El genio que parecía tener dotes celestiales

Daniel Blumrosen Juárez

CIUDAD DE MÉXICO, diciembre 30 (EL UNIVERSAL).- Aquella tarde del 16 de julio de 1950, el niño Edson Arantes do Nascimento hizo una promesa a su padre. Conmovido por ver el llanto de Dondinho, su mentor, ocasionado por la derrota de Brasil ante Uruguay en la final de 1950, le pidió no derramar alguna más. A cambio, él le obsequiaría un título del orbe.

Dos décadas después, sumó tres, cifra a la fecha inalcanzable para cualquier otro ser humano.

O Rei nunca pareció terrenal. Dueño de una envidiable técnica individual, la cual combinó con la extraordinaria potencia física, fue el primer futbolista que mostró que la virtud no está peleada con el físico.

Carismático y con dotes de político, gobernó el balompié mundial de finales de la década de los 50 hasta principios de los 70. Campeón del mundo en Suecia 1958, Chile 1962 y México 1970, nunca jugó en Europa. Labró su leyenda desde el Scratch du Oro y su entrañable Santos, para finalizar en el Cosmos de N.Y.

Se le atribuyen más de mil goles marcados en su carrera como profesional, pero no existe un registro que lo confirme.

Genio dentro y fuera del campo, Pelé ganó en votaciones a mejor atleta del siglo XX. En otras, sólo quedó detrás del exboxeador Muhammad Ali. Por eso, su leyenda es eterna.

Su trayectoria

Pelé inició su carrera en el Santos en 1956, y realizó giras por todo el planeta. El astro dejó al club en 1974, 18 años después.

En el Mundial de Suecia, en 1958, maravilló al orbe al guiar, con tan sólo 17 años, a Brasil a ganar su primer título mundial.

Fue parte del Scratch que ganó el doblete en Chile 1962, donde apenas participó al estar lesionado, debido a la rudeza de los defensas.

En México 70 lideró la que ha sido la mejor selección en la historia y consiguió el triplete.

Se despidió en 1980 con el Cosmos de NY en un intento por popularizar el futbol en EEUU.