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El futuro no es lo que era para Fernando Alonso y Alpine

Fernando Alonso, durante la rueda de prensa previa al pasado Gran Premio de Miami (Photo by Stringer/Anadolu Agency via Getty Images)
Fernando Alonso, durante la rueda de prensa previa al pasado Gran Premio de Miami (Photo by Stringer/Anadolu Agency via Getty Images)

Dos puntos en cinco carreras. Por mucho que Fernando Alonso insista en que aún quedan tres cuartos de campeonato y que hay que ser optimistas, es obvio que este no era "el plan" que todos esperábamos para este año. La mala suerte ha hecho su labor como la han hecho algunas maniobras mejorables del asturiano y, sobre todo, de su equipo, incapaz de encontrar un mínimo de fiabilidad en sus coches. Con todo, hay algo más grave, algo que va más allá de carreras concretas y accidentes: las nuevas reglas no han traído la igualdad que Alonso esperaba, como confesó el propio piloto español en la previa del Gran Premio de su país.

El problema no es que Alpine no vaya bien -podría mejorar a lo largo del año- o que Alonso no esté a la altura de lo esperado -son rachas que pueden cambiar en cualquier momento-. El problema es puramente conceptual. El famoso "plan" se basaba en una idea de lo que iba a ser la Fórmula Uno del futuro. Una Fórmula Uno en la que el coche apenas importaría, en la que no habría diferencias notables entre escuderías y todo quedaría en manos de los pilotos. El paraíso para uno de los más talentosos de las últimas dos décadas.

Alonso volvió de sus aventuras en la Fórmula Indy, el Dakar o las carreras de resistencia porque la FIA anunció un cambio de reglas que cada uno interpretó a su manera. Alonso vio ahí la oportunidad de demostrar al mundo que podía aspirar a un tercer campeonato incluso pasados los 40. Vio un equipo convencido de sus posibilidades y se imaginó una parrilla sin clases, en la que diera más o menos igual subirse a un Mercedes, a un Red Bull, a un Ferrari... o a un Aston Martin. Vio una Fórmula Uno más parecida a las demás competiciones de velocidad, con un grupo amplio de pilotos jugándose el triunfo en cada carrera, sin grandes dominadores.

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Obviamente, se equivocó. Es cierto que este año se ven cosas más "raras". Entre la falta de fiabilidad de Red Bull en las primeras carreras, los accidentes de Ferrari y los altibajos en rendimiento de Mercedes, hemos podido ver grandes premios bastante interesantes y competidos. Los coches se pueden adelantar unos a otros con mayor facilidad y no se forman los trenecitos de antes. Ahora bien, al menos después de las cinco primeras carreras, el escenario clasificatorio es desolador: dos Red Bulls, dos Mercedes y dos Ferraris copando los primeros puestos. El resto, a un mundo.

En un reciente acto publicitario, el propio Alonso reconocía que esto no era lo que él se imaginaba. Que no entendía que, con piezas comunes y presupuestos más ajustados, siguiera habiendo dos segundos por vuelta entre los mejores y los peores coches. A eso hay que añadirle un problema más: el Alpine no está ni en una categoría ni en la otra. Ni es de los mejores ni es de los peores, aunque la clasificación pueda ahora mismo invitar a pensar lo segundo. Si resulta que la competición no está igualada, pero es a tu favor, las cosas se ven de otra manera. Jugarte la vida durante sesenta o setenta vueltas a ver si entras en los puntos no es demasiado motivante.

Al poco de empezar la temporada, Alonso insistió en su intención de correr este y dos años más "en Alpine o en otra escudería". No sé si no se estará repensando sus palabras. Si de verdad no hubiera diferencias entre los coches, efectivamente, tanto correr en Alpine como en cualquier otra escudería media estaría lleno de alicientes y diversión. Si esto va a ser así, no ya cinco carreras o un año, sino para las próximas temporadas porque las reglas no han conseguido su supuesto propósito, la cosa cambia muchísimo.

Los malos resultados llevan irremediablemente al mal ambiente. No parece que en Alpine las cosas estén demasiado bien en ese sentido, pero, insisto, es algo lógico. Leyendo entre líneas, la renovación de Alonso a final de año no parece estar del todo garantizada. Si al final la escudería francesa decidiera jugársela al todo por el todo con François Ocon y poner a su lado a un aprendiz que no le haga sombra, ¿de verdad se iría Alonso con las maletas a otro lado para penar dos años más en una escudería de medio pelo? ¿Tiene eso sentido? Habrá que verlo. De momento, como dice el asturiano, a luchar y a remontar. Esto no es lo que esperábamos, pero habrá que jugar con las cartas que hay sobre la mesa, no las que imaginamos antes de la partida.

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