Gary Lineker equivoca el enfoque sobre la homosexualidad en el fútbol

LONDON, ENGLAND - APRIL 16: Sports Broadcaster, Gary Lineker looks on next to the FA Cup trophy prior to The Emirates FA Cup Semi-Final match between Manchester City and Liverpool at Wembley Stadium on April 16, 2022 in London, England. (Photo by Michael Regan - The FA/The FA via Getty Images)
Gary Lineker, junto al trofeo de la FA Cup, por supuesto, patrocinado por Emirates. (Photo by Michael Regan - The FA/The FA via Getty Images)

Que Gary Lineker es un hombre bien intencionado está fuera de toda duda. Que no entiende lo que es la homofobia ni sus consecuencias, también. En entrevista al diario "The Mirror", el exgoleador del Barcelona y de la selección inglesa, habla de la homosexualidad en el fútbol sin tapujos. Al parecer, él conoce estrellas homosexuales y no entiende por qué no salen del armario. Según sus palabras, estaría genial que eligieran el Mundial de Qatar para hacer pública su condición sexual, llegando a afirmar que si él fuera el agente de un jugador homosexual, le invitaría a ser el primero en decirlo, insinuando que podría beneficiarse publicitariamente de ello.

Insisto: Lineker no tiene mala fe cuando dice todo esto. Pretende normalizar el hecho inédito de que en el fútbol no haya homosexuales por ninguna parte -como no los hay en ningún otro deporte, todo hay que decirlo-, pero obvia lo que es el fútbol, y aquí no hablo tanto de sus aficionados, que en demasiadas ocasiones no han destacado por su tolerancia, sino por sus dirigentes. El fútbol actual es un mundo vendido por completo a la homofobia de los países árabes (y no solo los árabes). Un mundo sin patrón moral alguno, que busca donde sea el mayor beneficio económico posible.

¿Cómo va a declarar su homosexualidad una estrella del fútbol si el próximo Mundial se celebra en Qatar, donde la homosexualidad es un delito? ¿Cómo lo va a hacer si el anterior se celebró en Rusia, donde la homofobia es algo de lo que sentirse orgulloso y buena parte de sus soldados dicen luchar en Ucrania para evitar que los desfiles LGTB se popularicen en su país? ¿Cómo va a decir: "Sí, soy homosexual" alguien en cuyo trabajo tiene que llevar una camiseta con la publicidad de Fly Emirates o de Qatar Foundation... y cuyo equipo participa en la máxima competición de clubes, bajo el patrocinio hasta hace nada de Gazprom?

Lo que Lineker está pidiendo es que los futbolistas homosexuales se conviertan en héroes, y además lo hace desde un discurso normalizador que esconde aquello en lo que reside su heroicidad. Sin proponérselo, equivoca por completo el enfoque de la cuestión. En vez de pedir a propietarios y directivos que corten sus lazos con teocracias y dictadores homófobos, lo que hace es pedir a los que pondrían en riesgo su seguridad y su libertad que den un salto adelante que, según él, no es tan complicado o que, incluso, es beneficioso.

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Hablar de la vergüenza de Qatar 2022 es ya hasta aburrido, pero hay que volver a hacerlo porque queda prácticamente un mes para el partido inaugural. Lineker quiere que esos amigos suyos homosexuales salgan ahí del armario. Aunque los mensajes desde el emirato son confusos al respecto, lo que parece estar claro es lo siguiente: los homosexuales son tolerados en Qatar... siempre que no hagan expresión pública de su homosexualidad. Eso cuenta para aficionados, para entrenadores... y para jugadores.

En principio, ley en la mano, un jugador podría ser inmediatamente encarcelado y expulsado del país por decir que le gustan otros hombres. Puede que el jugador en cuestión se sienta en la obligación moral de hacerlo, pensando que su movimiento provocará más reacciones y mejorará su profesión, pero ¿cómo va a llegar a esa conclusión si ve la connivencia absoluta de sus superiores con esos matones del tres al cuarto? En el momento en el que la FIFA como entidad y TODAS las Federaciones, una por una, aceptan esas condiciones, ¿cómo vamos a insinuar siquiera que si los homosexuales no dan el paso adelante es "porque no quieren"?

Decir que la homosexualidad en occidente no está tan mal vista como hace cincuenta años no es decir demasiado. Hay contextos y contextos. No es ilegal, vale, pero tampoco es algo comúnmente aceptado. Desde luego, no en el mundo del fútbol, donde la palabra "maricón" se repite una y otra vez como insulto al jugador de turno. Un mundo donde los gritos racistas siguen siendo habituales, incluso en España, y donde la tolerancia deja demasiado que desear en demasiadas ocasiones.

Lo que tiene que cambiar es todo eso. El fútbol tiene que plantarse ante la homofobia estatal y la homofobia derivada. O no hacerlo, pero al menos no andar pidiendo heroísmos. Asumir que cualquier cosa vale con tal de ganar dinero y pedir, por favor, a los homosexuales que no molesten. Seguir organizando Supercopas en Arabia Saudí y repetir mil veces lo bien que se vive en Qatar, lo seguro que es el emirato. El asunto no es que tus compañeros, tus directivos o tus aficionados te odien. El asunto es lo fácil que se entregan a los brazos de aquellos que te meterían en la cárcel y te azotarían por ser quien eres. Y que luego se sorprenden, como si nada, de que no quieras jugártela tú mientras ellos siguen comentando tranquilamente, limusina al hotel, limusina al campo.

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