Las poco conocidas y graves heridas ecológicas que deja la explotación de arena

Los canarios cuentan que cuando importaron arena del Sahara para construir la playa Las Teresitas, en el puerto de Santa Cruz de la isla de Tenerife, en ocasiones debían interrumpir su descanso playero porque emergían alacranes de las finas arenas claras traídas de tierra firme. Ese cuento anecdótico es un pequeño reflejo de lo que sucede cuando se extrae arena de un lugar y se transporta a otro. No sólo transportamos pequeñas rocas y materia muerta.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) dice que la arena es el recurso más utilizado en el planeta después del aire y el agua. Cada casa, represa, camino, copa de vino o celular contiene este material.

Según PNUMA, 50.000 millones de toneladas de arena y grava se utilizan en el mundo cada año. Esto equivale a un muro de 35 metros de alto y 35 metros de ancho alrededor del ecuador.

Lo irónico es que la arena del desierto no se puede utilizar para la construcción debido a su suavidad. Por eso es que la arena de uso industrial se extrae del fondo del océano, de ríos y de playas.

La arena es mucho más que un componente geológico. Es la base de miles de ecosistemas del planeta. Aquí te mostramos el impacto que deja la sobre explotación de arena en el ambiente y por qué debemos encontrar mecanismos de construcción más sostenibles.