Jeta Castagnola, el chico que hace magia en La Natividad: secretos de un crack no para de provocar admiración con sus “goles Premium”

Jeta Castagnola, el chico que lleva los golazos en la piel
Jeta Castagnola, el chico que lleva los golazos en la piel - Créditos: @Rodrigo Nespolo

Hace tres años, en Cowdray, Inglaterra, Dubai ganaba el British Open, uno de los torneos más relevantes del polo en el exterior. Otro polo, comparado con el que solemos ver en la Triple Corona argentina, con equipos de hasta 22 goles de handicap, que incluyen normalmente a un patrón (dueño del equipo). Son competencias en la que los polistas de nuestro país se desempeñan profesionalmente cuando no actúan acá. Inglaterra, Estados Unidos, España y Francia constituyen los centros principales donde se desarrollan estos certámenes.

Ese Dubai, de exitosa historia en la temporada británica desde los tiempos en los que el magnate Ali Albwardy jugaba con Adolfo Cambiaso, tenía en su formación al 75 por ciento de lo que hoy es La Natividad: Camilo Castagnola y Bartolomé Castagnola (h.), con 16 y 18 años, respectivamente, e Ignatius Du Plessis. Sangre nueva. Los hijos de Bartolomé Lolo Castagnola ya tenían buenas referencias, se los había visto en distintas competencias, pero faltaba el toque internacional adosado de presiones para ver cómo respondían. Terminaron ganando ese torneo con una victoria por 13-12 sobre King Power, de Polito Pieres, Marcos Di Paola y Juan Martín Zubía, luego de estar perdiendo por tres goles en el quinto y penúltimo chukker.

Jeta Castagnola al ataque, ante la doble marca de Nicolás y Facundo Pieres en la final de Tortugas
Jeta Castagnola al ataque, ante la doble marca de Nicolás y Facundo Pieres en la final de Tortugas - Créditos: @LANACION/Sergio Llamera

Pero más allá de la forma como levantaron y ganaron ese partido, llamó la atención el aplomo que mostraron los chicos. Y la desfachatez de Camilo sobre todo. De Jeta. Del Jetón, como lo llamaba el padre de más chico. Ese día jugó bochas de esas que queman con una audacia y una madurez atípicas. Pensando la acción de ataque con la amenaza del reloj sobre su espalda estando un gol abajo, sin apurarse, buscando la mejor opción para convertir. Y terminó logrando el gol decisivo en su suplementario con una joya de ataque: retroceso, giro, avance con bocha dominada desde las tablas buscando el espacio y remate al arco. Impactante. Pocos meses más tarde, ese 75% de La Natividad se clasificaría para Palermo, llenaría la cancha 2 en cada partido del primer turno del Abierto y dejaría boquiabiertos a muchos. La nueva generación, que ya había tenido el año anterior la irrupción de La Ensenada, estaba haciendo un curso acelerado de polo de alto nivel.

Haciendo jueguito hasta el arco

Camilo Castagnola hoy tiene 19, es 10 de handicap y campeón del Abierto de Palermo. Ganó los tres títulos de la Triple Corona, el más reciente en Tortugas este sábado, tras la victoria sobre Ellerstina por 14-13 en una notable reacción y tras estar en desventaja clara hasta el comienzo del sexto y penúltimo chukker. Ahora bien, si algo no ha dejado de hacer desde aquel día en Inglaterra a hoy es sorprender con sus condiciones y sobre todo, con sus goles. En esta final reciente marcó 10 de los 14 de La Natividad, con cinco penales, en una tarde extremadamente ventosa y que terminó hasta con lluvia y granizo.

Pero no sólo es la cantidad, sino la calidad de muchos de ellos. Durante el año vemos sus videos de cuando juega en el exterior. Y es frecuente observar como de pronto levanta la bocha y la lleva en el aire con cuatro, cinco o seis golpecitos. Ha convertido goles de esa manera. Varios. O de lejos. Hasta de puntos oblicuos. De dónde sea.

Frente a Ellerstina, en la final Tortugas su equipo perdía 12-10 en el sexto. Ya había convertido los dos últimos penales. Entonces, con 1m30s por jugar, pasó la mitad de cancha y se vio bloqueado por Facundo Pieres, a quien sabía que no iba a pasar fácilmente. Pero no tiró apurado desde lejos (con viento a favor) ni perdió la referencia de lo que estaba haciendo. Frenó, salió hacia su derecha, y giró para dejar fuera del radio de acción a Facu y también a Nicolás Pieres, que los había alcanzado. Buscó el espacio, mientras miraba de reojo a Gonzalito Pieres (es decir, el tercer jugador rival que no pudo frenarlo)m quedó de frente al arco y ahí si le pegó desde unas 70 yardas. Golazo con su sello para el 12-11. Un minuto después, empató en 12. Voraz.

