Jaime Lozano, el bombero que busca salvar a México apoyado en el éxito de Tokio 2020

Jaime Lozano, el nuevo entrenador del Tri que ganó un broce en Tokio 2023. (Koki Nagahama/Getty Images)
Jaime Lozano, el nuevo entrenador del Tri que ganó un broce en Tokio 2023. (Koki Nagahama/Getty Images)

Jaime Lozano tendrá el gran reto de su carrera. No hay mañana para él. Será el reemplazo de Diego Cocca como director técnico de la Selección Mexicana. Llegará como interino y con una prueba de fuego en la puerta: la Copa Oro. Cuenta con el crédito de haber ganado la medalla de bronce en Tokio 2021. Pero el momento apremia y será inspeccionado con lupa: todas las miradas estarán sobre él. Cocca y su etapa no han dejado nada de sustento. Al contrario: si existía algo, se ha derrumbado con él por completo.

“Te agradezco por aceptar dirigir al equipo de aquí al final de este torneo. Los jugadores te conocen y te quieren bien, Jaime. Varios de ellos formaron parte del proceso olímpico de Tokio 2020. De corazón, gracias a ti y a tu equipo de trabajo”, fueron las palabras de Juan Carlos Rodríguez, comisionado de la Federación Mexicana, para dar la bienvenida al entrenador de 44 años.

La ventaja es que conoce a la mayoría de los jugadores que hoy están en el Tri. Los dirigió durante su proceso como seleccionador olímpico. Ochoa; Montes, Vásquez, Sánchez; Romo, Carlos Rodríguez, Córdova; Antuna y Martín. Otros que no estarán en la Copa Oro, pero trabajó con ellos: Alexis Vega y Diego Lainez. A ese se abona que la sensación que dejó al finalizar su etapa en la sub-23 fue positiva. Consiguió la medalla de bronce con actuaciones que gustaron por el nivel mostrado.

Perdió ante Brasil por penales, pero con la contundente victoria contra Japón (3-1) alcanzó el podio, y también la revancha, pues en fase de grupos el equipo verde cayó ante los nipones por 2-1.Y hubo partidos que quedaron bien grabados en la memoria de los aficionados, por el desempeño mexicano y por lo peculiar que resultó despertarse de madrugada para ver tantos goles: 4-1 a Francia, 2-0 a Sudáfrica, 6-3 a Corea del Sur.

Ese equipo jugó muy bien dentro de sus posibilidades. Había idea de juego clara, aunque no muchas variantes cuando el Plan A se estancaba, y los jugadores entendían a la perfección las peticiones del timonel. Pero terminó ahí el proceso y no hubo continuidad colectiva ni individual, y también debe decirse que, en futbol, unos Juegos Olímpicos no son un parámetro verdaderamente competitivo. Hay muchos países que no llevan a sus mejores jugadores o que directamente no prestan atención a ese torneo. Por ejemplo, Francia no llevó a sus mejores jugadores que daban la edad para jugar y Argentina no citó a diversos jugadores que un año más tarde salieron campeones del Mundo en Qatar 2022.

Por lo tanto, no deben inflarse las expectativas. A Lozano se le tendrá el voto de confianza por una razón: conoce a los jugadores y con él han jugado mejor de lo que lo han hecho en los últimos años. Se tiene la noción válida de que, pese a vivir una crisis de talento, México puede jugar de otra forma y de manera atractiva. Lozano es el elegido para esa misión. No le respaldan sus pasos por Querétaro y Necaxa, en donde quedó lejos de establecerse como un entrenador sólido de Primera División, pero en selección olímpica ya hizo experiencia y ganó reputación.

Viene lo más complicado. México empezará su andar en la Copa Oro el domingo próximo ante Honduras. Comparte grupo con Haití y Qatar. No tendría que haber problemas, pero esta versión del Tri es capaz de empeorar cada día más. Ese es el reto de Lozano: hacerlo mejor que lo más decadente visto en cuarenta años. Mejorar lo que es malo. Puede ser un trampolín para salir del abismo o el hundimiento absoluto.

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