. Tiene un puerto que es muy conocido y una isla a cinco minutos. El club se vive en cada rincón de la ciudad. Yo estaba en el centro y había banderas por todos lados; gente con el buzo, la camiseta o el gorro... Significa mucho para la ciudad”, explica Joel Sclavi, el único argentino que estará en la final continental. El primera línea vive a cinco minutos del club y también de un centro de entrenamiento de primer nivel, perfeccionado en el 2017. “Los días de partido vamos caminando a la cancha y es increíble la cantidad de gente en la calle. La gente es muy amable, en todos lados nos recibe bien”, describe.

La despedida de los hinchas al plantel en su partida a Dublín

Marplatense de 28 años, de 1,85 metros y 145 kilos, deportivamente oriundo de Pueyrredón Rugby, club de su ciudad, Sclavi tuvo inicios distintos a los tradicionales en el rugby, tanto en su etapa formativa como en la profesional. “Arranqué recién cuando tenía 15 años en la M-16 de Pueyrredón. Un profesor de matemáticas me convenció de que tenía tamaño para jugar al rugby. Me insistió bastante hasta que me convenció y me llevó al club. Antes, cuando tenía aproximadamente nueve años, iba a una escuela de fútbol cerca de Parque Camet, pero no duré mucho. Era lo único que hacía de deporte”, cuenta el pilar.

–¿Qué recordás de ese comienzo?

–Fue durísimo. Yo llegué un martes con un entrenamiento muy duro y tenía poca actividad deportiva. Me morí, no podía hacer nada. Dije que no volvería nunca más. A las dos semanas me crucé a uno de los chicos y me dijo de volver el sábado. Fui de a poco, me gustó y no dejé más. Mi primer partido fue contra Universitario de Mar del Plata, allá. Me acuerdo perfecto.

–¿Qué jugadores de los Pumas mirabas?

–A mí me gustaba el fútbol y miraba poco rugby. Con los chicos del club empecé a seguir más y como era pilar izquierdo miraba mucho a Rodrigo Roncero, ¡un animal!

A Sclavi le tomó un tiempo darse completamente cuenta de que era profesional, de la importancia de lo que tenía alrededor.
A Sclavi le tomó un tiempo darse completamente cuenta de que era profesional, de la importancia de lo que tenía alrededor.

–¿Cómo fue tu salto a Europa?

–En 2015 uno de los jugadores se fue a España, para jugar en Guernica, y me preguntó si quería ir con él. Tuve que arreglar con mi trabajo y me dijeron que no había problema. Había un entrenador bahiense. Salió de un día para otro. No estaba muy organizado.

–¿Cuándo hiciste el clic de que querías vivir del rugby?

–Cuando pasé a Pau, de Francia. Andrés Bordoy estaba buscando pilares y le propusieron mi nombre. Hablamos bastante y coordinamos para un entrenamiento con la M-23 de Pau. Con un chico mendocino fui a hacer algunas pruebas, quedé y al tiempo empecé la pretemporada. En Guernica teníamos horarios para entrenarnos, pero como éramos muchos los argentinos, era más para disfrutar. Yo era profesional, pero la llevaba bien. Cuando llegué a Francia me dijeron que iba a arrancar con los menores de 23, pero apenas empecé me mandaron con los profesionales. Estaban Santi Fernández, Conrad Smith, Colin Slade, Steffon Armitage... Entonces me di cuenta de dónde estaba y comencé realmente a ser profesional. Fue durísimo. Venía jugando de pilar izquierdo y me pasaron al costado derecho. En el primer scrum se me doblaron las costillas... La sensación más fea que tuve en mi vida. Sigo acordándome de ese primer scrum: fue una sensación de que me aplastaban. A ese cambio lo sentí de entrada.

Sclavi con sus compatriotas Santiago Fernández e Ignacio Calles en Pau, Francia, donde hizo el clic para dedicarse definitivamente al rugby.
Sclavi con sus compatriotas Santiago Fernández e Ignacio Calles en Pau, Francia, donde hizo el clic para dedicarse definitivamente al rugby. - Créditos: @Instagram

–Andrés Bordoy es una persona importante en tu carrera...

