Este viernes, Majid Kazemi, Saleh Mirhashemi y Saeed Yaghoubi fueron ahorcados tras ser condenados a muerte en Irán. Los tres hombres llevaban en prisión desde noviembre de 2022 por participar en las protestas por la muerte de Mahsa Amini, una kurda de 22 años que murió bajo custodia policial por no llevar el hiyab correctamente. Con su pena capital, el número de ahorcados por participar en las protestas asciende a siete.

Mientras salía el sol en Isfahán este viernes, Majid Kazemi, Saleh Mirhashemi y Saeed Yaghoubi veían cómo su vida llegaba a su fin. Estos tres iraníes que rondaban los treinta años fueron detenidos en una manifestación contra el gobierno en noviembre de 2022 y su sentencia final fue pena a muerte por “moharebeh” -o enemistad con Dios-, aumentando a siete el número de manifestantes ahorcados desde el inicio de las protestas en Irán por la muerte de Masha Amini a finales del año pasado.

En un comunicado oficial, las autoridades iraníes aseguraron que los acusados habían "martirizado" -asesinado- a dos miembros de la fuerza paramilitar Basij y a un policía el 16 de noviembre. No obstante, las versiones de organizaciones de defensa de los DD. HH. Como Amnistía Internacional son muy diferentes: aseguran que son inocentes y que fueron forzados a confesar un crimen que no habían comentado mediante métodos de tortura.

En una conversación telefónica difundida por redes sociales, Majid Kazemi aseguró que lo habían obligado a confesar falsamente tras maltratarlo, darle descargas eléctricas, simular su ahorcamiento y amenazar con matar a su hermano.

Oleada de ejecuciones en Irán y acción internacional

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