Los contratos incumplidos arruinan el regreso del fútbol en Ucrania

Sergei Palkin, director ejecutivo del equipo Shakhtar Donetsk, en Estambul, Turquía, el 8 de abril de 2022. (Bradley Secker/The New York Times)
Sergei Palkin, director ejecutivo del equipo Shakhtar Donetsk, en Estambul, Turquía, el 8 de abril de 2022. (Bradley Secker/The New York Times)

Al igual que los otros directores ejecutivos de los clubes de fútbol en toda Europa este verano, Sergei Palkin del equipo ucraniano Shakhtar Donetsk pasó semanas negociando fichajes de jugadores.

Palkin y el Fulham, un equipo recién ascendido a la Liga Premier de Inglaterra, llegaron a un acuerdo de unos 8 millones de dólares por Manor Solomon, un atacante israelí del Shakhtar. Luego, Palkin accedió a recibir un pago superior al doble de esa cantidad por parte del Lyon, de la Ligue 1 de Francia, por otra de las estrellas del Shakhtar nacidas en el extranjero, el mediocampista brasileño Tetê, de 22 años.

Los acuerdos eran un salvavidas financiero para el Shakhtar: serían una infusión vital de dinero en efectivo para las cuentas del club —a las cuales había maltratado la guerra con Rusia— a cambio de talentos valiosos que, en algunos casos, ya no querían jugar en Ucrania.

Sin embargo, justo cuando los contratos por esos acuerdos y otros más estaban a punto de firmarse, el órgano rector del fútbol mundial, la FIFA, anunció que había extendido una regulación que les permite a los futbolistas extranjeros que tienen contrato con clubes ucranianos irse de manera temporal a otras partes sin sanciones. La regla —creada en marzo como medida provisional cuando se suspendió la temporada en Ucrania— ahora se implementaría durante toda la temporada 2022-2023, señaló la FIFA.

Y, con eso, tanto el Lyon como el Fulham le informaron a Palkin que no respetarían los acuerdos multimillonarios que habían negociado las partes. En cambio, se iban a llevar a los jugadores por nada.

“Solo hablan de la familia del fútbol”, comentó Palkin. “Pero en la vida real no existe la familia del fútbol”.

Un vocero del Lyon mencionó que el club rechazaba la versión de los sucesos que ha dado Palkin, pero se negó a brindar detalles. El Fulham se rehusó a comentar.

Jugadores del Shakhtar Donetsk entrenan en Estambul, Turquía, el 8 de abril de 2022. La liga de fútbol de Ucrania regresará a los campos esta semana. (Bradley Secker/The New York Times)
Jugadores del Shakhtar Donetsk entrenan en Estambul, Turquía, el 8 de abril de 2022. La liga de fútbol de Ucrania regresará a los campos esta semana. (Bradley Secker/The New York Times)

Ambos equipos cumplieron las reglas, pero los incidentes —y otros más— han dejado frustrado y enojado a Palkin. En julio, el Shakhtar anunció planes para demandar a la FIFA por 50 millones de dólares: el valor de los acuerdos que según el club se hicieron humo cuando se extendió la regla que les permite a los jugadores incumplir sus acuerdos en Ucrania.

La situación contrasta con los mensajes generalizados de solidaridad con Ucrania de los líderes del fútbol y los equipos rivales en los días y las semanas posteriores a que empezara la invasión rusa en febrero. En cambio, Palkin asegura que se ha quedado con un mal sabor de boca por la manera en que la comunidad futbolística ha tratado a los clubes ucranianos como el Shakhtar. Las promesas rotas y la cacería furtiva de jugadores y jóvenes promesas han remplazado las muestras de apoyo y las palabras de aliento; según Palkin, el culpable de todo esto es el aceite que lubrica la industria: el dinero.

