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La identidad oculta de un soldado arroja luz sobre la problemática historia de los tártaros en Crimea

(CNN) -- Cuando Viktor Shevchenko fue llamado para recibir su medalla de manos del presidente Volodymyr Zelensky en una ceremonia especial en Kyiv a principios de este año, su apariencia pareció sorprender al líder ucraniano.

No lo sorprendió la polaina que llevaba Shevchenko, levantada para cubrirse la nariz y la boca, aunque eso sin duda lo hacía destacar entre el resto de las dos docenas de hombres presentes. En cambio, era su tono de piel más oscuro, los ojos marrones oscuros y el cabello negro azabache.

“¿Eres realmente Viktor Shevchenko, o estás recogiendo una medalla en nombre de otra persona?”, preguntó Zelensky.

Shevchenko murmuró su respuesta a través del pañuelo, pero su voz sonó apagada y el presidente no pudo captar su respuesta.

Shevchenko lo intentó de nuevo un poco más fuerte.

Esta vez, Zelensky entendió.

Era el soldado indicado, pero Viktor Shevchenko no era su verdadero nombre.

Shevchenko se rio al recordar el episodio durante un almuerzo en un restaurante tártaro de Crimea en Kyiv, y dijo que el presidente se disculpó tan pronto como cayó en cuenta.

“Pudo ver que yo era tártaro, que no era eslavo. Le dije que mis padres todavía están en Crimea y lo entendió de inmediato”, nos dijo mientras comía el tradicional chebureki de cordero, o empanadillas fritas sazonadas con pimienta, y albóndigas.

Eligió cuidadosamente el nombre de Shevchenko, dijo, para sonar lo menos tártaro posible.

Sus padres, que aún vivían en la península ocupada por los rusos, podrían esperar recibir un golpe en la puerta en medio de la noche si hubiera dado su nombre real. Incluso un nombre diferente, que sonara tártaro, podría haber causado problemas si otra familia hubiera sido acosada por una identidad equivocada.

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Esta imagen muestra platos tradicionales tártaros para servir en el almuerzo en un restaurante en Kyiv. (Crédito: Andrew Carey/CNN)

La historia de los tártaros de Crimea les ha enseñado a andar con cuidado. Períodos de persecución y éxodo, principalmente a manos rusas, han caracterizado la historia de la minoría étnica musulmana desde al menos 1783, cuando la emperatriz rusa Catalina la Grande anexó Crimea después de arrebatársela al imperio otomano. Muchos tártaros huyeron.

El 18 de mayo de 1944, el líder soviético Joseph Stalin ordenó la expulsión masiva de su comunidad luego de que el Ejército Rojo recuperara Crimea de manos de la Wehrmacht de Hitler. Los tártaros de Crimea fueron acusados de colaborar con los nazis y se los llevaron en camiones de ganado a los montes Urales y a Uzbekistán, a miles de kilómetros de distancia.

A los afortunados los amigos pudieron avisarles y tuvieron algunas horas para tomar sus copias del Corán y algunas otras pertenencias. Al resto lo tomaron por sorpresa y lo sacaron de sus casas en medio de la noche.

En total, los historiadores y las cifras oficiales ucranianas sitúan el número de deportados en más de 200.000, de los cuales se cree que aproximadamente el 40% murió, ya sea durante el viaje forzoso hacia el este o durante el primer año del exilio, principalmente por enfermedades, hambre o sed.

Fue en los últimos años de la Unión Soviética a fines de la década de 1980 y luego en la década de 1990 cuando Ucrania logró la independencia y los tártaros de Crimea, entre ellos los padres de Shevchenko, pudieron regresar. En dos décadas, según muestran las cifras del censo oficial, su número había llegado a casi un cuarto de millón, alrededor del 10% de la población del territorio.

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Viktor Shevchenko, en uniforme de combate, muestra parches en su brazo con las banderas de Ucrania y los tártaros de Crimea. (Crédito: Andrew Carey/CNN)

A la luz de esta historia de persecución, la vista de los “hombrecitos verdes” de Vladimir Putin llegando a Crimea en febrero y marzo de 2014 significó que Shevchenko, para entonces un joven de unos 20 años, no tenía ninguna duda sobre qué esperar.

“He leído muchos libros de historia, así que sabía lo que estaba pasando. Y sabía que nada bueno saldría de eso”, dijo Shevchenko.

Los tártaros, recordó, junto con otros en la península opuestos a la invasión de Rusia, formaron grupos de defensa territorial, pero sin acceso a las armas no tenían poder. Rusia anunció rápidamente la anexión formal de Crimea, un acto declarado ilegal en una votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

De Crimea a Kyiv

Shevchenko decidió irse a Kyiv, donde tenía amigos.

No se sabe exactamente cuántos como él huyeron de Crimea tras la toma del poder por parte de Rusia, aunque las cifras del censo sugieren que podría haber más de 10.000 desde 2014. Un informe de Human Rights Watch de 2017 acusó a las autoridades rusas de haber “intensificado la persecución de los tártaros de Crimea (…) con el aparente objetivo de silenciar por completo la disidencia”, mientras que la Unión Europea dijo en febrero de 2022 que los tártaros de Crimea seguían siendo “inaceptablemente perseguidos, (y) presionados y sus derechos gravemente violados”.