–Con el Dogo Bordoy empecé a trabajar mucho más la postura, y con los otros pilares de Pau empecé a ganar mañas. Aprendí un montón. Incluso él me hizo venir a La Rochelle. Es muy amigo del entrenador de forwards y me recomendó. Me dio una mano enorme en el rugby. Es muy exigente; me tiene siempre a mano para que mejore. Aproveché mucho la etapa en Pau, donde estaba también con Ignacio Calles. Después lo tuve en Jaguares, y ahora en los Pumas. Lo escuchamos mucho porque sabemos que todo lo que explica es para mejorar.

Joel Sclavi es de los pocos que escaparon del modelo actual de la Unión Argentina de Rugby (UAR) en lo que respecta a la formación de jugadores. Dio el paso a Europa sin haber sido detectado por los centros de formación de la UAR. Se forjó en el rugby francés. Bordoy lo convenció de dar un salto y de volver al país en 2020 para integrarse a Jaguares. Es un pilar de diferentes características al prototipo que buscó la Unión en los últimos años. Su impacto en el scrum en el Súper Rugby fue notable, pero duró poco: la cuarentena implicó el final de la participación de Jaguares en el torneo más importante del hemisferio sur.

Mientras la mayoría de sus compañeros emigró al norte, el marplatense tuvo una lesión en un hombro que lo obligó a visitar un quirófano. “Una vez que pasó el Súper Rugby en Jaguares y llegó la pandemia me operé y recién pude volver a jugar en 2021, en Jaguares XV. No pude estar en el Tri Nations 2020. A mitad de 2021 arreglé con La Rochelle y me pasó de vuelta lo del hombro... Me dijeron que me operara para llegar mejor físicamente. Fueron cuatro o cinco meses de trabajo. En un momento me dijeron que quizás no podría seguir jugando: tengo el índice de Torg muy angosto en comparación con el resto y se me agravó la hernia. Por suerte, no pasó a mayores y terminó saliendo todo bien”, detalla Sclavi.

De sus 43 presencias como titular en La Rochelle, 38 lo tuvieron como pilar derecho y 5 como pilar izquierdo; el marplatense quiere actuar en la primera de esas posiciones, pero no tiene problemas para adaptarse a la segunda.
De sus 43 presencias como titular en La Rochelle, 38 lo tuvieron como pilar derecho y 5 como pilar izquierdo; el marplatense quiere actuar en la primera de esas posiciones, pero no tiene problemas para adaptarse a la segunda. - Créditos: @Julian Finney

–¿Cómo te golpeó eso en lo anímico?

–Llegué a La Rochelle y, como no estaba vacunado, estuve diez días encerrado en un departamento. Cuando me liberaron tenía que hacerme los estudios e irme a los Pumas. Me acuerdo de la cara del médico, que dijo “este chico está mal”. Yo ya había firmado el contrato, pero todavía no estaba el apto médico. Corría el riesgo de perder el contrato. Con las otras operaciones, pensé “ya está, se terminó todo”. Fueron muy importantes el apoyo de la familia, la contención del club. Enseguida el tema pasó a menores y me puse el foco en llegar al 2022 para volver a jugar.

–Inmejorable el 2022...

–Cuando inicié la temporada perdiéndome los Pumas por otra operación, no imaginé que podía terminar como terminó. Disfrutamos mucho. Encima éramos tres argentinos, porque estaba con Facu Bosch y Ramiro Herrera, y lo cerramos con la copa [de Europa]. Después vino el debut en los Pumas, en julio. Fue soñado.

En el vestuario, después de su estreno en los Pumas, en julio pasado

–El día en que salieron campeones de Europa estaba más de la mitad de la ciudad en los festejos. ¿Cómo lo viviste?

–Se calculó que había 55.000 de las 75.000 personas de La Rochelle. ¡Una locura! En Francia se vive el rugby así. Vas a una ciudad chiquita y en el medio hay una cancha de rugby. Se vive mucho el rugby. En La Rochelle hay una racha de 80 partidos con el estadio siempre lleno. El ambiente, lo previo y el después son vividos de una manera muy especial. La gente conoce a todos los jugadores, pero no es invasiva, sino muy respetuosa. Si tiene que esperar una hora para pedir una foto mientras uno está comiendo, lo hace. Uno va al supermercado y el carnicero lo felicita por el partido. Me pasó después de salir campeones que salí del supermercado y había gente esperando con la camiseta para saludarme. Es increíble.