Cuando el Shakhtar salte al campo para su primer partido sobre territorio ucraniano desde diciembre —parte de la larga postergación al reinicio del máximo circuito del país—, muy pocas cosas serán iguales más allá de los reconocibles colores naranja oscuro del equipo. Por primera vez en dos décadas, un equipo conocido por llenar su plantel de estrellas importadas estará formado de manera casi exclusiva por ucranianos. No habrá aficionados en el estadio en Kiev, la capital ucraniana y el hogar temporal más reciente del Shakhtar, para el partido contra el Metalist 1925. Además, los jugadores de ambos equipos tendrán que realizar simulacros de lo que deben hacer en caso de escuchar la sirena de un ataque aéreo mientras estén sobre el terreno de juego.

Palkin admitió que nada es normal, pero, por el bien del fútbol ucraniano, se deben jugar los partidos. Según Palkin, si la temporada no inicia, es probable que quiebren algunos clubes de fútbol del país.

Ya hubo dos equipos que desaparecieron de una liga de dieciséis escuadras: el FC Mariupol y el Desna de Chernígov, los cuales anunciaron su baja antes de esta temporada. Las fuerzas rusas han azotado Chernígov, cerca de la frontera con Bielorrusia, y Mariúpol, una ciudad porteña del sur del país, ahora está bajo el control de Rusia. Naciones Unidas ha descrito la ciudad, la cual lleva sitiada durante semanas, como el “lugar más mortal de Ucrania”.

Sin embargo, incluso en otras ciudades será difícil no ver los rastros de la guerra. Palkin mencionó que no se puede descartar la amenaza de un ataque ruso contra los partidos.

Neven Djurasek de Shakhtar Donetsk en acción con Artem Gabelok y Yaroslav Martynyuk del FC Metalist 1925 Kharkiv durante el primer partido de la liga premier ucraniana en 2022. (Foto: REUTERS/Gleb Garanich)
Neven Djurasek de Shakhtar Donetsk en acción con Artem Gabelok y Yaroslav Martynyuk del FC Metalist 1925 Kharkiv durante el primer partido de la liga premier ucraniana en 2022. (Foto: REUTERS/Gleb Garanich)

“Pueden atacar cualquier cosa en Ucrania”, comentó Palkin para referirse al Ejército ruso y sus aliados en la guerra. El Shakhtar jugará sus partidos en Kiev y Leópolis, la ciudad donde, al inicio de la guerra, el club ayudó a pagar la transformación del estadio de fútbol que usaba en un albergue para refugiados.

El Shakhtar también jugará en la competencia de clubes más importante de Europa, la Liga de Campeones, pero esos partidos se celebrarán en Varsovia, Polonia, porque el órgano rector del fútbol europeo, la UEFA, le ha prohibido a Ucrania realizar partidos internacionales como una medida de seguridad.

Los representantes del Shakhtar también habían propuesto jugar los partidos de la liga ucraniana fuera del país. Sin embargo, el gobierno rechazó la idea y decidió que los partidos en vivo, incluso en estadios vacíos y en la parte occidental del país, iban a servir como un componente importante de la guerra de propaganda.

“¡No se pueden detener los deportes ucranianos ni la voluntad para vencer en todos los frentes!”, escribió el ministro del Deporte de Ucrania, Vadym Gutzeit, en su página de Facebook la semana pasada. Su publicación, en la que proclamaba el regreso de la Liga Premier ucraniana, describía una lista de protocolos a seguir en cada juego, entre ellos planes de evacuación, alberges establecidos a no más de 500 metros de cada estadio y un guion para los locutores de los estadios en caso de que suenen las sirenas de un ataque aéreo: “¡Atención! ¡Alarma aérea! ¡Les pedimos a todos que nos sigan al refugio!”.

Aunque la publicación de Gutzeit enfatizaba las condiciones extraordinarias para el regreso del fútbol a Ucrania, también destacaba por qué muchos jugadores no se morían de ganas por regresar y participar.

Palkin comentó que unos diez jugadores del equipo sub-19 del Shakhtar se habían rehusado a regresar a Ucrania, donde también se está organizando una liga juvenil. “Los entiendo”, mencionó. “No puedo garantizar su seguridad”.

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