Griezmann, pitada e indulto

Madrid, 15 sep (EFE).- Una sonora pitada y a jugar. En eso se resumió el reencuentro del francés Antoine Griezmann con la afición del Atlético de Madrid en su regreso al Wanda Metropolitano. Todo el estadio silbó su entrada en la segunda parte, y nada más, porque la hinchada rojiblanca estaba centrada en impulsar a los suyos en un gris estreno de la temporada europea contra el Oporto (0-0).

Una abrumadora pitada de una inmensa mayoría de los 40.098 espectadores congregados este miércoles en el coliseo rojiblanco a su salida en el minuto 55 del partido, en lugar del portugués Joao Félix, fue el castigo de Griezmann en su regreso a donde fue ídolo. Pero nada más, porque se escapaban dos puntos de la Avenida Luis Aragonés, una pérdida importante en un grupo duro que completan el Liverpool y el Milán, con triunfo inglés en Anfield (3-2).

Era difícil esperar un recibimiento diferente para el delantero galo, otrora en los altares de la afición rojiblanca por su magnífico rendimiento durante cinco temporadas, con 133 goles en 257 partidos, luego señalado por lo traumático de su salida, consumada en mayo de 2019 después de que un año antes intrigara a afición con un devaneo con el Barcelona retransmitido en un documental.

Aquella salida negada un año antes hirió a la afición rojiblanca, que lo silbó en cada visita al Wanda Metropolitano con la elástica azulgrana. Incluso en la primera de ellas, algunos aficionados llegaron a depositar basura y ratas de peluche sobre su placa en las inmediaciones del Wanda Metropolitano.

Sabía Griezmann -que pidió en su llegada recuperar su "bonita relación" con la afición y prometió "demostrar" con su juego más allá de las palabras- y sabía su entrenador, Diego Pablo Simeone, que no sería sencillo congraciarse con la hinchada atlética. "La afición le exigirá como nos exige a todos diariamente", zanjó el entrenador antes del partido contra el Espanyol.

Suplente este miércoles de inicio, después de su gris arranque como titular ante el Espanyol en el RCDE Stadium, en el que acabó siendo sustituido por Joao Félix en la segunda mitad, esta vez la alternativa en el once fue para el joven punta luso, el que asumió el '7' cuando se marchó el francés hace tres campañas.

Por eso, el galo entró al Wanda Metropolitano para calentar en el grupo de los suplentes, mirando a un lado y otro del que vuelve a ser su estadio, mientras sonaba el rock de los 80 de los británicos The Outfield. "I don't wanna lose your love tonight", cantaba el vocalista británico Tony Lewis. No quiero perder tu amor esta noche. Ese mismo que quería recuperar Griezmann de la afición rojiblanca.

Apenas había espectadores en el Wanda Metropolitano en ese momento y la música, en un volumen incluso más elevado de lo habitual, ocultaba cualquier conato de protesta. Pero esta llegó, cuando con 'Thunderstruck' de AC/DC en la megafonía, anunciaron la alineación titular y los suplentes del equipo rojiblanco. Los silbidos afloraron, pero rápidamente se anunció al siguiente ocupante del banquillo, el argentino Ángel Correa, y cesaron.

Sin participación en la primera mitad, algunos silbidos aislados comenzaron a sonar en la grada cuando salió a calentar en el intermedio, en el que saltó al césped el último, acompañado por el preparador físico Óscar 'el Profe' Ortega.

Esos mismos silbidos tímidos le acompañaron cuando, ya con la segunda mitad iniciada, fue al córner izquierdo del fondo sur al calentar junto con Correa y el brasileño Renan Lodi. Aun siendo el fondo más cercano a la ruidosa grada de animación, prácticamente no le prestaron atención sus ocupantes. De hecho, los silbidos eran para el defensor del Oporto Pepe, cuando era sustituido.

Todo cambió unos minutos después, cuando el galo se preparó junto a Correa y Lodi para el triple cambio dispuesto por Simeone.

Lo que primero eran pitidos aislados cuando esperaban a su incorporación, se convirtieron en un clamor cuando el delantero francés ingresó en el terreno de juego, en lugar de Joao Félix, en el minuto 55. Silbidos a su entrada, y cuando fue anunciado su nombre en castellano y en portugués.

Una pitada, y a seguir, porque al Atlético se le escapaban dos puntos valiosos de su feudo si se confirmaba el empate. Incluso se vieron aplausos en la primera maniobra del francés, un pase elevado de espaldas que no alcanzó su objetivo, y a sus primeras maniobras con Correa de compinche.

El partido iba por otro lado. Por el gol del iraní Mehdi Taremi, luego anulado por un rebote en la mano del delantero del Oporto cuando el balón ya se dirigía a portería, por la frustración del Atlético, que no generaba siquiera ocasiones. Pero cuando, en el tiempo añadido, Griezmann agarró el balón y el central congoleño Mbemba lo cazó por detrás, todos reclamaron falta al unísono, y tras la tarjeta roja reclamaron: "Ahora, Atleti, ahora".

Griezmann se perfiló para el golpeo de la falta directa con la pierna izquierda. Luis Suárez lo hizo con la derecha. El francés hizo el amago de la carrerilla, pero fue el uruguayo el que golpeó. El balón se columpió por el exterior de la red de Diogo Costa, confirmando que al Atlético se le escapaban los dos puntos, en la noche del indulto a Antoine Griezmann.

Miguel Ángel Moreno

(c) Agencia EFE