Un final de fiesta de 15 años en Rosario: Boca está vivo con la frescura de los jóvenes (y los mejores están atrás)

Ante todo, tranquilidad y hacia adelante: allí apunta Sebastián Battaglia, el capitán del barco de las promesas de Boca.
Marcelo Manera

Pasaron 15 años. Boca volvió a ganar en Rosario , con una actuación digna de un futuro mejor. Apoyada en los jóvenes, en su desparpajo. En su valentía: Boca parece otro. El 2-1 logrado en el final ante Central es un voto esperanzador. Una noche matizada con la sangre caliente de los pibes.

El problema de Boca en el tramo final de la era Russo solía ser calificado con cierta ligereza: “no patea al arco”. En realidad, el asunto era más profundo: era un equipo que solía refugiarse con dedicación en su última línea y no tenía ambición, creatividad. No solo se trataba de los tiros al arco.

Lo mejor de Boca en Rosario

El arribo de Sebastián Battaglia, en su lugar, no sólo presumía un avance en cuanto a los metros sobre el campo de juego, sino la decisión global de apostar por las divisiones menores con una presencia mayor. Algunas imágenes en los encuentros contra Banfield (sobre todo) y San Lorenzo (en menor medida), cuando el equipo profesional debía cumplir con el aislamiento, provocaron el shock de la transformación. De afuera, de adentro.

Rosario Central - Boca, por el Torneo 2021: en un partidazo lleno de emociones, los xeneizes ganaron con un gol en contra de Torrent

“Esa noche en Banfield me sentí feliz, más contento que nunca, con todos los entrenadores de divisiones inferiores en el estadio, viendo lo bien que jugaron los pibes, con Battaglia llevando un año y medio dirigiéndolos, lo que me hizo comprender el buen trabajo que se está haciendo con el fútbol juvenil”, comentó, días atrás, Román Riquelme, en una entrevista por TV.

Pavón y Varela: presente y futuro de Boca
Marcelo Manera


Pavón y Varela: presente y futuro de Boca (Marcelo Manera/)

El vicepresidente cree en el futuro, pero sabe que lo ve no llena sus ojos. Ni en el rendimiento, ni en los resultados. Y Boca no acepta medias lecturas. “Se tomó la decisión con calma, creyendo que este es el momento de Battaglia, porque él conoce bien el club desde que llegó siendo un nene, vivió en Casa Amarilla y es parte de la historia con todos los títulos que ganó”, explicó el vicepresidente. Boca es un equipo de ratos.

El ciclo de Battaglia todavía no tiene una identidad definida. Unos metros más adelante, mayor presencia juvenil, pero está lejos de un aprobado. Sigue en deuda, cuesta entusiasmarse, mantenerse en alerta, porque es un equipo más arriesgado, pero inclinado por la tibieza. Los jóvenes, al menos, le dan una frescura imprescindible.

Vázquez marcó el 1-1 de Boca, con un cabezazo
Marcelo Manera


Vázquez marcó el 1-1 de Boca, con un cabezazo (Marcelo Manera/)

La fórmula Sandez-Vázquez es una de las más antiguas del fútbol, pero siguen funcionando. Un lateral izquierdo que se proyecta con decisión, levanta la cabeza, lanza el centro alto, preciso, para el ingreso goleador de un número 9 clásico de área, más físico que técnico.

Cuando el mundo Boca se encandila con el pibe Valentín Barco (17 años), no toma real dimensión que Agustín Sandez (20) es el proyecto ideal, porque su tiempo es hoy. Es un lateral izquierdo con una enorme presencia física y centros de calidad y conoce de memoria a Luis Vázquez (20), que salta mucho mejor de lo que pisa el balón. Sandez posterga, también, a Fabra, un 3 sobrevalorado y sin comprometerse en la marca.

En ese tramo, el del final del primer capítulo, Boca tomó nota que podía creer mucho más en sus posibilidades, sobre todo, luego del impacto en el palo de Weigandt (21). Hasta se animó Almendra (21), perdido en casi todo momento, de espaldas a la realidad, con un remate que sacó Broun.

La otra conexión juvenil, de lateral a lateral

Los jóvenes –los que ya asomaban mucho antes de que Battaglia se presentara en sociedad, y los nuevos– llevaron a Boca hacia adelante, como Medina (19). Y los ingresos de Molinas (21) y Varela (20) en los 30 minutos finales. Ninguno rompe el molde, ni llena los ojos, pero todos aportan ese granito de arena imprescindible en el ADN xeneize, el sacrificio, la valentía.

Antes, mucho antes, Rossi sostenía una estructura tímida, que apenas le hacía sombra a Rosario Central. Ganaba con un golpe de cabeza de Avila (19), otro producto del semillero de Boca, impactante en el área rival y dócil, en la propia, en el festejo ajeno.

El gol de Boca, en el final, más allá de que fue en contra y respaldado en los jóvenes
Marcelo Manera


El gol de Boca, en el final, más allá de que fue en contra y respaldado en los jóvenes (Marcelo Manera/)

Vecchio pertenece a esa raza de cracks subterráneos que promueven la nostalgia. Un 10 de los de antes, recostado como un cómodo doble cinco, que no suele equivocarse casi nunca. A los 32, rodeado de jóvenes rivales, debe apoyarse en la mente, sobre las piernas. Rosario Central es su zona de confort, más allá de que le cuesta encontrar cómplices en sociedades pasajeras. Ni Gamba, ni Ferreyra, ni Ruben, mucho menos Zabala. Sin embargo, cuando ocurre una complicidad, Central está a tiro de convertir.

La palabra de Battaglia

En los últimos minutos, repleto de frescura y proyectado al futuro, Boca dejó una buena imagen y hasta convirtió a Broun en figura. Hasta que Torrent quiso despejar una pelota sencilla, luego de un centro de Pavón (cómplice de un gran pase al vacío del incansable Weigandt), se le mezclaron las ideas y definió contra su propio arco. Y ganó Boca, con los pibes apasionados. Un impacto en Arroyito que esperó 15 años...