Lolo Castagnola con su hijo Camilo, un especialista en golazos
Lolo Castagnola con su hijo Camilo, un especialista en golazos - Créditos: @LANACION/Sergio Llamera

Pero esa joyita del 12-11 no fue casual. Una semana antes, en la dura semifinal contra La Dolfina, frente a su tío Adolfito Cambiaso y su primo Poroto, regaló otra pintura en la jugada final, con el score 9-9. Poroto, de 16 años, le había sacado magistralmente la bocha casi sobre las tablas. Hizo dos toques y en vez de especular con ir al suplementario, apostó a ganar, con su padre y Juan Martín Nero abiertos a su derecha e izquierda, respectivamente, y de frente al arco rival. Quiso “matar” la bocha para tirarla bien arriba, pero no la pudo conectar. Eligió la jugada a lo crack. ¿Qué pasó? Que esa bocha suelta la tomó Jeta Castagnola, la peor ecuación para La Dolfina. Casi un simil de lo que hizo ante Ellerstina, pero más volcado hacia la izquierda y con los rivales volviendo. Giro, búsqueda de espacio, pausa de por medio, y tacazo implacable al arco, sin viento a favor. Con clase. Pelón Stirling no pudo evitar el gol pese a un esfuerzo notable. La Natividad ganó 10-9 y selló el pase a la final. Otro golazo de Camilo. Por imaginación y por concreción.

Alguna vez su padre, cuando todavía Camilo no era el jugador que es hoy, nos dijo hasta con timidez: “No quiero que suene mal, vos me vas a entender lo que te digo. Yo jugué muchos años con Cambiaso, lo disfruté como back viendo como jugaba allá adelante. Era maravilloso tener esa panorámica. Y hoy lo veo al Jeta y me hace acordar mucho a él. Ojo, no lo estoy comparando con un monstruo como Adolfito. Digo que lo veo y me recuerda a Cambiaso en algunas cosas”. El tiempo le dio la razón.

Bocha dominada, cabeza levantada: Jeta Castagnola imagina cada jugada y cada gol
Bocha dominada, cabeza levantada: Jeta Castagnola imagina cada jugada y cada gol

Cabe tratar de imaginarse por qué Jeta Castagnola hace muchos goles y también por qué varios de esos muchos no son goles sino golazos. Es cierto que todos valen uno: los que se les pega con la caña, los que son como “coscorrones con buenas intenciones”, o los que se les impacta de lleno con el cigarro. Y también están los golazos. Esos que se piensan y se ejecutan con una perfección y plasticidad de los elegidos. ¿Goles Premium? Goles Premium.

¿Cómo lo ve Lolo? “Jeta siempre fue de jugar ahí adelante. Y siempre le gustó tirarle al arco de cualquier lado. Él taquea mucho, tira penales. Tiene una condición natural para pegarle a la pelota que no te lo puedo explicar. Muchas veces se hace un espacio para tirarle a la pelota, que es lo dificil. Le busca el hueco para pegarle. Creo que esa es la habilidad más grande que tiene. Por eso es capaz de tirarle de lejos al arco”, apunta Castagnola padre, ganador siete veces del Abierto de Palermo.

El show de los golazos

¿Qué es “taquear mucho”, según la óptica paterna? “Qué se yo, de pronto juega diez chukkers y taquea tres caballos más, como media hora más de tirar penales y pegándole al arco. Más o menos ese promedio. Y taquea todos los días. Todos”, aclara Lolo. Que ante la consulta sobre cuál de los dos hermanos, si Jeta o Barto, es el que mejor le pega a la bocha, especifica: “Son distintos como le pegan a la pelota. Tienen timing los dos. Bartolito capaz le pega más fuerte, pero son totalmente diferentes”. No fue una pregunta antojadiza: además de ser el mejor jugador de La Natividad en lo que va de la temporada, Barto Castagnola, de 21 años, tiene un impacto sobresaliente de bocha, a veces haciéndola volar 100/120 yardas sin necesidad de realizar un swing demasiado ampuloso.

Jeta Castagnola se divierte y divierte. Genera admiración. A veces parece que está jugando por debajo de su potencial, pero cuando se repasa la planilla del partido se advierte que aún así es el goleador del partido y que va camino a los dos dígitos de conversiones. Y de pronto, regala golazos como el de la final. Lo imagina, lo prepara y lo ejecuta. Con naturalidad. Una manera de responder a su esencia.

Jeta Castagnola esconde la bocha, Gonzalito Pieres lo persigue
Jeta Castagnola esconde la bocha, Gonzalito Pieres lo persigue - Créditos: @LANACION/Sergio Llamera