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Furia de pasiones en las protestas anteriores al juego de pelota entre Cuba y EEUU en Miami

No eran muchos, pero el clamor de las protestas retumbó en las afueras del loanDepot Park, en la Pequeña Habana, desde las 10 de la mañana hasta el fin de la noche del domingo en una jornada histórica para jamás olvidar.

“Patria y vida”, “Abajo la dictadura”, “Que el gobierno de Cuba no use el deporte como moneda política”, “No los necesitamos” y “Fuera castristas de Miami” eran algunos de los mensajes que mostraban en sus carteles más de 300 manifestantes en la puerta principal de loanDepot Park.

Por primera vez en la historia de la pelota, se enfrentaban las selecciones profesionales de Cuba y Estados Unidos, y también lo hacían por primera vez en Miami. Se trataba de un juego de vida o muerte por las semifiinales del Clásico Mundial de Béisbol con toda la boletería agotada.

Para muchos, el acontecimiento era más que el transcendental juego deportivo y por eso salieron a protestar.

Los organizadores, por su parte, dieron órdenes contradictorias cuando a golpe de las 4 de la tarde los aficionados empezaron a entrar al estadio. Primero impidieron el ingreso de aquellos que vestían camisetas con la inscripción “Patria y Vida”.

Luego los dejaron entrar, pero prohibieron el acceso a aquellos que tenían inscripciones políticas o con insultos. Alguien quiso entrar con la camiseta puesta y la inscripción “Díaz Canel Sin…”. Y le dijeron que solo si se volteaba la camiseta lo dejaban pasar. Así lo hizo y el fanático enrumbó hacia las tribunas.

Rolando Rodríguez dijo a el Nuevo Herald que llegó al parque de los Marlins exclusivamente a protestar.

“El hijo de mi esposa se encuentra preso en Cuba desde el 11 de julio pasado, tiene 20 años, y estoy aquí para reclamar por su libertad”, dijo Rodríguez. “No tengo ningún interés en el juego. La dictadura apoya a la selección de béisbol de Cuba. El gobernante Díaz Canel ha pedido a los jugadores una victoria para la revolución. Es absurdo. Apoyo al exilio y a Patria y vida”.

También hubo un ciudadano de origen cubano que se identificó solo como Incógnito y difería de las expresiones anteriores.

“Vengo a ver el juego de pelota”, afirmó. “Qué culpa tienen estos peloteros si han sido seleccionados para jugar por su país. Nicaragua y Venezuela jugaron en el Clásico y nadie vino aquí a protestar. Yo no simpatizo con la política”.

La cubana Estelita Bravo, que llevaba un cartel que decía “No los necesitamos” se trabó en una batalla verbal con el señor Incógnito y le recrimó por no darse cuenta del juego político que según ella hace el régimen de Cuba con la participación de su equipo en el Clásico Mundial.

“El problema es que la actual administración de Estados Unidos es muy blanda”, dijo Bravo. “De lo contrario no habría tanto comunista suelto por las calles de Miami”.

Hace tres días, Ramón Saúl Sánchez obtuvo el permiso de la ciudad para encabezar estas protestas. Y con su agrupación Movimiento Democracia puso frente a la entrada principal del parque de los Marlins carteles con las protestas y las fotos de los niños muertos debido a la embestida que sufrió una embarcación en la que escapaban de la isla por parte de las naves de las autoridades castristas.

“Somos un grupo moderado y pacífico que protesta contra la diplomacia del béisbol que viene haciendo la dictadura”, explicó Sánchez. “En Cuba se alienta la división familiar, hay presos políticos, el pueblo tiene hambre y no hay libertad”.

Sánchez afirmó que se siente orgulloso de ser cubano, lleva 54 años luchando contra la dictadura castrista que se mantiene 64 años en el poder y dijo que mientras la represión siga los resultados deportivos pasan a un segundo plano.

“Pese a todo, tengo el corazón dividido”, dijo Sánchez. “Siempre quiero que gane Cuba pero agradezco a Estados Unidos todo lo que hace por nosotros. Sé que hay cubanos muy heridos por los abusos de la dictadura, que quieren expresarse de una manera muy pasional, pero alentamos una protesta inteligente que encause sus energías y se enfoque en luchar contra la dictadura no contra el equipo de béisbol. No queremos que el régimen se victimice”.

Yoendris Marino, su hijo Sergio, Luis Rodríguez y Yoandri Acuña estaban felicies porque tenían sus entradas. Son cubanos, querían que su equipo ganara pero al mismo tiempo dijeron que es legítimo el derecho a protestar de las personas reunidas en las afueras del estadio.

Mientras las protestas acaparaban la atención de la policía, que había desplegado un operativo impresionante y masivo para evitar desmanes, los vendedores ambulantes ofrecían banderas de Cuba y EEUU a $20 cada una, gorras a $25, camisetas a $30 y boletos a partir de los $100.

Mientras las protestas acaparaban la atención de la policía, que había desplegado un operativo impresionante y masivo para evitar desmanes, los vendedores ambulantes ofrecían banderas de Cuba y EEUU a 20 dólares cada una.
Mientras las protestas acaparaban la atención de la policía, que había desplegado un operativo impresionante y masivo para evitar desmanes, los vendedores ambulantes ofrecían banderas de Cuba y EEUU a 20 dólares cada una.

Jorge González, María Rodríguez y Maité Castro habían llegado expresamente desde West Palm Beach para el juego. No tenía boletos. Estaban de acuerdo con las protestas.

“Esperamos encontrar boletos un poco más baratos”, dijo María. “Piden $200 por cada uno. Mucha plata. Esperamos que bajen poco antes que empiece el juego”.

Negocios, pasión, pelota. Vibraba el parque de los Marlins. Chocaban los deseos, la firmeza de la lucha contra la dictadura nunca decaía y las cosas siempre estuvieron bajo control.