El inexplicable renacer de Adana Demirspor, el equipo turco que acaba de ascender y fichó a Mario Balotelli y el Monito Vargas

Adana Demirspor, equipo de la liga de Turquía
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Matías Vargas, el Monito, aquel zurdo encarador y atrevido surgido de Vélez que Lionel Scaloni llevó a la selección argentina en sus primeros partidos al frente del equipo, debutó hace pocos días en el Adana Demirspor de Turquía, al que llegó cedido por una temporada desde el Espanyol de Barcelona. Lo hizo en un encuentro de la tercera fecha de la Superliga de aquel país, apenas unas horas más tarde de sumarse al plantel.

La noticia sería una más dentro de los vaivenes habituales que suele tener la carrera de un futbolista, pero lo llamativo es que su flamante destino es una entidad que acaba de regresar a la Superliga después de 26 años penando en las divisiones menores. Pero todavía más sorprendente es que uno de sus nuevos compañeros sea el italiano Mario Balotelli, hasta hace muy poco estrella del fútbol europeo, con 36 apariciones y 14 goles marcados vistiendo la camiseta azzurra, que acaba de firmar un contrato por tres años a razón de 2,7 millones de euros anuales más algunos bonos extra de acuerdo a su rendimiento.

Matías "Monito" Vargas, uno de los argentinos que juega en Adana Demirspor de Turquía
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Matías "Monito" Vargas, uno de los argentinos que juega en Adana Demirspor de Turquía (Anadolu Agency/)

Balotelli y Vargas no son los únicos jugadores con cierto pedigree en la élite que aterrizaron desde el año pasado en Adana, la quinta ciudad más poblada de Turquía (2.100.000 habitantes), situada al sur del país a 85 kilómetros de las costas del mar Mediterráneo y célebre por su especialidad culinaria: los kebabs.

Otro argentino, el mediocampista Lucas Nahuel Castro, con pasado en Gimnasia, Racing y varios clubes italianos, también se incorporó en este mercado de pases, igual que el marroquí Younes Belhanda, de larga trayectoria en Dínamo Kiev y Galatasaray; el islandés Birkir Bjarnason, titular con la selección nórdica en el partido frente a Argentina en Rusia 2018; o el francés Benjamin Stambouli, con pasado en Tottenham Hotspur, París Saint-Germain y Schalke 04. El veterano suizo Gökhan Inler, campeón de la Premier inglesa con Leicester en 2016, lo hizo en 2020 y es el capitán del equipo. El director técnico también tiene nombre y apellido conocidos: la semana pasada, y tras un comienzo de campeonato a los tumbos (una derrota y dos empates) el romano Vincenzo Montella, ex de Roma, Milan, Sevilla y Fiorentina, se hizo cargo del equipo.

La pregunta que surge con naturalidad es dónde está el secreto para que un club de una ciudad muy alejada de los principales centros de poder y que regresa a Primera luego de tanto tiempo pueda permitirse semejante derroche.

Fundado por empleados ferroviarios, el Adana Demirspor ha estado desde siempre relacionado con la clase trabajadora y la izquierda política -sus hinchas se consideran “hermanados” con los del Sankt Pauli alemán y el hoy desaparecido Livorno italiano-, lo cual le garantizó un alto grado de fidelidad pese a los magros resultados de las décadas recientes. De hecho, es considerado el décimo equipo más popular de Turquía, por encima de muchos de los clubes que están consolidados en Primera División.

El italiano Mario Balotelli es uno de los futbolistas que juega en Adana Demirspor de Turquía.
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El italiano Mario Balotelli es uno de los futbolistas que juega en Adana Demirspor de Turquía. (Anadolu Agency/)

La cuesta abajo comenzaría en los años 80 hasta que en 1995 entró en una debacle pronunciada que lo llevó a caer a la tercera categoría del fútbol turco. El camino de regreso estuvo marcado por el sufrimiento. Solo en 2012, y después de cinco intentos fallidos en los playoff, el Demirspor pudo ascender a Segunda, donde lo perseguiría la maldición de las series finales: otras cinco veces cayó en las rondas decisivas antes de consagrarse campeón en la temporada 20-21 y, por fin, reubicarse entre los grandes.

