La historia del único equipo que fue invitado a tomar el té por la reina Isabel II

Cesc Fábregas, Mathieu Flamini, Thomas Rosicky, la Reina Isabel II y Thierry Henry, durante la recepción en el Palacio de Buckingham, en febrero de 2007
Cesc Fábregas, Mathieu Flamini, Thomas Rosicky, la Reina Isabel II y Thierry Henry, durante la recepción en el Palacio de Buckingham, en febrero de 2007 - Créditos: @Anwar Hussein Collection

La Reina Isabel II recibió una sola vez a un plantel de futbolistas. Las puertas del Palacio de Buckingham se abrieron de par en par el 15 de febrero de 2007 para recibir a los jugadores, algunos funcionarios y el cuerpo técnico de Arsenal. El equipo londinense se había mudado hacía pocos meses de Highbury al Emirates Stadium y la monarca no había podido asistir a la inauguración del nuevo estadio por un problema de salud. Para resarcirse, invitó al equipo completo, entrenado por el francés Arséne Wenger y cuyo capitán era el también galo Thierry Henry. Apenas uno de los integrantes de aquella delegación todavía sigue activo: el español Cesc Fábregas, cuyo documento acusaba apenas 19 años cuando estrechó la mano de la Reina Madre.

“¡Acá se puede jugar un partido de fútbol!”, dice Wenger apenas el ómnibus que los traslada ingresa al patio principal del palacio. No le falta razón al entrenador del equipo rojo. Sus futbolistas podrían bajarse allí mismo, pedir una pelota y hacer algunas de las jugadas que arman todas las semanas. Pero el vehículo sigue y los deposita en la puerta principal. “Bienvenidos”, les dicen los funcionarios que trabajan con la reina. A la delegación le espera una visita guiada por la colección de pinturas de la corona. Isabel II, mientras tanto, se prepara para recibirlos.

La visita de los jugadores de Arsenal al Buckingham Palace

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Ven una pintura de Rembrandt -la favorita de Isabel II- y se sorprenden. Los llevan por las entrañas del palacio y las caras de los futbolistas lo dicen todo: no esperaban estar ahí, más allá de ser las superestrellas del deporte más popular del mundo. Inventado, claro, por los ingleses. De repente, y mientras los deportistas degustan el tradicional té británico... las puertas se abren. Los dos perros corgis le señalan el camino a la reina, de impecable vestido celeste y cartera negra, tan reluciente como la sonrisa que lleva. Está contenta y disfruta de la recepción. De hecho, años después se dirá que la Reina simpatiza con Arsenal. Y, más tarde, habrá publicaciones que la harán hincha de West Ham, otro equipo de la capital inglesa. Isabel II, en rigor, jamás expresó su predilección futbolística por ningún club.

El menú es típico de un té inglés: selección de sándwiches con queso cheddar y chutney de higos en granero, torta de salmón ahumado y rosbeef en brioche. También se ofrece una selección de scones, pastel de chocolate y macarrones de pistacho.

El primero en darle la mano a Isabel II es Wenger, una especie de líder espiritual para los futbolistas del plantel. El siguiente, Henry, capitán y emblema. El delantero francés es el encargado de introducir a cada uno de sus compañeros con la reina. Comienza con los tres brasileños: Julio Baptista, Gilberto Silva y Denilson. Isabel II se sorprende por la cantidad de brasileños. En realidad, por los extranjeros del plantel. Sigue el arquero alemán Jens Lehmann. Y el togolés Emmanuel Adebayor. “¡Tienen un plantel muy internacional!”, le dice la reina a Henry. El fútbol vive de la bonanza de la Ley Bosman y la Premier League se aprovecha.

Los jugadores, acostumbrados a ser ellos las estrellas, resaltan el magnetismo de la reina. “ No hay palabras para describir la experiencia que nos dio ella hoy” , dice Henry, grabado en un documental que años atrás emitió la BBC.

Después de las introducciones con cada uno de los futbolistas, el regalo. Arsenal ofrece a la Reina Madre una réplica de su emblema bañada en oro: un cañón. Isabel II lo mira y sonríe. “¡No es para incitarla a declarar una guerra!” , le recuerda Wenger al oído y en tono humorístico. La reina no lo escucha o, al menos, se hace la sorda. Todo transcurre en un clima más que cordial.

Años más tarde, Fábregas contaría en una radio española que la reina les confesó que era hincha de los Gunners. “Parece que a la reina le gusta el fútbol. Nos dijo que era fanática del Arsenal. Definitivamente, sabía quién era yo e incluso intercambiamos algunas palabras muy especiales”. Los jugadores no sabían que estaban haciendo historia. Sería la primera (y única vez) que un equipo de fútbol pisaría la residencia oficial de la Reina de Inglaterra. Ni ellos ni Isabel II se olvidarían del momento.

La primera vez de Isabel II en un partido de fútbol

Muchos años antes, y cuando aún era princesa, Isabel II de Inglaterra pisó por primera vez un campo de fútbol para un partido oficial. Fue el 7 de abril de 1945 en el estadio de Wembley, y en ocasión de la final de la Football League War Cup South, una competencia que reemplazó a la tradicional FA Cup durante la Segunda Guerra Mundial. En las tribunas hubo cerca de 90 mil personas, todo un récord durante el conflicto bélico en el que estaba inmerso el Viejo Continente. Chelsea se midió a Millwall y lo venció por 2-0.

El trofeo fue entregado por el Rey Jorge VI, quien acudió al estadio acompañado de su mujer, la Reina Isabel, y de su hija Isabel II. Además, estuvo presente el Rey de Noruega (Haakon VII) y el regente de la India. En el archivo fílmico del partido puede verse como Isabel II mira las acciones del partido con interés e incluso intercambia algunas palabras con su padre.

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