Huracán le ganó a Barracas Central con dos obras de arte y está primero en la Liga Profesional

El grito de gol de Juan Gauto, antes de abrazarse con su mamá; el chico de 18 años corrió 67,7 metros y definió con clase para el 2-0 de Huracán sobre Barracas Central y la vanguardia en la Liga Profesional.
El grito de gol de Juan Gauto, antes de abrazarse con su mamá; el chico de 18 años corrió 67,7 metros y definió con clase para el 2-0 de Huracán sobre Barracas Central y la vanguardia en la Liga Profesional. - Créditos: @Fotobaires

Habían transcurrido 35 minutos del primer tiempo. El árbitro Andrés Merlos tomó una drástica decisión: “Nos vamos”. Resulta que los hinchas de Huracán, envueltos en cólera por su desempeño, entonaban canciones con contenido agresivo. No sólo contra Merlos: contra toda la fuerza arbitral. El juez habló con los asistentes y los capitanes y durante tres minutos insistió con el procedimiento, amparado en el reglamento: si seguían los fanáticos con la misma melodía, el encuentro iba a ser suspendido. Por fortuna para el espectáculo, los hinchas tomaron nota de la situación. Y el encuentro siguió. Antes y después, el Globo fue superior a Barracas Central, en el triunfo por 2 a 0, en la fría noche de Parque de Patricios, por la cuarta jornada de la Liga Profesional de Fútbol.

Ya no hay que inflar al Globo: está suficientemente alto. Primero, con 10 puntos aunque un encuentro más. Tiene la solidez de Diego Dabove, un preparador que aporta serenidad en la ebullición. Lo mejor que tiene es su zona media, entre disciplina, creatividad y sentido de pertenencia. Gabriel Gudiño, Santiago Hezze y Federico Fattori son el motor del equipo, en el que todos corren, todos meten y todos intentan jugar. Nicolás Cordero, un ligerito, y Matías Cóccaro, imposible de encapsular, son los que presionan más adelante. Y Huracán va, con lo puesto.

El 1-0 fue un golazo. Una corrida sensacional de Cóccaro, que espió a Gudiño, en soledad a su espalda. La definición del volante fue exquisita, de cinco estrellas, de primera, por encima de Andrés Desábato. El Globo siempre fue mejor, incluso de contraataque, como resolvió la apertura del marcador. Barracas Central es una formación jovial, de estilo audaz, más allá de las polémicas que suelen rodearlo.

Más tarde ocurrió ese incidente: Merlos se cansó de los insultos, envasados en una canción. Hubo dos, tres infracciones dudosas que pudieron ser cobradas en favor de Huracán e, ignoradas, generaron cierto fastidio. Después, en el entretiempo, los hinchas mostraron su cara irónica: gritaron “¡Merlos, Merlos!”. El partido siguió por el mismo carril: Huracán y la pelota, Barracas y las urgencias.

Bajó, un poco, la intensidad del espectáculo, porque el local atacaba con menos insistencia y el conjunto visitante avanzaba con cierta timidez. El 1-0 es un resultado mínimo, siempre al límite. Una pelota parada puede cambiarlo todo, sobre todo si es ejecutada por Iván Tapia, que suele patear con un puñal.

Matías Cóccaro resiste la marca de Juan Ignacio Díaz; al uruguayo lo acechan también Carlos Arce y Nicolás Capraro.
Matías Cóccaro resiste la marca de Juan Ignacio Díaz; al uruguayo lo acechan también Carlos Arce y Nicolás Capraro. - Créditos: @Fotobaires

De pronto, se activó el desarrollo. Gauto y Alan Cantero, recién ingresados, tuvieron el gol en sus pies, uno para cada lado del marcador. Luego, a 12 minutos del final, entró Ricardo Centurión: Ricky, todo un símbolo. ¿Tan mal está el volante creativo, en lo físico, en lo mental, como para ser suplente, teniendo en cuenta que al Guapo no le sobraba inspiración?

Gauto protagonizó la sorpresa de la noche... ¿Cómo no fue gol? Pelota dominada, cabeza levantada, amago y desparramo del arquero y una definición bajo cero. Muy mal le pegó el chiquilín, que nunca vio, además, que Cóccaro se ofrecía como número 9, sin marcas, aunque riesgosamente adelantado.

Tuvo rápidamente revancha el delantero de 18 años. Una corrida de 67,7 metros desde su campo por la izquierda, amagos, y una resolución sensacional, agraciada, por encima del arquero. Lo festejó con su mamá, emocionada en la platea. Una imagen entrañable, que hizo recordar la epopeya de Marruecos en el Mundial de Qatar. El fútbol, los protagonistas y sus progenitoras. La vida misma.

Otra obra maestra de Huracán, que está primero. Nada menos.