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Algunos hombres estadounidenses continúan jugando baloncesto en Rusia, a pesar de la guerra y el arresto de Griner

La guerra en Ucrania y el encarcelamiento de la estrella de la WNBA, Brittney Griner en Rusia, han sacudido la geopolítica y prácticamente han clausurado el flujo de mujeres profesionales estadounidenses que suelen jugar en las ligas rusas para ganar mucho más dinero del que reciben en Estados Unidos.

Sin embargo, en las canchas rusas sigue habiendo estadounidenses: docenas de jugadores masculinos, incluidos algunos con experiencia en la NBA, están ignorando los conflictos internacionales y firmando acuerdos allí, y afirman que sus carreras y potenciales ganancias están separadas de la política. Al menos una mujer estadounidense también está jugando en Rusia esta temporada, en el mismo club en el que jugó Griner en ese país.

“Rusia no fue mi primera opción”, aseguró Joe Thomasson, de 29 años, uno de los estadounidenses que juega en Rusia. “No habría sido la primera opción de ningún estadounidense, solo por la situación con Brittney Griner”.

Aunque varios agentes no respondieron a las solicitudes para ser entrevistados sobre los jugadores que manejan en Rusia, los que sí lo hicieron identificaron a cerca de 30 jugadores estadounidenses de baloncesto masculino que competían o tenían planeado competir pronto en el país. Esa cifra representa aproximadamente el doble de lo habitual. Los jugadores pueden ganar más de 1 millón de dólares en Rusia y, a menudo, reciben vivienda y automóviles gratis.

“Todos se preguntarán: ‘¿Por qué querrías ir allí?’”, afirmó K. C. Rivers, de 35 años, quien está en su primera temporada con el BK Samara y ha jugado en otros equipos rusos. “Pero al final del día, tienes bocas que alimentar. Tienes una familia que mantener. No siempre será la decisión más fácil, pero tienes que hacer lo que sea mejor para ti. No puedes tomar decisiones basadas en lo que diga la sociedad en general”.

Al menos cuatro de los compañeros de equipo de Rivers son estadounidenses.

Muchas jugadoras de baloncesto femenino que normalmente podrían haber complementado sus modestos salarios de la WNBA al jugar en Rusia durante la temporada inactiva están evitando el país —por lo general en solidaridad con Griner, quien jugó para el UMMC Ekaterinburg— y están firmando contratos con equipos en Turquía, Grecia, España y otros países. La WNBA afirmó no tener conocimiento de que alguna de sus jugadoras fuera a ir a Rusia. Alex Bentley, quien jugó por última vez en la WNBA en 2019, jugará con el UMMC Ekaterinburg por segunda temporada consecutiva.

Griner ha estado en el centro de una disputa con Rusia que lleva ya varios meses. El gobierno de Estados Unidos ha declarado que la jugadora fue detenida injustamente en un aeropuerto cerca de Moscú hace siete meses, cuando fue acusada de ingresar narcóticos ilegales —cartuchos para vapeo con infusión de cannabis— al país mientras viajaba para jugar con su equipo ruso. Griner se declaró culpable en julio y fue sentenciada a nueve años en una colonia penitenciaria en agosto. La jugadora ha apelado la condena. Funcionarios estadounidenses y rusos han estado discutiendo un intercambio de prisioneros que pudiera dejarla en libertad.

En Estados Unidos, Griner, una de las mejores jugadoras de la WNBA, ganaba alrededor de 230.000 dólares. Pero al parecer, el UMMC Ekaterinburg le estaba pagando más de 1 millón de dólares.

“Estaba allí por una razón”, afirmó el agente Daryl Graham, cuyo cliente Bryon Allen juega para el Parma-Pari. “Ganó mucho dinero allí”.

Graham agregó: “La verdad es que la situación es incluso mejor para los jugadores, porque los equipos están pagando ahora un bono adicional. Están dando más dinero para convencer a los jugadores de que vayan a Rusia, debido a la percepción de lo que está pasando allí”.

Un agente estimó que los equipos rusos han llegado a ofrecer hasta un 50 por ciento más que en años anteriores —y en ocasiones hasta el triple de lo que pagan los equipos de otros países— para persuadir a los jugadores a que vayan a Rusia.

El agente de Bentley, Boris Lelchitski, informó a través de un correo electrónico que Bentley firmó una extensión de contrato por un año con el UMMC Ekaterinburg en diciembre y que “tuvo que tomar una decisión difícil” para jugar en Rusia. Lelchitski afirmó que su cliente no había recibido ofertas de equipos de la WNBA en las últimas dos temporadas.

“Esta es su oportunidad para construir su seguridad financiera”, afirmó.

