Independiente Petrolero, el campeón boliviano que tejió su historia con tres matadores argentinos

Independiente Petrolero festeja haber ganado el campeonato boliviano
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Entre todas sus virtudes, el fútbol es una incansable fábrica de milagros. El último conocido ocurrió este domingo en Bolivia. Independiente Petrolero, un club recién ascendido a la primera categoría después de 17 años de ausencia entre los grandes y cuyo presupuesto es el 14º entre los 16 equipos de la máxima categoría, gritó campeón con un gol marcado con el muslo en el minuto 95 de la última fecha. The Strongest, su rival directo que llegaba puntero a la definición, caía al mismo tiempo y de forma inesperada 1-0 frente a Real Santa Cruz.

Larga, porque comenzó en 1933; rebelde, porque su existencia se debe al empeño de un grupo de jugadores que habían sido excluidos de otro equipo de la ciudad, San Francisco de La Recoleta; y sobre todo humilde, la historia del club más popular de Sucre se parece a tantas otras. Una entidad de una provincia periférica, en este caso Chuquisaca, muy lejos de los centros económicamente más poderosos (La Paz y Santa Cruz de la Sierra), que se sostiene en el tiempo gracias al fervor de sus hinchas y que cada tanto se da el gusto de codearse con los grandes, como lo hizo en los años 90, cuando fue subcampeón en 1994 y tuvo una breve experiencia en la Copa Conmebol de 1999, donde Talleres de Córdoba lo eliminó por penales.

Los goles de una consagración impensada

Pero Independiente tiene una diferencia con los demás: su apodo. Lo llaman El Matador, y aunque parezca insólito, el alias iría tejiendo un hilo que serviría para atar su primer título. El conjunto que en 1953, a partir de que los Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos se hicieran cargo de su gestión, recibiría el apellido Petrolero, ya era conocido con ese apelativo cuando el argentino Oscar Omar González se lo ganó marcando 89 tantos en 245 partidos entre 1992 y 2003 para convertirse en el máximo goleador de la historia del club.

Fue por entonces, en 2001, que Independiente contrató como director técnico al Matador de verdad. Mario Alberto Kempes llegó a Sucre luego de un par de experiencias previas en el país, en The Strongest y Blooming, causando una auténtica revolución. Nadie podía imaginar que un personaje tan ilustre del fútbol mundial podía llegar a una ciudad que si bien ostenta el orgullo de ser cuna de la independencia de Bolivia no tiene peso propio en la agenda cotidiana del país.

Mario Kempes se mostró preocupado por el coronavirus y contó que es paciente de riesgo por tener seis by-pass.
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Mario Kempes fue entrenador de Independiente Petrolero en el año 2001 (Instagram @mario.kempes78/)

Kempes estuvo apenas un par de meses en la institución, hasta que se hizo evidente que el pago del dinero prometido era imposible de cumplir y renunció. Pero ese lapso fue suficiente para que subiera al primer equipo a Marcelo Robledo, un arquero santafesino que había hecho las inferiores en Unión, se había marchado a Tarija a los 18 años, y tres temporadas después no conseguía asentarse en ningún sitio. Robledo, el Loco, se ganó su lugar, lo cual le valió para dar el salto y comenzar una trayectoria de 17 años por muchos de los clubes más importantes de Bolivia. Hasta que en 2018 volvió a su primer amor, y en 2019 colgó los guantes para convertirse en entrenador del Matador.

A la experiencia inaugural, que no fue buena, le siguió un paso breve por Fuerza Amarilla, de Ecuador, y el retorno a Sucre en 2020. El resto es historia más reciente y conocida. El año pasado, los albirrojos lograron el ascenso -no jugaban en Primera desde 2003- y el domingo coronó la hazaña mayor de la mano de un nuevo Matador, que por supuesto también es argentino.

Independiente Petrolero, campeón del fútbol boliviano
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Independiente Petrolero, campeón del fútbol boliviano (Facebook Independiente Petrolero/)

Martín Sebastián Prost nació en Pigüé, provincia de Buenos Aires, hace 33 años y se forjó una carrera profesional a puro pulmón. Transitó las canchas del Interior, comenzando por Huracán de Tres Arroyos y pasando por Sarmiento de Junín, la CAI de Comodoro Rivadavia, Juventud Unida de Gualeguaychú, Gimnasia y Esgrima (de Jujuy, Mendoza y Concepción del Uruguay), Agropecuario y Quilmes, siempre en los torneos del ascenso y siempre como 9. En 2018 y 2019 tuvo su primera oportunidad en tierras bolivianas y no la desaprovechó: hizo 22 tantos en 50 partidos jugando para Sport Boys Warnes. Para afrontar la aventura entre los grandes, el Loco Robledo se acordó de él y Prost no lo defraudó: fue el goleador del campeonato con 18 gritos y la figura clave en el partido de la consagración ante Guabirá.

“Aquí lo vital ha sido que el equipo trabajó con humildad desde el primer día, pero el club tiene que crecer mucho si quiere seguir sumando éxitos”, dijo el actual ídolo de la hinchada. Su deseo expresa también un reclamo: en noviembre el equipo decidió declararse en huelga por impago de los salarios, aunque la medida no le afectó para seguir prendido en la lucha por el campeonato.

Martín Sebastián Prost, argentino y jugador clave en el título de Independiente Petrolero
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Martín Sebastián Prost, argentino y jugador clave en el título de Independiente Petrolero (Facebook Independiente Petrolero/)

En el encuentro jugado en el estadio Gilberto Parada de Montero (donde otro Independiente, el de Avellaneda, jugó durante la Copa Sudamericana de este año), Prost metió el centro bajo que el defensor local Néstor Amarilla transformó en el 1-0 a los 40 segundos; resolvió con precisión un mano a mano con el arquero Mustafá a los 27 del segundo tiempo para establecer el 2-2 cuando Guabirá le había dado vuelta al marcador; y propició el gol que desató la euforia en el 95: su derechazo fue rechazado con el pecho por Mustafá y el paraguayo Jorge Godoy se llevó por delante el rebote para poner el 3-2 final con un “muslazo”.

Kempes, González, Prost... tres matadores argentinos que fueron enhebrando la historia de Independiente Petrolero, el Matador de Bolivia que produjo un nuevo milagro del fútbol: gritar campeón cuando nadie lo esperaba.