Japón y sus dolorosas imágenes de llanto de jugadores y aficionados al despedirse de Qatar 2022
Japón se despide en octavos de final de Qatar 2022. El llanto de los jugadores y los aficionados retrata la impotencia de un momento en el que parecía que, por fin, podían seguir escribiendo una historia distinta en las Copas del Mundo. Cuando disfrutaban de su mejor momento en el Mundial, se tuvieron que topar con un bache del que ya no pudieron salir.
Japón se ha caracterizado siempre por ser plenamente disciplinado y por no dejar de batallar tan fácil. Son de los que trabajan hasta conseguir su objetivo tarde o temprano y ahora, la derrota a manos de Croacia en los octavos de final los ha llevado al borde de la tristeza.
El encuentro frente al combinado balcánico parecía que disfrutaba de tintes totalmente distintos a los que ya conocemos. En esta ocasión, como casi nunca sucede, la selección de los Samuráis Azules llegó a este partido como el favorito para acceder a la siguiente ronda. Se fueron arriba temprano en el marcador, con un tanto de Daizen Maeda. Pero en la segunda mitad, Ivan Perišić emparejó los marcadores. El juego cayó en el marasmo desde ese momento y fue poco atractivo, hasta pasar por los tiempos extra y al final, en la tanda de penales.
El desánimo era totalmente visible en el cuadro asiático que, al momento de pararse a once pasos del arquero croata, su rostro marcaba un claro nerviosismo y poca ilusión, eran caras largas y carentes de color.
El veredicto fue fatal para el cuadro asiático que a lo largo de la fase de grupos desplegó un estilo de juego vistoso, que fue capaz de derrotar a Alemania y a España, además de pasar en la primera posición del Grupo E cuando ni siquiera figuraba como favorito para clasificarse en la segunda posición. Pero el brillo que estuvo con ellos en los primeros tres encuentros lo olvidaron para este último que, además, era el más importante para seguir escalando
Japón está fuera de Qatar. Por más lágrimas que derraman los futbolistas y los aficionados, el resultado es inapelable. Fueron un equipo que demostró entrega y corazón, como dirían los puristas, pero ellos mismos se convirtieron en su propio enemigo desde el manchón penal.