Con Facundo Bosch y la Copa de Campeones, en 2022

–¿Qué te gusta hacer fuera del rugby?

–Hacemos muchos planes. Con mi novia salgo a comer, a tomar mate a la playa. En el club tenemos muchas actividades fuera del rugby. Hace unas semanas fuimos todos a andar en karts, a jugar al bowling y a hacer surf... Hacemos asados. Cuando tengo tiempo libre, descanso o doy una vuelta por la ciudad.

–Se percibe una cultura de equipo en La Rochelle, más allá del rugby.

–El club lo genera. Hace unas semanas, en lugar de entrenarnos nos subieron a un colectivo y nos llevaron a hacer surf. Eso también mantiene un buen grupo, buenas relaciones humanas. Siempre hay planes para hacer entre los jugadores.

Imágenes del 47-28 a Exeter Chiefs en la semifinal

–¿Existe una mística con la Copa de Europa?

–Ronan O’Gara está queriendo crear una dinastía, como Real Madrid, Mercedes, Red Bull ahora. Tratar de jugar todas las finales posibles y de seguir construyendo. Siempre está la idea de ganar los dos torneos [el otro es el francés Top 14], desde el primer momento.

–¿Cómo es el entrenador Ronan O’Gara?

–Plantea los partidos y siempre se dan así. Cuando no hicimos las cosas que él dice que hagamos, perdimos por lo que él decía. Está todo el día pensando en cosas nuevas. El año pasado, antes de la semifinal contra Racing 92, teníamos un almuerzo de equipo y se le vino a la cabeza algo... En lugar de comer agarró a cada uno que participaba en eso, para convencerlo. Está en todos los detalles y va armando los partidos antes de jugarlos. “Si no hacemos esto, pasa esto... y si no hacemos lo otro, pasa esto...”. En la final del año pasado nos dijo que teníamos que mantenernos firmes y que íbamos a ganarla en los últimos cinco minutos. Y pasó. En el trato con los jugadores también es muy bueno; tengo para decir solamente cosas buenas de él.

Sclavi admira al entrenador de La Rochelle, el irlandés Ronan O'Gara, una gloria del Trébol, por su minuciosidad al planear los partidos, su anticipación y su contracción al trabajo.
Sclavi admira al entrenador de La Rochelle, el irlandés Ronan O'Gara, una gloria del Trébol, por su minuciosidad al planear los partidos, su anticipación y su contracción al trabajo. - Créditos: @Julian Finney

–¿Te dio mucha confianza como jugador?

–Me ayudó un montón, sobre todo al principio. Recibió un pilar lesionado que venía de jugar la Superliga Americana de Rugby... Siempre me dio la confianza para rendir. Si no me hubiese tenido confianza, yo quizás ni habría jugado después de regresar de la lesión.

–Uini Atonio, pilar derecho de Francia y compañero tuyo, dijo que sos “el Messi de La Rochelle”, ¿Qué te genera?

–Le dije a Atonio que están volviéndome loco con eso... Lo dijo riéndose, por un chiste interno del vestuario. Pero estoy disfrutando mucho los minutos que están tocándome. La idea es sumar todos los minutos posibles hasta el final. Se me está dando hacer tries, pero mi prioridad como primera línea está en el scrum y en el juego. No puedo quejarme del presente.

–¿Estás en el momento de madurez para un pilar?

–Como pilar uno va formándose con los años. Ningún pilar izquierdo es igual a otro, ningún equipo forma el scrum igual que otro. Hay que ir aprendiendo. Es increíble la cantidad de posiciones y detalles que hay. Hay pilares que se cierran y quizás todavía no tengo las herramientas para contrarrestarlos. Sigo creciendo. A los 28/29 años ya voy sumando muchos partidos, pero todavía me falta aprender más.