Como muchos, Shevchenko encontró trabajo en el área de las tecnologías de la información. De vez en cuando hacía viajes de regreso a casa, más recientemente durante la pandemia de covid, cuando sus padres estuvieron enfermos.

Y luego llegó el 24 de febrero de 2022, una fecha que se grabó rápidamente en la conciencia ucraniana: el día en que comenzó la invasión a gran escala del país por parte de Rusia.

Shevchenko, junto con tres amigos tártaros que también se encontraban en Kyiv, se inscribieron para pelear al día siguiente.

“Había huido de Rusia una vez”, dijo. “No quería huir por segunda vez”.

Razonó que si Ucrania caía entonces huir a Polonia o a los países bálticos no proporcionaría mucha seguridad si Rusia dirigía su atención allí a continuación. “Huir de nuevo me sonaba absurdo”.

Viktor Shevchenko y otros soldados recuerdan a los compañeros caídos. (Crédito: Oficina del Presidente de Ucrania)

Después de hacer inicialmente el servicio militar cerca de Kyiv, Shevchenko y sus amigos pronto fueron enviados al este, donde se desarrollaba la lucha más feroz. Uno de los amigos con los que se había alistado murió cerca de Bilohorivka mientras se desempeñaba como médico de combate. Una metralla le arrancó ambas piernas y uno de sus brazos, explicó Shevchenko.

“La vida es muy corta”, dijo cuando le preguntaron qué le había enseñado el último año.

“Es ridículo perder el tiempo en cosas pequeñas que no importan. Me criaron para ser silencioso y tímido con otras personas. Ahora veo lo estúpido que es abstenerse de hacer nuevos amigos y conocidos”.

Libros de historia de los tártaros de Crimea: lectura de Viktor Shevchenko durante los despliegues de primera línea. (Crédito: Andrew Carey/CNN)

Cuando nos conocimos, Shevchenko estaba esperando que lo rotaran de regreso a la línea del frente, muy posiblemente como parte de la contraofensiva anticipada de Ucrania. Como en otros despliegues, se aseguraría de llevar consigo sus libros de historia y su Corán.

No se considera un musulmán particularmente observador, pero sin embargo es una parte clave de su identidad como tártaro de Crimea, algo que le gusta discutir en su cuenta de Twitter. Bajo el nombre de комбатант (Combatiente), solicita preguntas de sus 15.000 seguidores sobre las tradiciones tártaras y su historia y relaciones con los vecinos, y las responde con grabaciones de audio. La idea nació como respuesta al tedio de la vida en las trincheras.

“Ves a las mismas personas día tras día, puedes volverte un poco loco”, explicó.

Hay mucha ignorancia sobre los tártaros de Crimea, dijo, gran parte de la cual proviene de la propaganda de las eras rusa y soviética, pero lo que lo alienta es que la gente está ansiosa por saber más.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, se une a los soldados para un Iftar el 7 de abril de 2023. (Crédito: Oficina del Presidente de Ucrania)

Zelensky, él mismo parte de una minoría como judío ucraniano, también ha mostrado la voluntad de tender la mano a los tártaros. La ceremonia de entrega de medallas en la que Víctor recibió su premio por el servicio militar en Ucrania fue parte de un Iftar, la comida con la que los musulmanes rompen su ayuno diario durante el Ramadán.

El evento fue organizado por el presidente, quien dijo que sería parte de una nueva tradición anual.

Tal iniciativa sería una señal más de cambio de relaciones, porque aunque la mayoría de los tártaros son inequívocos sobre cómo ven a Rusia, su actitud hacia Ucrania y la identidad ucraniana también ha estado marcada por una cierta ambivalencia.

Según Shevchenko, los tártaros de Crimea agradecen que Ucrania les permitiera regresar en la década de 1990. Según él, los dos pueblos tienen una tradición de convivencia y lucha. Pero, al mismo tiempo, los Berkut de Kyiv—la policía antidisturbios disuelta tras la revolución de Euromaidán de 2013-2014— se mostraban con frecuencia violentos con los tártaros de Crimea, especialmente durante las concentraciones celebradas para conmemorar el día de luto anual, el 18 de mayo.

Los políticos de Ucrania también fueron culpables con demasiada frecuencia de hacer promesas vacías, dijo Shevchenko, prometiendo mayores libertades para los tártaros de Crimea que nunca se materializaron. De hecho, fue solo en 2015, un año después de que Ucrania perdiera el control de Crimea ante Moscú, que Kyiv otorgó a los tártaros el estatus de pueblos indígenas.

“Dios tiene muy poco sentido del humor con los tártaros de Crimea”, observó con ironía, justo cuando llegaban a nuestra mesa deliciosos pakhlava (pasteles con capas de nueces y endulzados con miel) y café fuerte, la última de las ofrendas de la comida.

Recuperar Crimea por medios militares, o simplemente sacarla del control ruso en cualquier negociación de paz, no será fácil, pero Shevchenko está seguro de que algún día regresará a una península libre y ucraniana.

“El mejor trabajo del mundo es el que tengo ahora”, dijo. “Nunca me había sentido tan necesitado, y la sensación de que estoy en el lugar correcto, como lo estoy ahora”.