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Jesse "Bam" Rodríguez, la joya del boxeo que a sus 22 años ya es figura mundial

Jesse
Jesse "Bam" Rodríguez junto a Robert Garcia, su entrenador. (Mikey Williams/Top Rank Inc via Getty Images)

Convendrá recordar su nombre. Jesse “Bam” Rodríguez. Zurdo, pequeño y demoledor. Tiene 22 años y es el campeón mundial más joven de la actualidad. En febrero pasado conmocionó al mundo cuando superó al mexicano Carlos Cuadras para ganar el título CMB de peso supermosca. Pero el sábado, en San Antonio, Texas, su ciudad natal, este chico reclamó con todos los argumentos un sitio de honor en la élite pugilística.

Ocho rounds le bastaron para detener a Srinsaket Sor Rungvisai, un temible cazador que en el pasado noqueó a Román González y derrotó a Juan Francisco Estrada, peleadores de prestigio absoluto. Bam Rodríguez llegó a su noche de graduación con 15 peleas como profesional y le encomienda de demostrar que el triunfo dominante ante Cuadras no tuvo nada de azaroso. Pero hizo mucho más.

Durante ocho capítulos el mexicoamericano impartió un magisterio absoluto. Su jab derecho entró toda la noche en el rostro de Rungvisai. Con un juego de piernas elegante, rápido y, sobre todo, efectivo, Bam encontró los mejores ángulos para castigar a su confundido rival. El experimentado tailandés de 56 peleas profesionales lució como un novato fácil de impresionar ante un niño que comenzó el 2022 siendo un perfecto desconocido.

La mano derecha de Rungvisai fue insuficiente para hacer retroceder a Rodríguez, cuyo impecable desplazamiento por el ring evocó al mejor Lomachenko. La rapidez para conectar potentes combinaciones arriba y abajo inclinó la reyerta en su favor de principio a fin. Entrenado por Robert García, especialista en hacer campeones, Bam ha confeccionado un estilo que, con suerte, deleitará a los aficionados por los próximos diez años.

Irónicamente, los dos veteranos alumnos a los que ha aleccionado en menos de cinco meses, Cuadras y Rungvisai, debían enfrentarse en febrero por el título vacante de las 115 libras. El tailandés padeció una enfermedad que le impidió cumplir con la pelea. Y ahí la Historia cambió para siempre. Lo podemos decir desde ahora. Bam Rodríguez compareció en San Diego como reemplazante (subió dos categorías) y llevó a Carlos Cuadras a la escuela.

Al día siguiente de esa victoria, Rodríguez subió una foto de espejo con su nuevo cinturón. La cámara del iPhone 13 evidenciaba los moretones provocados por Cuadras en su rostro infantil, porque sí, Bam Rodríguez es un niño en un mundo de adultos. Pero que nadie se confunda: no desentona ni muchísimo menos. En apenas dos peleas ha labrado un mejor currículum que otros ilustres campeones de la época: Gervonta Davis, Jermall Charlo y Demetrius Andrade, por dar unos nombres.

Todo en él es emocionante. Su boxeo, tan preciosista como violento, tiene todo para doblegar a Chocolatito González, Gallo Estrada y todos los nombres que se sumen al listado de futuros rivales. Rodríguez muy pronto estará en la cima de todos los rankings. Y, probablemente, se convertirá en el mejor peleador libra por libra del mundo. Y entonces, cuando todos sepan su nombre, Jesse Rodríguez ya no se tirará al suelo tras una victoria como incrédulo de su propio talento, como si todo esto fuera un sueño; y cuando eso pase, tocará volver a la noche del 25 de junio de 2022.

Habrá que recapitular: en el round siete, cuando todavía existían municiones en el arsenal de Rungvisai, Jesse sacó un gancho de izquierda imperial. El portento tailandés tocó el suelo con los dos guantes y recibió el conteo de protección que, como suele suceder en las noches de tiranía, es simplemente una convención. El último capítulo, el octavo, sentenció ambos destinos, el del excampeón melancólico y el del ídolo incontenible: Bam Rodríguez cazó al cazador y lo molió a golpes hasta que el referí intervino para decretar algo más que una victoria por el título del mundo. Ese sábado nació una estrella.

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