La mente en Francia 2023

Todo apunta a la Copa del Mundo. El Mundial de Francia se lleva la gran mayoría de las luces del rugby en el 2023 y los jugadores intentarán estar en su mejor forma en septiembre. De no mediar problemas físicos, Sclavi es una fija entre los 33 jugadores mundialistas. Desde su debut, en la ventana de julio frente a Escocia, jugó los nueve partidos en que estuvo disponible; como estuvo suspendido durante ocho semanas por un cabezazo en un ruck jugando por La Rochelle, no pudo estar en los test matches de noviembre. Lleva 20 partidos en la temporada en el club francés y anotó seis tries, una cifra alta para un pilar.

–¿Cuántas veces por día tenés en mente el Mundial?

–Estoy concentrado en La Rochelle. Tenemos partidos importantes, pero eso siempre se viene a la cabeza. Estamos trabajando todos para llegar mejor, vamos hablando con los entrenadores y tenemos trabajos para hacer. Están siempre ahí los Pumas... El Rugby Championship, el último partido que se va a jugar en la Argentina antes de venir a Europa... Aparecen muchas imágenes.

–¿Hablaste con Michael Cheika, el entrenador de los Pumas, sobre la situación de estar jugando bastante como pilar izquierdo?

–Con Cheika no hablé mucho. Con el Dogo Bordoy hablé bastante. Mi prioridad es jugar de pilar derecho, pero me adapto a hacerlo de izquierdo y no tengo problemas. Él está conforme con lo que estoy haciendo, siempre me habla y me muestra imágenes de cosas que piensa tengo que corregir, sea de pilar derecho o izquierdo.

Al ataque contra Nueva Zelanda; el primera línea piensa que los Pumas no tienen "nada que envidiar a nadie" y plantea que deben llegar a la final del Mundial de Francia.
Al ataque contra Nueva Zelanda; el primera línea piensa que los Pumas no tienen "nada que envidiar a nadie" y plantea que deben llegar a la final del Mundial de Francia.

–¿Hablás del Mundial con tus compañeros de La Rochelle?

–No, muy poco. Hablé solamente con Will Skelton [segunda línea de Wallabies], que me preguntó si iba a la gira por Australia, porque él iba a estar. Con los franceses no se habla mucho.

–¿Cómo ves a Francia?

–Es local, está jugando muy bien realmente. También Irlanda está muy alto. Pero en un mundial hay muchos que tienen chances.

–¿Y los Pumas?

–La idea es jugar la final. Estamos convencidos de eso y estamos trabajando para lograrlo. No tenemos nada que envidiar a nadie, tenemos un grupo enorme y muchas herramientas, y lo mostramos en los partidos en que estuvimos derechos. Hay que concentrarse en nosotros y en mejorar.

–¿Imaginabas todo este camino en 2019, cuando estabas fuera del radar?

–Muchas veces me pongo a pensar en el camino. Cuando fui a jugar a España, iba a hacerlo por un rato y después iba a volver; tenía mi trabajo en Mar del Plata. Es increíble todo lo que fue transcurriendo, no lo imaginaba. Ahora lo disfruto el doble.

Su club, su bandera

Pueyrredón Rugby Club está en su corazón y de alguna manera Sclavi lo lleva a todas las canchas. En la final de la Copa de Campeones de 2022 lució en los festejos una bandera de su club de origen firmada por sus amigos, al igual que en Jujuy tras su debut en los Pumas. “En menores de 17 salimos campeones, de forma compartida con Mar del Plata Rugby. Lo festejamos muchísimo. A esa bandera la hizo uno de mi camada y fuimos firmándola todos los jugadores. Quedó en el club. Cuando volví a Argentina antes de irme a Francia, uno de mis amigos me dijo «tomá, te la doy para que nos lleves a nosotros siempre». Desde entonces me acompaña y la llevo a todos lados, en la mochila o en el bolso. Siempre está ahí, es un amuleto. Una vez la olvidé y me amargó el día. Sentía que me faltaba algo”, relata el primera línea.

Con el “trapo” de Pueyrredón que lleva a todos lados

Seguramente la bandera está en el bolso que viajó a Dublín y también estará en el Aviva Stadium. Este sábado y otra vez ante Leinster, Joel Sclavi tratará de seguir agrandando la historia de La Rochelle, un club que ascendió a la primera categoría en 2014 y hoy es el rey de Europa.