Por entonces, el giro económico ya llevaba tres años. En 2018, con la entidad ahogada por las deudas y después de dos torneos consecutivos en los que coqueteó con el descenso, Murat Sancak asumió la presidencia y comenzó la resurrección. El interrogante que nadie se atreve a responder con certeza es cómo fue posible semejante transformación.

Nacido en Siirt, 700 kilómetros al este de Adana, Sancak ya era conocido por el público turco, aunque en su historia vital ni siquiera se mencionara el fútbol. Empresario exitoso, dueño del MT Group, en teoría dedicado al campo de la tecnología y la salud, Sancak se hizo célebre al sobrevivir a un atentado en las calles de Estambul en 2015, cuando su coche fue baleado por presuntos integrantes del Estado Islámico.

En esa época, el futuro titular del Demirspor era un alto directivo del Star Media Group, empresa de medios que era propiedad de su tío Ethem y defendía a capa y espada la política de intervención bélica en la guerra civil siria sostenida por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. “Mi vida no tiene valor cuando hay tantos soldados martirizados. No renunciaremos a nuestra política editorial y sacrificaré mi vida si es necesario”, escribió Sancak en Twitter horas después del atentado.

Aquel episodio no del todo aclarado y la poca transparencia de los negocios del MT Group anticiparon lo que sería su inesperado nombramiento al frente del Demirspor. Sancak era uno de los dos candidatos a la presidencia antes de la asamblea convocada bajo fuertes medidas de seguridad en un teatro de Adana, pero su rival declinó presentarse cuando a última hora se incluyó una cláusula que obligaba a los aspirantes a aportar cien mil liras turcas (unos 12.000 dólares). Sancak fue elegido sin oposición. “Cada centavo que ponga será como donación y apoyaré a todo el que quiera hacer lo mismo, pero con una condición: pondrá su dinero y no recibirá nada a cambio”, fue su declaración de intenciones.

Lo que siguió en las últimas tres temporadas fue un creciente flujo de inversiones, con jugadores cada vez más cotizados y la construcción de un nuevo estadio, el Yeni Adana Stadyumu, con capacidad para 33.500 espectadores inaugurado en febrero de este año. Si las sospechas sobre el origen de los fondos que permiten el renacer del Demirspor ya eran altas, el pasado 2 de junio subieron algunos peldaños más.

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Ese día, Sedat Peker, un reconocido mafioso y antiguo aliado del poder ahora caído en desgracia, señaló a Sancak como uno de los hombres claves en las muy turbias relaciones comerciales entre Turquía y la provincia siria de Idlib, zona fronteriza y presuntamente desmilitarizada, aunque controlada por grupos yihadistas rebeldes, entre ellos al-Nusra, la rama siria de al-Qaeda. “Hablo de millones de dólares en petróleo, té, azúcar, aluminio, cobre y coches usados”, dijo Peker. El “socio” de Sancak en ese trabajo sería Ramazan Öztürk, accionista de la empresa BMC, que fabrica vehículos blindados utilizados en las intervenciones militares de Turquía en Siria y Libia, de la cual el tío Ethem posee el 25 por ciento del capital.

Por supuesto, Murat Sancak negó de manera rotunda las acusaciones, pero la oposición a Erdogan insiste que MT Group es la principal proveedora de combustible a la región. La larga sombra de la sospecha no tardó en establecer una relación directa con la repentina abundancia que rodea al club desde 2018.

Quizás ajenos (o no) a tantas intrigas, este sábado cuando visiten al Fatih Karagumruk, Balotelli, Montella, el Monito Vargas y el resto de futbolistas importados del Adana Demirspor cargarán con la obligación de empezar a remontar posiciones y satisfacer las expectativas de su presidente. No estaría mal que lo consiguieran: Murat Sancak ya demostró ser un hombre de armas tomar.