Durante una entrevista telefónica, Lelchitski dijo que Bentley era “muy buena amiga” de Griner y esperaba que pronto fuera liberada de prisión. El agente afirmó que Bentley se sentía cómoda regresando a Rusia porque tiene doble ciudadanía y juega como europea, y porque además hay muchos hombres estadounidenses en Rusia jugando baloncesto.

El Departamento de Estado aconsejó a los estadounidenses no viajar a Rusia debido a la guerra y al posible hostigamiento por parte de funcionarios del gobierno ruso. Cuando se le contactó para hablar sobre los jugadores en Rusia, un portavoz declaró que los estadounidenses “debían salir de Rusia de inmediato” y que la embajada tendría una “capacidad limitada” para ayudarlos allí.

Un portavoz no dijo cuántos ciudadanos estadounidenses posiblemente hay en Rusia, pero agregó que para la planificación de emergencias, las embajadas cambian constantemente las estimaciones de la cantidad de estadounidenses en el extranjero.

David Carro, quien ha sido agente durante casi dos décadas, representa a Thomasson, Rivers y a un puñado de otros jugadores en Rusia. Afirmó que a los jugadores les gustaba ir allí porque sabían que les pagarían a tiempo, la liga es competitiva y no tienen que pagar por apartamentos ni automóviles. Afirmó que Rusia no era tan peligrosa como la gente esperaría porque “hay una guerra en Ucrania. Pero en Rusia no hay guerra”.

Rivers habló sobre Samara, una de las ciudades industriales más grandes de Rusia: “Aquí todo está normal. Honestamente, desde que estoy aquí, no he escuchado nada sobre la guerra”.

Casi siete meses después de que las fuerzas rusas invadieran Ucrania, no se vislumbra un final para el conflicto. Toda la guerra terrestre está ocurriendo en Ucrania, y el Kremlin ha trabajado duro para minimizar el efecto de la invasión —y las sanciones resultantes impuestas por las naciones occidentales— en el ciudadano ruso promedio. Aunque Ucrania recuperó recientemente grandes extensiones de territorio ocupado en el noreste, el presidente ruso Vladimir Putin no ha dado señales de retirada y ha advertido de que podría intensificar aún más su ataque. Se cree que decenas de miles de ucranianos y rusos han muerto en el conflicto.

Los clubes rusos de baloncesto jugarán menos partidos esta temporada debido a su suspensión de la competición de la Euroliga. El CSKA Moscú, el UNICS Kazán y el Zenit de San Petersburgo participaron en la Euroliga la temporada pasada, pero sus resultados fueron eliminados.

“El hecho de que no esté compitiendo en la Euroliga no significa que no sea un jugador de la Euroliga”, afirmó Thomasson. “Simplemente significa que recibiré más dinero por trabajar menos. Así es como lo veo”.

Jermaine Love, un base de 33 años de las afueras de Chicago, está viviendo en Rusia por primera vez tras firmar con el BC Nizhny Nóvgorod. Jugó para equipos en Polonia, Grecia, Italia e Israel, pero afirmó que “todo el mundo” le dijo que estaba loco por unirse a un equipo ruso. Se quedó más tranquilo después de hablar con un amigo de Chicago que jugó brevemente con el equipo la temporada pasada.

Love ha estado varias semanas en Nizhni Nóvgorod, una ciudad grande en la parte occidental de Rusia, y espera permanecer en el país hasta el final de la temporada en mayo. Su esposa, Thalia Love, y sus dos hijos pequeños, planean mudarse allí en diciembre.

“Quiero poder cuidar de mi familia”, afirmó Love. “Ese es mi trabajo más importante”.

En julio, un cliente del veterano agente de la NBA, Bill Neff, le pidió que evaluara cuán interesados estaban los equipos rusos. Neff contó que una conversación con un agente ruso con el que había trabajado en ocasiones anteriores rápidamente desembocó en la creencia del otro agente de que Estados Unidos tenía la culpa de la invasión rusa a Ucrania.

“Tuve un dilema moral sobre qué hacer”, contó Neff. “Pensé: ‘¿Voy a enviar muchachos a una situación como esa?’ Entonces decidí que solo lo haría si me volvían a preguntar, pero aparte de eso, realmente me costó lidiar con esa situación, a diferencia de otros agentes que no han tenido ese dilema. Y eso me parece interesante”.

Neff agregó: “Cuando ves lo que le está pasando a Brittney Griner, hay un lado de mí que dice: ‘¿Cómo podría enviar a un jugador allí y tener la conciencia limpia? ¿Qué pasa si algo sale mal?’”.

El cliente volvió a preguntar, por lo que Neff intentó encontrarle un acuerdo, pero ningún equipo ruso le ofreció un contrato, dijo. Hoy por hoy, Neff espera una resolución que le permita sentirse seguro al volver a enviar clientes al país.

“Créeme”, afirmó. “Si la guerra termina y las cosas vuelven a la normalidad, seré el primero en la fila”.

© 2022 The New York Times Company